Almuerzo amistoso.

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En medio de un inesperado y horrible trueno, miro hacia todos lados dando un brinquito sobre mi cama como si algo me hubiera jalado los pies e intentado llevarme hacia la oscuridad para atacarme y luego secuestrarme por siempre.

Bueno, finjamos que no me desperté más paranoica que de costumbre.

Con las pocas ganas de levantarme que mi cuerpo posee, me dejo caer hacia atrás como si pesara lo mismo que una simple hoja y escondo mi cabeza en la almohada tratando de volver a conciliar el sueño. Pero entonces justo en ese momento, en el cual estoy cerrando mis ojos y encuentro una posición en la que puedo dormir plácidamente mis oídos retumban al escuchar el sonido de un trueno explotar en el cielo, haciendo que me exalte como si hubiera una guerra justo en la puerta de mi casa.

Me vuelvo a sentar y con rapidez voy hacia la ventana intentando no caerme, puesto que no sé ni que hora es y mi pasatiempo favorito no es despertarme de este modo. Al ver a través del cristal puedo confirmar que, claramente hay una lluvia torrencial que está cayendo como si no hubiera un mañana, los árboles se mueven hacia una misma dirección como luchando para no quebrarse a causa de las fuertes ráfagas de viento y el cielo negro repleto de nubes llenas de agua dan a entender que no va a parar de llover hasta un buen rato.

Genial, me desperté a causa de un trueno y ya no voy a poder volver a dormir aunque la lluvia me guste.

Con mi gran humor apenas levantada, me digno a tomar una respiración profunda porque sea la hora que sea, no voy a poder descansar. Cuando llueve con muchos truenos tengo que admitir que me da algo de miedo.

Pronto mi apetito despierta y hace rugir mi estómago con ansias, deseo poder ya estar desayunando algo exquisito para satisfacer el hambre voraz que soy capaz de tener. Ah sí. Yo, Sun Lilieth puedo ser un monstruo capaz de devorar con todo a su paso cuando estoy hambrienta.

Dispuesta a llegar a la cocina, salgo de mi habitación y comienzo a bajar las escaleras con cuidado, ya tengo traumas de tantas veces que me he caído por estúpida. Cuando piso el último escalón me percato de la música que suena bajito, y no es nada más ni nada menos que las canciones melancólicas que suele poner mi padre cada mañana de cada bendito domingo en esta casa. Lo único bueno de eso es que hoy es el último día del fin de semana, lo cual me hace anticipar lo que haré durante todo el día.

Mi perfecto e infalible plan.

Sí, otra vez está en mis prioridades verme la saga completa de Crepúsculo como si nunca hubiera visto ninguna de esas joyas de películas. Ya ansío estar cantando cada canción como si estuviera dando mi propio concierto, comiendo chocolates y llorando de amor por cada suspiro y palabra que sale de Edward y Jasper Cullen, mis más grandes crushes en la extensa saga de vampiros contra lobos.

Que buenos planes que haces, Sun.

Me halago a mí misma. Ya sé, ya sé.

Mientras sigo pensando en mi día perfecto de películas sigo mi camino, pasando por el pasillo que da al comedor hasta llegar a la cocina, donde inmediatamene un delicioso aroma entra por mis fosas nasales y me revuelve el estómago, aumentando el hambre que yacía creciente en mi desde hace ya unos diez minutos.

Preparada para saciar a mi monstruo interior, me siento en uno de los altos bancos de la isla en medio este lugar de cuatro paredes repleto de electrodomésticos. Un delicioso plato de leche con cereales yace frente a mí, como la comida más milagrosa justo en este momento de hambruna.

—¡Sun Lilieth! —antes de poder comer una sola cucharada, me regaña una voz a la que estoy acostumbrada a la perfección. Mi mamá está entrando a la cocina justo ahora, vestida con unos pantalones blancos y una blusa de un color beige muy formales para este momento.

𝑺𝑬𝑹𝑬𝑵𝑫𝑰𝑷𝑰𝑨 | jeon jungkookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora