Jungkook, estás caliente.

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—¡Jungkook estaba ahí mirando!

—¿¡Qué!? —gritó Jessi, no se cuál de las dos estaba más alterada ahora.

—Lo vió todo, lo sé. Seguro ahora se burlará de mí para siempre, ¡Me molestará con Sam hasta que me muera!

—Ey, ey —ella se acercó y me tomó de las mejillas haciendo que la viera directamente a los ojos. Eso me tranquilizó—, ¿Y qué si él lo vió? Puedes sacarle en cara que estaba mirando como un viejo chismoso.

Tras sus palabras me sentí mareada. Fué como un golpe repentino de realidad que me cayó muy duro, y me hizo darme cuenta de lo que acababa de hacer.

—Ay no, ay no, ¡Jessi, casi me beso con Sam!

—¡Lo sé! —respondió ella, igual de sorprendida y emocionada como yo.

—¿Cómo hice eso? Fué...fué....grandioso, me atreví a bailarle, sentí sus manos sobre mi cintura y tomó la iniciativa para darme un beso. Jessi, creo que me voy a desmayar —exageré. Pero para ser sincera, había logrado mucho más en unas cuantas horas que en toda mi vida.

Aunque lo más sorprendente fué ver que tuve su atención desde el primer momento, ¡Como si solo existiera yo!

A eso le llamo ser una perra con suerte.

—Ah, creo que debemos irnos —opiné, regresando de mi propio trance mental de loquita enamorada.

—Sí, llamaré un taxi ahora mismo.

Asentí y ella tomó su celular. Entre ese tiempo, me di un segundo para respirar profundo, relajarme y procesar todo lo que había pasado y en la forma en la que había ocurrido cada cosa. Sin embargo mi cabeza dolió muy de repente y comencé a sentir frío por lo que me abrazo a mi misma y me doy la vuelta para preguntarle si ya consiguió algo.

—¿Ya pudiste.. —ni siquiera terminé la frase, Jungkook apareció de la nada caminando enfurecido en mi dirección.

—Lilieth, súbete al auto —me habló como si entre nosotros fuera lo más normal del mundo.

—¿Eh? ¿Estás loco?

—Lilieth —me volvió a llamar.

—No me voy a ir contigo.

—Si lo harás, mírate como estás —me señaló y pensé. Me estaba doliendo mucho la cabeza, probablemente tenía una cara de monstruo al que le estaban destruyendo sus poderes mentales.

—Me iré con Jessi, digas lo que digas.

—Ah, Sunnie...—quiso hablar mi amiga, pero no logró terminar lo que quería decir.

—Me ordenaron llevarte a casa, así que no lo hagas más difícil y súbete —espetó con una voz seca, como si estuviera enojado. Empezó a caminar y me pasó por al lado, llegó hasta uno de los autos estacionados por la vereda y abrió la puerta trasera.

—¿Qué pasó? ¿Tu chica te dejó por otro y ahora vienes a hacerte el bueno conmigo?

—Lili...

—No me digas Lili —lo corté, mientras cerré un poco los ojos, el dolor de cabeza me estaba matando y me empezaba a sentir ligera. ¿Podía desmayarme? Todo estaba dando vueltas y sentía unas horribles ganas de vomitar, y creo que a Jessi le está pasando lo mismo, porque en cuestión de nada la veo tambalearse y no sé si es mi cabeza o si realmente es ella.

𝑺𝑬𝑹𝑬𝑵𝑫𝑰𝑷𝑰𝑨 | jeon jungkookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora