Parte 8

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Desde la parte mas alta del palacio de los Park Ryeon podía contemplar toda la pradera y la distribución exacta de todas las casas. Incluso a la distancia casi creía ver la de su propia familia a la que ahora raras veces podía ver, desde que pasó a ser parte y a formar su propia familia.

La última luna llena fue una decepción, al menos para ella, de hecho era la época favorita para el personal de la huerta pero para ella fue signo de mal augurio porque, contrario a lo que creía, no concibió un bebé. Mantuvo sus sospechas en secreto tanto de su suegra como de las damas de compañía que en esencia sólo le servían a la señora de mayor edad. Solo la joven Choi fue testigo de sus mareos y vómitos matutinos y fue ella quien sembró la idea en la cabeza de Ryeon.

La última vez que JoongGil vino estuvieron juntos y Ryeon, como meses antes, deseó haber concebido al hijo de ambos para hacer las largas ausencias de su esposo más llevaderas.

Aun así pasó la noche de luna llena y al día siguiente, al levantarse, Ryeon vió la conocida mancha roja en las sábanas blancas de su futón.

Lágrimas de incredulidad y dolor se deslizaron por su rostro y solo la joven Choi fue testigo y consuelo en su quiebre. Lo único que le pedía al destino era que protegiera a su esposo y le diera un hijo. Lo primero fue concedido, después de todo ella seguía recibiendo su correspondencia mensual oculta de su suegra, pero lo segundo no. Después de años de matrimonio toda la corte femenina de la casa comenzaba a preguntarse si Ryeon era el problema, extendiendo rumores malintencionados tanto en el palacio como en la villa.

Aquellos idiotas no se detenían a pensar que las esporádicas visitas de JoongGil era aquello que impedía tener un heredero. No se sabía en qué parte del ciclo lunar regresaría y por esto mismo no se podia determinar una fecha prometedora para la concepción de un hijo.

Ryeon sabía que JoongGil no tenía prisa y las pocas veces que regresaba se encargaba de demostrarle que, aun sin hijos y seguramente escuchando los malintencionados rumores, la seguía amando como el primer dia.

Después de limpiar la mancha y dejar nuevamente el futón en orden, Ryeon permaneció encerrada en su habitación escribiendo una carta a su esposo. Tenia unas ganas terribles de comentarle todo lo que sucedía en el palacio en su ausencia, pero no se sentía lo suficientemente valiente como para hacer que la relación de JoongGil con su madre se fragmentara, especialmente porque, aunque se amaban, Ryeon no podía asegurar qué bando tomaría su esposo; si el de su madre o el de la misma Ryeon, quien peleaba esa batalla por ganarse un lugar en el palacio de los Park día a día.

Intentaba ser amable con los súbditos, intentaba encargarse de tareas mundanas en búsqueda de no morir de aburrimiento, pero todo era inutil, ellos eran y seguirían siendo fieles a la señora de mayor edad, y a menos que bendijera el árbol genealógico de los Park, siempre sería vista como aquella campesina adinerada que robó el corazón del señor del palacio.

Pero al día siguiente del triste hallazgo ya no había sangre y eso era lo suficientemente raro como para quedarse en la mente de Ryeon. El ciclo femenino de acuerdo a las noches de luna tendía a durar cinco días. Cinco días de sangre y dolores insoportables en el vientre, pero esta vez no fue asi, solo hubo sangre el primer día, pero ni siquiera por ese extraño evento se atrevió a mencionar nada a su suegra ni a preguntar nada a ninguna mujer de la aldea. Decidió guardarlo para ella misma.

Lo que hizo desde ese momento era asomarse al balcón de la parte mas alta del palacio de los Park a mirar el horizonte esperando ver la figura de su esposo, con su caballería, regresar a abrazarla y decirle que la amaba. Era el único consuelo que seguiría necesitando a lo largo de su vida.

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– Es un día tranquilo – dijo el señor Choi y como si sus palabras tuvieran poder, él idiota debío echar una maldición al sistema tecnologico del que la emperatriz de jade se jactaba tanto. Decir eso en el trabajo era un mal augurio y tanto el señor Lim como ella misma intentaron advertirle al señor Choi pero fue demasiado tarde, todo Jumadeong entró en crisis en unos segundos haciendo que retrocedieran aproximadamente cien años en el tiempo y todo volviera a ser como en la época Joseon, a mano.

TOMORROW'S REAPERSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora