.18

25 3 0
                                    

"Papyrus.. "
Pensaba el mayor, viendo el techo.
Su estómago gruñía de hambre pero él solo lo ignoraba.

"Alguién tiene hambre? No te gustaría ser alimentado?~"

Se cubrió la cabeza con ambas manos.

" Callate, no eres real, no eres real, no"
Repitió en su mente.

"No soy real?"
Preguntó la voz.

" No, dejame en paz"

"Mataré a tu querido hermanito, me encargaré personalmente~"

- Qué?!
Abrió los ojos, sobresaltandose.

"Si no haces lo que yo digo, lo mataré"

- Tu ya no existes! Ya basta!
Tomó la almohada y se cubrió la cabeza hasta intentar ahogarse.

- No creas que vas a escaparte pequeña puta!
Dijo Gaster, quitándole la almohada y sujetandole las muñecas contra la cama.

- N-NO! YA BASTA! SUELTAME!
Sus ojos solo mostraban terror y desesperación.

- Yo jamás me iré de tu lado... Tú me perteneces
Susurró a su costado para luego lamerlo.

Su cuerpo sudado, su vista perdida y sus ojos llorosos lo hicieron darse cuenta de que despertó de una pesadilla, encontrándose en su cama.
Tensó la mandíbula y frunció el ceño, mirando sus puños sobre la manta.

"Ya no quiero seguir con esto"

.

Esa mañana Alphys tocó la puerta del cuarto temporal de Sans, luego entró.

- Buenos días, traigo un desayuno saludable, te va a gustar~ Papyrus me lo recomendó.

- Papyrus!?
Volteó la vista a ella, dejando ver su rostro demacrado.

- Sans... No pudiste dormir?
Preguntó preocupada.

-Papyrus está aquí?
Volvió a insistir.

- Si, pero--
Sintió una brisa pasar cerca de ella.
- SANS!
Exclamó al verlo salir corriendo de la habitación.

.

- Papyrus!
Llamaba por los pasillos hasta dar con un cuarto.

Al entrar, lo vió.

El cuerpo del esqueleto estaba conectado a unos cables y un sistema respiratorio.

- PAPYRUS!
Se asustó, su cuerpo se abalanzó enseguida hasta la camilla.
- Papyrus que fué lo que te pasó? Quien te hizo esto? Fué Alphys?!
Una estela azul comenzó a desprenderse de su ojo.

- Sans, no puedes correr por los paaagh-!?
al entrar al cuarto, sintió su cuello cerrarse cada vez más, sus pies ya no tocaban el suelo.

- Que le hiciste a mi hermano..
Dijo viendola desde abajo, siendo él la causa de la sofocación ajena.

- De..qué ha..blas.?..
Apenas si podía pronunciar palabras, se iba quedando sin aire.

Buen chicoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora