Fᴇʟɪᴄɪᴅᴀᴅ: 𝐄𝐬𝐭𝐚𝐝𝐨 𝐝𝐞 𝐚́𝐧𝐢𝐦𝐨 𝐝𝐞 𝐥𝐚 𝐩𝐞𝐫𝐬𝐨𝐧𝐚 𝐪𝐮𝐞 𝐬𝐞 𝐬𝐢𝐞𝐧𝐭𝐞 𝐩𝐥𝐞𝐧𝐚𝐦𝐞𝐧𝐭𝐞 𝐬𝐚𝐭𝐢𝐬𝐟𝐞𝐜𝐡𝐚 𝐩𝐨𝐫 𝐠𝐨𝐳𝐚𝐫 𝐝𝐞 𝐥𝐨 𝐪𝐮𝐞 𝐝𝐞𝐬𝐞𝐚 𝐨 𝐩𝐨𝐫 𝐝𝐢𝐬𝐟𝐫𝐮𝐭𝐚𝐫 𝐝𝐞 𝐚𝐥𝐠𝐨 𝐛𝐮𝐞𝐧𝐨.
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Eddie baja del coche de Harrington, dándose cuenta de que lo había llevado a un cálido Prado lleno de pastizal verde fuerte.
─ Es... Increíble. Harrington, ¿para que vinimos aquí?.─ Mira curioso la cesta de mimbre que saco de la cajuela, colocándola encima del capo del auto.
─ Tendremos una cita, ¿no?.─ El de cabello más oscuro sonríe de lado, yendo hasta él para abrazarlo por detrás.
Oculto su rostro en el cuello ajeno, olfateando su aroma de shampoo y colonia varonil.
─ Que romántico, Harrington.─ Susurro con burla.
─ Puedo retractarme y dejarte aquí varado.─ Carcajea, negando.─ Muy bien. Ahora ayudame que te traje todo un festín.
Guiado por el hambre, Munson ayudo a Steve, estando ambos recostados con varios platos lleno de comida entre ambos al cabo de unos minutos.
Miraban al cielo estrellado de verano, tan cercanos al otoño que les daba cierto pánico pero en ese momento, daba igual.
─ Steve.─ Sonríe un poco al escucharlo hacer un sonido de afirmación.─ ¿Por que me has invitado hoy? Aquí. Ahora.
Murmura pensativo, girando su rostro para cruzarse con el perfil del castaño claro, viendo el cielo con calma.
─ Por que me gustas.─ Lo directa de esas palabras le provocan un escalofrío, y unas desbordantes ganas de llorar.
Sonríe al ver esos ojos cafés mirándolo. Steve prosigue al no ser interrumpido por el otro.
─ Me gustas desde que me diste ese Espresso hace un mes y dos semanas. ¿Te acuerdas?.─ La risa quebrada de Munson ablanda su corazón y continúa.─ Me gustas y no se cuando paso, pero el café era la excusa perfecta para poder verte todos los días.
«Para admirarte con calma. Sin prisas. Buscando cada detalle y cada acción de tu cuerpo. Anotando tus asperezas y tus pros. Admirando tu personalidad de cachorro pequeño y revoltoso que me encanta. Una personalidad tan contraria a la mía pero tan magnífica que simplemente me maravilla...»
Las palabras que salen de la boca de Harrington crean una burbuja entre ambos que le da la libertad a Eddie de sollozar algo impactado por esas sinceras palabras.
─ Eddie, eres una persona maravillosa, alocada, única y diría que perfecta. Me gustas y daría mucho... todo lo que tengo, incluso, para pasar tiempo así. Contigo.─
Sonríe pero se vuelve una mueca preocupada al notar al mencionado llorar mientras reía.
─ Hey, hey, Munson. ¿Que pasa?.─ Dijo paniqueado, levantándose del capo del coche para correr hasta él y tomar sus mejillas, quitando sus manos que tapaban esos ojos castaño oscuro.─ Eddie, hey, Eddie.
─ E-Es que...─ Gimotea como un aninal herido antes de soltar una carcajada nerviosa y lanzarse a abrazarlo, ocultando su rostro en el cuello ajeno.─ Perdona...
─ No te disculpes.─ Steve acaricia la espalda del contrario, besando su frente repetidas veces para consolarlo.
─ Nunca nadie... me había dicho algo así. Ni parecido.─ Susurra con suavidad, cerrando sus ojos.
Siente un escalofrío subirle por la espalda al tener la respiración de Harrington tan cerca de su oído.
─ Tú te mereces eso y mucho más, Munson.─
Eddie jadea asombrado, sonriendo para separarse y tomarle de las mejillas, jalandolo hacia él.
Atrapo sus labios entre los suyos, creando un compás deseoso y cariñoso. Lento, eso sí.
Steve recuesta el cuerpo del mayor en el coche, sin romper aquel beso mientras una mano bajaba hasta su cintura, acariciando.
No habían segundas intenciones ni ningún interés particular; excepto el de compartir todo el tiempo que puedan entre ambos.
Al cabo de una pequeña ronda de besos y abrazos, cenaron la comida especialmente hecha por Steve (diciendo que él la hizo pero recibió gran ayuda de su madre).
Rieron, comieron y compartieron juntos, sin faltar unas diabéticas miradas entre ambos, tan dulces y mágicas, que cualquiera al verlos; "a pesar de ser dos hombres", les tendrían una envidia gigantesca.
Al estar ambos en su casa, alejados por metros y metros de distancia, sonríen.
─ Te amo, Steve Harrington.─
─ Te amo, Eddie Munson.─
Susurran a la par, siendo una caricia a sus almas al sentir, de alguna forma, las palabras del otro.
Sintiendo que eran correspondidos de forma silenciosa; aunque única y pura cómo nunca.
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¡Perdón por tardar tanto en actualizar! Fueron unos días de bloqueo y descanso personal pero ya andamos por aquí.
¿Listos para lo que se viene? 👀✨
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𝐂𝐚𝐟𝐞́ «𝐒𝐭𝐞𝐝𝐝𝐢𝐞»
DiversosDonde Eddie trabaja desde la primera temporada en una cafetería bastante concurrida pero poco conocida por la gente del pueblo... Sin saber que un día conocería al dueño de sus suspiros entrar por la puerta.