14. estrellas

76 6 21
                                    

Existen veces donde debes alejarte de cierta persona bajo cualquier circunstancia. No importa lo mucho que no te puedas imaginar una vida sin ella, porque aunque alejarte sea lo que más te duela en el mundo, lo mejor es la distancia. Aunque parezca que eso te está matando, aunque cada segundo se sienta como no puedes seguir soportándolo... Lo mejor es huir y nunca más mirar hacia atrás. Tienes que recordarte que lo haces por tu bienestar, tu salud mental, tus sentimientos y tus emociones. Tienes que priorizar cuidar de ti mismo, porque al final, por mucho que ames a esa persona, ella no te puede traer felicidad, porque claramente no es una persona que deba estar en tu vida. Así que aunque sea entendible que suframos por alguien, pues somos humanos, llega un momento donde se vuelve dañino y debemos cortarlo de raíz, y debemos hacerlo por nosotros mismos. Por reconocer que merecemos algo mejor. Por reconocer que merecemos algo mejor. Por reconocer que merecemos más que eso, porque aunque en ese momento no veamos lo valiosos que somos, podemos trabajar para darnos cuenta de que importamos más de lo que creemos y no tenemos que ser atados a una persona que sólo nos mantiene en su vida por obligación.

Después de tanto tiempo maté todo lazo entre mi padre y yo. Le puse fin a tan amargo dolor y no tuve que esperar que alguien más lo hiciera por mí, pues yo misma decidí que ya era suficiente. ¿Por qué preguntarme a mí misma la razón por la que él no me quería? Si aún siendo una pregunta natural de mi parte, la hija no amada por su padre, aún así no llegaría a ninguna parte tratando conocer el porqué, ya que nunca obtendría respuestas que siempre tenía a solas con mi mente. Y lo único que haría era torturarme y quebrarme a mí misma cada vez más.

Estaba cansada de sentirme tan rota. Si estaba tan destruida, ¿Por qué seguía trayendo más dolor a mi vida? ¿Por qué no sólo se detenía?

Él no me amaría, pero al menos tenía gente que sí estaba ahí para mí y debía aprender a valorarlas, porque esa gente sería un gran apoyo en mi largo camino de la vida, donde aprendería muchas cosas nuevas. Quizá hasta aprendería del amor propio y la felicidad genuina, quizá las cosas podían cambiar. Quizá un día todo estaría bien y ni siquiera pensaría en mi padre.

Diana pasó la noche en casa con mamá y conmigo. No había nadie en su casa, así que no podía volver aún. Se suponía que luego del viaje dormiría en la casa de Jerry hasta que llegara su mamá, porque era su mejor amiga y su madre confiaba en los padres de Jerry, pero Diana misma había dicho en voz alta que tenía muchas ganas de dormir junto a mí.

Y claro que yo estaba feliz de que se quedara, en este poco tiempo mis momentos junto a ella se habían convertido en mi mayor tesoro.

Además, mi madre también estaba emocionada con la idea de que Diana se quedara. Incluso nos propuso una noche de películas y compró dulces para nosotras.

Al final todas nos recostamos juntas en el sofá a ver películas de comedia, muriendo de la risa juntas, amaba cuando Diana reía, buscaba mis ojos con los suyo y se quedaban viendo fijamente mientras sus ojos se arrugaban en las esquinas y ella, sonrojada y mirándome atenta, se reía de manera tierna. También amaba cuando dejaba su cabeza en mi hombro para seguir riendo y en general amaba tenerla cerca y sentir su aroma. Además, yo tampoco podía evitar buscar su mirada cada vez que tenia ganas de reír sin parar. Y también había visto el cariño con el que mi madre nos observaba reír juntas y caer en los brazos de la otra para más risas.

El teléfono de Diana sonó incontables veces. Jerry no paraba de enviarle mensajes y llamarla, pues Diana me lo dijo y en cuanto fue a revisar quién era, y para mi sorpresa, no estaba afectada en lo absoluto. Era como si nadie pudiera arruinar su felicidad en ese momento, y tan sólo porque estaba en compañía de mi madre y también porque yo estaba ahí. Porque ambas estábamos ahí con ella y eso era genial.

If i was a rose «dianne»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora