5

8.5K 1K 234
                                    

Ambos nos encontrábamos frente a frente. Él se balanceaba sobre sus talones, mientras que yo, no sabía que hacer. ¿Cómo se supone que le voy a enseñar? Si bien se lo básico del vuelo, no se cómo transmitirlo a otra persona y que ésta lo entienda. No es algo que todo el mundo sepa y tampoco es fácil ponerlo en práctica, en especial si nunca tuviste contacto con este tipo de entrenamientos.

Escaneé su cuerpo. Es delgado, pero aún así sus brazos estaban algo trabajados, no mucho, apenas y podía divisar algunos músculos. Tal y como cualquier cuerpo de un chico joven. Tiene un buen porte, hay que admitirlo. Siempre coloca sus manos detrás de su espalda, haciendo que se vea aún más pequeño.

—Bien, lo primero que debes hacer es poder controlar el ki —sonreí. Mala idea, me sonrió de vuelta enloqueciendo otra vez a mi corazón. Me aclaré la garganta intentando calmarme—. ¿Sabes o has oído hablar sobre eso?

Miró al suelo, como si intentara recordar.

—Creo haberlo oído de mi hermano, pero no estoy seguro —apretó los labios e infló las mejillas viéndose demasiado tierno—. ¿Cómo lo consigo?

—Todos tenemos uno, incluso las plantas. Es algo así como nuestra energía vital —expliqué. Me acerqué un poco e hice aparecer una pequeña bola de energía entre mis manos—. En cuanto seas capaz de crear esto, te será muy fácil volar —sonreí con seguridad.

No parecía tan impresionado ante la pequeña esfera de luz de mis manos, por lo que supongo que ya la ha visto en el pasado. Pero aún así, miraba curioso e imitaba mi posición en busca de crear lo mismo, obviamente sin éxito alguno.

—También te enseñaré algo de artes marciales, así podrás defenderte —comencé a estirar mis músculos, realmente no había apuro en enseñarle a pelear. Pero si entrena su cuerpo de manera adecuada podría dominar el ki más rápidamente.

—¿Eh? No necesito que me enseñes —ladeó la cabeza como si fuera un pequeño cachorro—. Mi madre me enseñó a pelear hace mucho, y tampoco lo he dejado. De hecho, es divertido.

Claro, lo había olvidado. La Señora Milk también fue una gran peleadora en su juventud. Obviamente no lo entrenó como sí lo hubiera hecho el Señor Goku, pero la defensa básica la sabe, así como probablemente la fuerza y condición física suficiente como para aguantar el entrenamiento “espartano”. También está el hecho de que es mitad saiyajin y sus genes son diferentes a los de un humano normal. Si lo entreno lo suficiente, mejorará significativamente, tal y como dijo mi padre una vez, los saiyajines se fortalecen después de recuperarse de sus heridas. Obviamente no lo voy a herir de muerte, sólo serán heridas superficiales, no cuento con las semillas del ermitaño, así que no puedo arriesgarme mucho.

—Eso lo hará mucho más fácil —volví a sonreír. Últimamente sonrío mucho con éste chico—. Te entrenaré para que seas aún más fuerte. Ahora, siéntate, relájate e intenta concentrar toda tu energía en tus manos —me senté en el césped y Goten me siguió.

Respiró profundo y cerró los ojos en busca de concentración. Aunque se tensó rápidamente, al no obtener ningún resultado, pero sin que le dijera nada, volvió a relajarse. Aproveché al hecho que estuviera con los ojos cerrados, sólo para verlo en detalle. Su cara es bastante masculina, pero con un toque inocente; sus labios no ni muy finos ni muy gruesos, diría que tienen el tamaño perfecto. Sus ojos son grandes y traviesos, iguales a los de su yo pequeño; su nariz es pequeña, pero extrañamente le queda bien, a decir verdad, es un chico bastante atractivo.

¿Qué acabo de pensar? Esos no son pensamientos propios de mí, jamás en mi vida se me cruzó eso por la cabeza y eso que me he cruzado con muchos hombres en mi vida. Aunque tampoco ninguno me ha hecho sentir cosas que Goten si lo ha hecho, incluso hay cosas que ni siquiera con Mai las he sentido. No quiero reparar mucho en ese pensamiento, tengo miedo de llegar a una asquerosa y errónea conclusión.

Alejo todos eso pensamientos y me enfoco en el entrenamiento del menor. Afortunadamente, no le tomó mucho tiempo lograr una pequeña esfera de energía, la cuál le iluminó el rostro. Su boca se abrió con sorpresa y sus ojos brillaban más que de costumbre.

—¡Lo logré! —Comenzó a dar saltos a mi alrededor mientras repetía una y otra vez la misma frase. Hasta que saltó hacia mí en un abrazo efusivo. Sentí como lentamente subía la sangre a mis mejillas—. Lo siento, me emocioné demasiado —me soltó.

No sé el por qué, pero no dejé que se alejara. Lo tomé por la cintura para elevarlo por el aire, girando en mi sitio. Sentía una alegría inmensa ante ese pequeño logro.

—Lo lograste.

También tengo un GotenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora