•Done For You• Mitake Week 2022

I

¿Cuándo el mundo decidió dar un giro de 360 grados?

De repente mi entorno se vio afectado por una sorpresiva noticia que me dejaría en blanco durante varios días sin saber qué hacer.

El tiempo pasaba sin detenerse, la soledad comenzaba a presentarse cada día.

Mi vida se asemejaba a un barco en pleno mar sin un rumbo fijo a la falta de un faro que le indicará su camino.

Un cambio tan radical que todavía no procesó.

Tu rostro inerte lucía más pálido de lo usual, tus facciones eran neutrales y tu cabello ligeramente creció.

Es gracioso y lindo, parece como si estuvieras durmiendo junto a tu vieja mantantita que dejaste en casa. Quizás solo es mi imaginación, pero me reconforta tener presente esa imagen tan alegre grabada en mi cabeza.

En otras circuntancias, te habría alagado por ese elegante traje negro que portabas con la cobarta roja sobre tu cuello.

Sería una escena muy hermosa, sí solo no estuvieras acostado en ese pedazo de madera que guardaba tu cuerpo con recelo.

Simplemente con mirarte me descompongo.

No puedo mantener la calma.

¿Cómo te superó?

Dime, Mikey. ¿Acaso no merezco una una explicación?

Mi cuerpo empieza a temblar, aprieto mis puños junto con las amenazas de mis lágrimas con querer salir y mantengo mi enojo adentro para no perturbar a ningún allegado.

¿A ellos también se los ocultabas?

Nadie se preparó para tu partida, nadie estaba listo para afrontarlo.

Veo como Emma se aferra a Shinichiro mientras este intenta contener su cordura para darle apoyo a su hermana. Izana está recostado sobre la pared, su mirada está perdida, luce opaca a comparación de otras veces.

Siento que me oprime el pecho, no tenía ánimos de venir hoy, pero Draken me aconsejo ser educado y venir a despedirte como se debe, que luego me podría arrepentir.

¿Cómo quito esta sensación de mi pecho? Es desgarradora.

Ayer éramos los dos contra el mundo. Y ahora solo estoy yo.

Todavía lo recuerdo como si hubieran pasado horas desde que planeamos una vida entre ambos.

Hablabas con mucha ilusión sobre alejarnos de todo el mundo, comprar una casa no tan grande para no estar alejados con vistas a un cielo despejado azul y brisa fresca, adoptariamos a un pomerania y un corgi que serían como nuestros hijos, cada mañana correrían a despertarnos por querer alimento, tan divertidos y ruidosos.

Era toda una ilusión.

Decías que serías un mal padre, un mal ejemplo. Tus caprichos irían en aumento y que al menos uno de los perros se copiará de tu forma de ser.

Sonaba tan loco, pero la sonrisa en tu rostro me daba valor para arriesgarme a escapar junto a ti sin mirar lo que dejaba atrás.

Siempre radiante, siempre alegre, dispuesto a dar tu propia felicidad por los demás.

Un día como cualquiera fui a visitarte, te acompañe a la azotea y grabe la mejor escena de toda mi vida.

Tu cabellos rubios se movían con el viento del momento, tus labios estaban abiertos, lucían sorprendidos sin saber que respuesta darme, pero lo más importante eran tus ojos. Una pequeña luz que brillaba en un umbral de oscuridad que daba entender lo especial del momento.