8

7.3K 891 167
                                    

Goten aún pensaba en las palabras de Trunks, no quería vivir ninguna experiencia traumática ni nada por el estilo. ¿En qué se beneficiaría él con eso? Solamente su pelo cambiaría de color  y ganaría algo más de fuerza, pero, aunque le gustase pelear, no era algo de lo que quisiera vivir, así que no le veía lo bueno. Ya tenía un trabajo al que muchos soñaban llegar, pero pocos lo hacían, su madre ya había superado la muerte de Gohan y sonreía más. Él definitivamente no necesitaba ser un súper saiyajin, ya podía volar, era suficiente.

Habían pasado dos semanas desde la propuesta de ser un súper saiyajin, no volvió a entrenar con Trunks después de eso. Se excusaba diciendo que tenía trabajo, aún cuando ambos sabían que no era cierto, sin embargo el mayor lo dejaba irse. Cuanto más lejos mejor, era lo que pensaban cada vez que se alejaban en direcciones contrarias. Pero, los dos se sentían mal en cuanto se separaban, sin saber el por qué. Bueno, sólo uno, porque Goten tenía bien claro lo que le ocurría, más decidía ignorarlo, no quería relacionarse con alguien tan extraño como lo era Trunks.

Durante el almuerzo de ese día, el mayor decidió sentarse a su lado, muy pegado. Sus brazos se rozaban con el mínimo movimiento, no obstante, ninguno se movía un centímetro. Trunks se preguntaba por qué necesitaba su cercanía, no era necesaria. Pero ahí estaba, haciendo cualquier cosa para que sus manos se toquen “accidentalmente” o que sus brazos se choquen aún más. Bulma los miraba divertida, estaban tan sumergidos en su burbuja, que no  se percataron de la mirada de la mujer. Mai, ella estaba centrada en la televisión y en un aparente robo a manos de tres sujetos.

Cada quien se fue por su lado. Trunks, por fin tuvo el valor de pedirle una cita a Mai, la cual aceptó gustosa, hacía mucho que no salía a divertirse. Fueron al parque de diversiones más cercano, allí, la mujer parecía encantada con cada cosa y pedía subirse a todos los juegos, se sentía una niña de nuevo. Pero, el ojiazul no podía evitar preguntarse como estaría Goten, o que estaría haciendo. ¿Él también se emocionaría así? Era lo único en su mente, sacándole algunos suspiros.

—Deberías de haberlo invitado a él, no a mí —comió de su helado tranquilamente—. No has dejado de suspirar desde que llegamos —lo miró directamente a los ojos.

—No pienso salir con Goten —sentenció apartando la mirada, pero con las mejillas ligeramente sonrojadas.

La chica sonrió con ternura ante tal acción. Eso era nuevo, sólo conocía su lado serio y protector.

—Nunca dije quién —canturreó con una enorme sonrisa—. Podría estar hablando del jardinero —comenzó a reír sujetándose el estómago, el cual le dolía ante la repentina risa.

Trunks cayó en cuenta del enorme error que había cometido. Estuvo tanto tiempo pensando en ese sujeto, que todo lo había relacionado con él, a tal punto de quedar expuesto. Se sentía humillado, pequeño y hasta posiblemente asustado, cada vez más se acercaba a esa respuesta que estuvo esquivando desde que llegó. No le era para nada fácil asimilarlo, lleva casi dos meses dándole vueltas al asunto, pero aún así no puede. ¿Cómo podría hacerlo? Estaba conociendo un nuevo lado de él, aquel que despreciaba con todo su ser, no, para ser exactos le tenía miedo. De un día para otro, todo lo que creyó de su persona se fue por la basura.

Le gustaban las mujeres, obviamente, también le habían gustado algunas chicas a lo largo de su vida, incluyendo Mai. Pero con Goten, era distinto, se sentía distinto. Sentía una enorme molestia en el estómago, su corazón se aceleraba a tal punto que creía que se le saldría del pecho, se sentía nervioso y seguro al mismo tiempo. ¿Cómo era posible que un mocoso le haga sentir todo eso con una simple mirada? No lo conocía tan bien, podría ser un desalmado futuro villano, podría tener gustos raros, ¿quién sabe?.

—S-Sólo se me ocurrió —rio y tartamudeó nervioso. Demasiado expuesto.

—Trunks —se puso seria de repente mirándole a los ojos nuevamente—. ¿Te gusta Goten?

Y ahí estaba, la pregunta. No quería que llegara, pero alguien tenía que preguntárselo, de lo contrario, se iba a ir sumergiendo en ese bucle de negación tras negación. Aunque la incógnita siempre estuvo atascada en su mente, necesitaba de terceros para procesarla correctamente y poder llegar a una conclusión. Conclusión que ya todos saben, menos Goten, quien simplemente sigue con su vida sin pensarlo mucho, no es como si se fuera a morir, hay muchas personas en el mundo.

—¿Qué si me gusta Goten? —preguntó de manera irónica mientras reía— ¿Qué si me gusta Goten? —volvió a repetir, pero esta vez sin reír—. Él… él… él… —su voz se fue apagando hasta quedar en un simple susurro—. ¿Me gusta?

Y al fin se hizo esa pregunta que estuvo esquivando tanto tiempo.

También tengo un GotenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora