III

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Un día más en clases.

El profesor explicaba muy inspirado acerca de cómo derivar una función trigonométrialgo.
La noche anterior no había dormido bien, así que su cerebro con las justas procesaba que uno por uno era igual a uno y tampoco se le daban bien las matemáticas, quizás luego le preguntaba a uno de los Mizo Five para estudiar antes del examen en una de sus casas.

Sonó el timbre indicando el fin de la clase junto con el inicio de la hora de almuerzo. Se levantó de su asiento, y sin dirigir la mirada a alguien, salió hacia el comedor para encontrarse con sus amigos.

Su estómago rugía ligeramente, no había desayunado por salir rápido de su departamento.

Detalles.

Hoy era lunes, el platillo de entrada de la cafetería iba a ser de sus preferidos, esbozó una ligera sonrisa acompañada de una risa corta demostrando su alegría.

-¡Takemichi! Por aquí. - a lo lejos, uno de sus amigos levantaba la mano y gritaba varias veces su nombre intentando llamar su atención.- ¡Apresúrate! ¡Quedan pocos tickets para el almuerzo!

Su cerebro entró en marcha y corrió hacia la multitud de personas que rodeaban el mostrador intentando alcanzar darle su dinero a la señorita que atendía.

Esperen, ¿y su dinero?

Tocó sus bolsillos en busca de su billetera, empezó a alterarse levemente al no encontrarlo.

¿Se lo habían robado? No, es poco probable, ¿verdad?

¿Se había caído? Tampoco, sus bolsillos tienen cierre justo para evitar estas situaciones.

Lo único que venía a su mente era dejarlo dentro de su mochila en su aula. Suspiró cansado y dándole una señal a sus amigos de que volvería, fue corriendo otra vez por la misma ruta en sentido contrario.

Abrió las puertas de par en par, buscando con la mirada su carpeta, se dirigió a ella y tomó su mochila para sacar su billetera.

Metió sus manos sin mirar el contenido del interior, de repente sintió un objeto largo, duro y frio en el fondo de su maleta.

Extraño, muy extraño.

Él no es un cobarde, así que sacó con fuerza el extraño "palo" de su posición original, descubriendo que era una especie de flor.

Un girasol para ser exactos.

Hubiera sido una bonita escena si es que la flor no estuviera casi sin pétalos debido al espacio tan reducido chocando contra todas sus pertenencias.

¿Quién coloca un girasol dentro de una maleta?

Término de abrir el cierre dejando ver cada compartimiento, rebusco entre sus libros si es que le faltaba alguna de sus cosas, solo por precaución.

Justo encontró su billetera al lado de un sobre blanco que claramente no era suyo.

No le parecía feo el gesto, pero ¿era algún tipo de broma? Si es así, funcionó muy bien, ahora tendría que quitar todos los pétalos marchitos de sus libros y cuadernos.

En casa resolver este problema.

Tomó el sobre blanco, lo sacudió para que salieran los pétalos pegados a la hoja y leyó el contenido de ella.

"Hasta la flor más bella, se sentiría marchita a tu lado. Guiño."

Solo decía eso.

Rápidamente se tapó la boca para intentar retener una risa que amenazaba con salir entre sus labios.

•Done For You• Mitake Week 2022Donde viven las historias. Descúbrelo ahora