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El pelirrojo trató de evitar a toda costa ser visto por Kaeya, y aún así logró ser descubierto gracias a su mala -o tal vez buena- suerte. Con torpes movimientos logró colocarse en la barra, como era costumbre. Tal vez no pudo evitar ser notado, pero si se esmeró en no tener contacto visual con el contrario, puesto que la situación ya se había puesto demasiado incómoda como para dar la cara debidamente.

- Diluc... ¿Qué haces aquí? No deberías estar en...

Decidió bajar un poco la voz por si alguien llegaba a escuchar la conversación.

- Ya sabes, en el viñedo con los demás.

Ragvindr se limitó a limpiar las copas de la estantería, Kaeya no tomó muy bien aquella respuesta.

- Diluc, ven conmigo.

El nombrado soltó un suspiro pesado, sintiendo como sus mejillas se volvían cada vez más calientes producto de la vergüenza que lo estaba invadiendo.

Charles presenció desde la distancia como los dos hombres se dirigían a la bodega de la taberna, decidió permanecer como espectador y simplemente no interrumpir en asuntos ajenos a él.

- No fui capaz de soportar el estilo de vida que estaba llevando, sé que estoy mal, pero quiero pretender al menos que todo sigue igual. No quiero seguir levantando sospechas tampoco, fueron días y días sin dar la cara.

- Mh, entiendo.

La bodega tenía un olor extraño, pero bastante familiar. Tan amargo como alcohol puro, pero muy dulce a la vez, tan dulce como una simple mermelada de frutas. La oscuridad que inundaba el pequeño espacio no fue obstáculo para los ojos de Kaeya, incluso en un lugar tan obscuro como ese, su vista aún era capaz de presenciar la expresión de angustia que llevaba Diluc en su rostro. El moreno se le acercó lentamente para luego posar su mano izquierda en el hombro ajeno, ante esto el pelirrojo levantó la mirada, las profundas ojeras debajo de sus ojos lo delataban, era evidente que sus nuevos hábitos le estaban carcomiendo el alma.

- Kaeya, no quiero sonar grosero, pero realmente no me siento cómodo sabiendo lo mucho que dependo de ti.

Alejó la mano del nombrado de su hombro, y volvió a bajar la mirada para luego proseguir.

- No es agradable tener que convivir nuevamente contigo, yo solo cedí ese día porque realmente estaba perdiendome a mi mismo. Agradezco que me hayas rescatado, pero por favor, no vuelvas a ayudarme.

Sus palabras se sintieron casi como un balde de agua fría, pero Kaeya logró mantener su compostura, después de todo, ya veía venir que Diluc le daría un discurso similar tarde o temprano.

- No puedo aceptarlo Diluc. -pronunció firme.
Yo soy testigo de todos tus cometidos, soy el único que sabe con precisión qué carajos está pasando contigo en este momento, asi que no puedes darme la espalda así como así.

El pelirrojo negaba constantemente con su cabeza, su mirada se posaba en distintas direcciones, pero jamás se encontró con los ojos del contrario. Era cierto lo que estaba diciendo, y esa era la peor parte de todo, Diluc siempre a sido muy autosuficiente y testarudo, asi que rara vez se le ve pidiendo ayuda.

- Sé muy bien que ya han pasado cosas, pero prefiero olvidar todo, en serio, no me hagas volver a depositar mi confianza en ti.

Kaeya soltó una risa, claramente ofendido ante dichas palabras.

- Claro, y después seguimos ignorándonos como siempre, perfecto.

Silencio.

- Diluc... yo siempre he intentado acercarme a ti, pero tu jamás cooperas, incluso ahora, estás en tal mal estado y aún así te rehusas a aceptar mi ayuda, ¿por qué? -continuó.

Thirsty | KaeLuc [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora