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Narrador omnisciente

Ese gesto, tal vez pequeño y sin importancia para Goten, significó mucho para Trunks. Él jamás había hecho algo como eso, ni siquiera con Mai, a la que juraba amar con fervor. Pasó días pensando el por qué de ese abrazo, más no hallaba ninguna respuesta, al menos no las que quería. Se sentía terriblemente confundido, tanto así que ni siquiera podía comer correctamente, preocupando a sus allegados, quienes lo veían cada vez más sumido en sus pensamientos, moviéndose automáticamente, como si estuviera programado. Ya casi no hablaba, sólo daba breve respuestas que no dejaban satisfechos a nadie.

Goten, por su parte, logró volar en cuestión de horas y en pocos días ya era sumamente veloz, también su resistencia y condición física habían mejorado bastante, permitiéndole así entrenar por periodos más prolongados. Si bien sabía que era mitad alienígena, como el le decía, nunca le había tomado importancia, después de todo, alien o no, para vivir tenía que trabajar. Pero ahora, entendía el por qué Bulma en algunas ocasiones le había sugerido que elevara la intensidad de sus pequeños entrenamientos, que más que nada los hacía para mantenerse en forma y prácticamente bajar la enorme cantidad de comida que tragaba diariamente.

Ahora, ambos mantenían una pelea, en dónde Trunks no usaba ni siquiera el cinco por ciento de su fuerza, mientras que el menor usaba toda. Aún así, el mayor estaba sorprendido por las habilidades de lucha del contrario, eran muchas técnicas de peleas, desde judo hasta ju-jutsu, incluso juraba haber visto algunos movimientos de boxeo. Si Goten tuviera la fuerza de su padre, con esas técnicas, tal vez le hubiera dado buena pelea a Black, pues esa clase de lucha se perdía a la hora de enfrentar a los enemigos y sólo lanzaban golpes y esferas de energía a lo loco. El pelinegro tenía un enorme potencial y él iba a pulirlo lo más posible.

Goten terminó completamente exhausto y tirado sobre el césped del jardín trasero de la casa. Respiraba con dificultad, sin embargo, tenía una enorme sonrisa en el rostro, junto a unas mejillas levemente sonrojadas a causa del esfuerzo físico. Una imagen sumamente tierna para cualquiera, y Trunks, no iba a ser la excepción de eso, aunque se obligó a si mismo a dejar de pensar en eso.

Deja de mirarlo de esa manera —se dijo a si mismo. Aunque hizo caso omiso a ese pensamiento, su mirada estaba fija en el rostro sonriente de su estudiante, que para su buena suerte ya podía respirar con normalidad. Ambos se miraron fijamente a los ojos. Trunks sentía un millón de emociones al mismo tiempo, su corazón latía desenfrenada mente haciéndole doler el pecho en el proceso. Sabía perfectamente lo que significaba, pero no quería aceptarlo, tampoco quería lastimar a Mai, la cual apenas y pasaba tiempo con él.

Si aparto la mirada pierdo —Y ese era el pensamiento de Goten. Él nunca se cuestionaba sus sentimientos, sabía perfectamente lo que sentía. Durante ese mes que estuvo conviviendo con el mayor, pudo conocerlo más o menos bien, estaba seguro que le gustaba, aunque fuera algo mayor para él. No se cuestionó nada, tal vez si hubiera sido otra persona, le hubiera dado mil vueltas al asunto, idearía planes para acercarse o invitarle a salir, pero eso no sucedía con Trunks. Desde el primer momento en que lo vio supo que no le había gustado nada el hecho de que él existiera, y aunque más tarde supo que él no había nacido en la línea temporal original, la forma en que el mayor lo había tratado al principio le daba más peso a su suposición, la cual era obviamente correcta.

Al principio creyó que Trunks y Mai estaban saliendo, pero la chica, amablemente le dijo que no era así. Sin embargo, se negó a hacer algún movimiento hacia el chico que le gustaba. Toda su presencia le hacía sentir incómodo, aunque después del entrenamiento, ya no era tanta la incomodidad, aún estaba ahí. Sentía que lo trataba por compromiso, porque estaba ahí.

—¿Tengo algo en la cara? —Preguntó burlonamente. El mayor apartó rápidamente la mirada, mientras que un casi imperceptible rubor se asomaba en sus mejillas.

—S-Sólo estaba asegurándome de que no mueras —tomó una toalla que tenía a su lado y se secó el sudor de su cara—. Parecía que en cualquier momento te desmayarías —le arrojó la tela en la cara y se levantó de su sitio.

—¿Me harías respiración boca a boca si eso pasara? —Sonrió coquetamente.

Ahora sí el rostro de Trunks estaba completamente rojo. La imagen de él dándole los primeros auxilios pasó a ser un beso pasional, hasta juraba que había visto sus lenguas enredarse. No, no y no. Eso únicamente pasaría el día que su padre admitiera que Goku era el número uno, y estaba seguro de que su progenitor se suicidaría antes de admitir semejante humillación.

—¡Idiota! ¿Es que acaso no respetas a tus mayores?

La risa del menor no se tardó en llegar.

—Era broma. No es para que te pongas así —secó una lágrima invisible mientras se incorporaba hasta quedar frente al ojiazul.

—¡Idiota!

Y así salió volando con todas sus fuerzas, expulsando hacia atrás al pobre Goten dejándolo nuevamente tendido en el suelo.

Gané —pensó con una sonrisa triunfante.

También tengo un GotenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora