capítulo 45 parte 2 la ciudad del puerto

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La habitación era iluminada por un par de lámparas pegadas en una pared de color agua marina, algunos muebles estaban colocados a lo largo del cuarto, una gran cama estaba colocada en un costado de la habitación, y las ventanas estaban cubiertas por las telas rojizas de bordes dorados, evitando la entrada de la luz solar, y en aquella habitación, solo había dos personas visibles; una madre y una hija.

-¡¿pero cómo se te ocurre?! ¡¿Qué tienes en la cabeza?! –grito la madre a su hija.

-¿Qué más podía hacer? Al final era una apuesta, si las cosas salen bien, la nación podría tener una gran fuerza, no necesitaríamos del imperio, y con la ruptura con los enanos-

-¡oh por la diosa! –exclamo la madre, la reina de Levia. –que locura… realmente una locura… -dijo mientras se sentaba sobre uno de los costados de la cama. –decidiste arriesgar el futuro en una tirada de moneda…

-¿estas molesta? –pregunto la princesa Maire a su madre.

-¡por supuesto que estoy molesta! ¡demasiado! ¡busco aparentar que no, pero si lo estoy! –dijo casi rechinando los dientes.

-pues no lo parece ma- las palabras de la princesa fueron cortadas al recibir un ataque, su madre le había lanzado una de las almohadas que tenía cerca suyo.

-a veces me asombra tu descaro y tu rebeldía. Pero eso lo terminaste sacando de tu padre. –dijo, dejándose caer por completo sobre la cama, y tomo la otra almohada cercana y termino abrazándola. –quiero algo picante…

-pero a ti no te gusta el picante… -comento la princesa con algo de desánimo mientras recogía la almohada que había sido lanzada por su madre para poder dejarla en su lugar. -¡eso ya lo sé! –exclamo en molestia la reina Beatrix antes de soltar un largo suspiro. –solo espero que esto resulte bien para nosotros.

-yo también lo espero madre, además no tenía muchas opciones. Nos guste o no, ese grupo de raros me salvo de esos gusanos de tierra…

-si lo sé, leí muchas veces esas cartas, acabar con dos gusanos de tierra por si mismos… la niña y el hechicero. Es un grupo demasiado extraño… -dijo la reina abrazando con más fuerza la almohada en sus manos. –pero te salvaron, de una u otra forma debo agradecerles por eso… que dolor de cabeza.

Maire por su parte guardo silencio, y solo se sentó en la orilla de la cama al lado de su madre. –a veces olvido como eres fuera de esas reuniones o sin nadie a alrededor.

-ve cuidando tus palabras hija. Soy tu madre y reina, podría castigarte por cualquier cosa a gusto, y no necesitaría de una explicación más allá de “soy tu madre y lo digo”

-si lo sé, lo sé. Te ves muy cansada.

-lo estoy… tener a mi cargo una nación es cansado… incluso si cuento con la ayuda de los nobles… quisiera quedarme en cama y dormir por horas… sentarme en el jardín y comer alguna golosina… o a los jardines elevados y apreciar la vista del puerto… esto es… muy cansado… muy cansado… demasiado para hacer esto “sola” –dijo Beatrix con el ánimo por los suelos, y su hija fue capaz de sentir el dolor en sus palabras.

“y yo me quejo de las pocas tareas que me da… a veces me impresiona mi descaro…” –se recrimino Maire.

-pero ahora no tengo tiempo para eso… -comento Beatrix, buscando levantarse de la cama. –supongo que debo hablar con aquel grupo que has traído…

Sin embargo, su hija la detuvo, coloco su mano en su hombro y la hizo acostarse de nuevo. –no te preocupes por eso, déjanos a mi hermana y a mi apoyarte, por favor, mamá.

Beatrix se quedó en silencio, y tras varios segundos pregunto. -¿estas segura?

-claro. Tu solo descansa. –y tras las palabras de su hija, Beatrix se había quedado en silencio, acostada en la cama, mientras que Maire se levantó y se preparó para salir de la habitación, pero antes de salir, le dirigió la mirada a su madre. –sería mejor hablar con ellos a la hora de la cena. ¿te parece bien?

ISEKAI QUARTET: UN NUEVO MUNDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora