➦ 𝐕𝐞𝐢𝐧𝐭𝐞

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Vɪᴇɴᴇ́s: 𝐍𝐚𝐭𝐚 𝐥𝐢𝐪𝐮𝐢𝐝𝐚 𝐲 𝐚𝐳𝐮𝐜𝐚𝐫 𝐦𝐨𝐫𝐞𝐧𝐨. *𝐎𝐛𝐯𝐢𝐨 𝐜𝐨𝐧 𝐜𝐚𝐟𝐞́.
𝐓𝐚𝐦𝐛𝐢𝐞𝐧 𝐜𝐨𝐧𝐨𝐜𝐢𝐝𝐨 𝐜𝐨𝐦𝐨 “𝐌𝐞𝐥𝐚𝐧𝐠𝐞”, 𝐞𝐬 𝐬𝐢𝐦𝐢𝐥𝐚𝐫 𝐚𝐥 “𝐂𝐚𝐟𝐞́ 𝐈𝐫𝐥𝐚𝐧𝐝𝐞𝐬”, 𝐩𝐞𝐫𝐨 𝐬𝐢𝐧 𝐚𝐥𝐜𝐨𝐡𝐨𝐥.

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Todo es demasiado pesado.
Demasiado confuso.

El aire esta frío. El tacto es caliente.

Siento como todo cobra sentido para luego volver a la duda existencial de cada día.

«¿Que paso?»
Mi cuerpo entumecido solo responde:

“No sé... ¿Que crees que paso, Steve?”.

Y de repente, todo cobra sentido.

Hay una luz al final del túnel que me llama y solo grita mí nombre. Creo que lloraré.

Lloraré por que esa voz es la de Eddie.
La de mí Eddie. La del Eddie que murió...
¿O no?

[ . . . Seis años después . . . ]

Steve Harrington se levanta agitado, temblando de pies a cabeza mientras su mirada se dirige a sus temblorosas manos.

Otras manos aparecen y le entregan caricias, relajandolo lentamente hasta que solo quedan pequeños temblores en su cuerpo.

Sus manos ya están más firmes, así que entrelaza sus dedos con los de esa mano algo herida y llena de cicatrices pasadas, pintando una sonrisa en sus labios color rosado.

Gira su cabeza, mirando al peli-largo castaño de rulos, mirarle con preocupación notable.

─ Estoy bien, amor.─ Susurra convencido el mayor de ambos, acercando sus rostros para apegar sus frentes y suspirar.─ Fue...

─ ... Una pesadilla. Lo se. Llevas teniendo la misma pesadilla de hace seis años, big boy.─ Eddie lleva su mano hasta la mejilla ajena, acunando esta con confort y así lograr calmarlo por completo.

Steve vuelve a suspirar, apoyando del todo su mejilla contra la cálida palma del hombre.

─ Si tan sólo hubiera estado ese día...

─ Steve. Ya hablamos de esto.─ Beso su frente, sus mejillas y sus labios, buscando la paz del contrario con esos tibios toques.

Harrington entrelaza los dedos con los del otro, viéndose con mejor brillo las sortijas de oro que decoran cada índice de sus manos.

─ Si hubiera estado ahí, no tendrías esa enorme cicatriz en el estómago que odias.

─ Harrington, que no la odio, maldita sea. Creo que es un detalle bastante cool...

─ Tampoco deberías beber pastillas para dormir porqué tienes peor pesadillas que las mías y-y-...

Munson bufa, uniendo sus labios en un largo y tendido beso para que se callara ya.

─ Estas entrando en paranoias, Steve.─ Susurra con burla entre sus belfos al separarse y notar al ajeno más calmado.

─ Perdón. Me he ido por las ramas...─ El castaño claro besa por última vez los labios de su esposo, mirándolo a los ojos.─
Te amo, Eddie Munson, y me encantas más que el café.

𝐂𝐚𝐟𝐞́ «𝐒𝐭𝐞𝐝𝐝𝐢𝐞»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora