Capítulo 10

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Ronald Collins.

De todas las personas, tenía que ser Ronald Collins.

Creo que lo he mencionado antes; el patán que todo mundo quiere.

Ronald terminó de abotonar su pantalón mientras caminaba directo a nuestra mesa y con un salto muy brusco se sentó a mi lado.

-¿Y este?, ¿Qué?-escupió, lanzandome una mirada de desprecio.

-Él es el amigo de Jen, ¿recuerdas?-pronunciando la última palabra de su oración entre dientes, mientras se escuchaba un golpe debajo de la mesa.

-¡Ay!-chilló Ronald-claro que si, cómo olvidarlo.

Esto era demasiado para mi, Peter, Brad y las chicas eran gentiles hasta donde cabía serlo, pero Ronald...me era totalmente despreciable. Aún sin conocerlo directamente, lo era.

Jen, Clair y Liz estaban justo llegando a la mesa, pero yo no quería estar allí ni un segundo más.

-Creo que sería mejor que me vaya-dije, levantandome de la mesa-debo ver si mis amigos necesitan algo. Fue un placer conocerlos a todos, espero verlos luego.

Al alejarme, todos sonreían agitando su mano. Excepto Jen, Liz y Ronald. A lo mejor notaron por qué me fui de una forma tan brusca.

De todas formas, los amigos de Jennifer no erán tan malos como pensé. Después de lo que hablamos aquel día, cuando la conocí, no pensé que las personas con las que ella se juntaba fueran tan conocidas en toda la escuela. Qué extraño.

Cuando me di cuenta, los chicos no estaban más en la cafetería. Me estaba dirigiendo hacia la fuente de la entrada para quedarme allí el resto del recreo, hasta que frente a la puerta del baño de la cafetería-así es, hay baños EN la cafetería. Creo que no tendría problema con ello de no saber que no hay lavabos allí dentro-se alcanzaba a notar un pequeño objeto rectangular.

Me acerqué para ver con claridad lo que era.

Una tarjeta. Los chicos deben estar aquí adentro.

Abrí la puerta con suavidad, pero el baño estaba oscuro y polvoso, parecía un baño de hospital de cuarta. Con las baldosas de piso de regadera, luces tintineantes y casetas de inodoros hechas un desastre. La habitación era grande, y con ese gran manto de oscuridad encima no se podía ver nada.

Saqué mi móvil y utilicé el flash como lámpara. Fue entonces que me encontré con Will sosteniendo una tarjeta en el aire, mientras Joe, tirado en el piso, ladraba-literalmente-hacia la tarjeta.

Ambos me miraban fijamente mientras los veía a través de la luz que mi teléfono emitía.

Estaban congelados, Will no hizo nada más que verme, mientras Joe aparte de eso, tenía su lengua de fuera.

No mostraba palabras ni movimiento alguno en mi, más que mis ojos en forma de plato observándolos fijamente.

-Puedo explic...-comenzó Will, a lo que lo interrumpí poniendo mi mano en señal de que se detuviera.

Apagué la luz de mi teléfono, me dí la vuelta, y salí de allí.

Parece que no les importó demasiado, porque cuando cerré la puerta los ladridos continuaron. Bueno, no es la primera vez que hacen algo así.

Al salir de allí escuché la campana. Debo ir a clase de química, con la maestra Reynolds.

Fui a mi casillero a tomar mis libros, y me dirige a la clase. No tengo mucho que decir luego de entrar al salón. Me quedé dormido cuando la clase comenzó y al parecer nadie lo notó. A veces me pregunto si alguien en realidad me nota.

Las horas pasaron, y la jornada del día terminó.

Iba de camino a casa, cuando escuché una voz detrás mía.

-Oye, ¿te importa si te acompaño?-dijo

Era Jen.

-¿No es algo tarde para que una chica esté afuera?, mejor yo te acompaño a cas-Ella me interrumpió de golpe.

-No...no lo es. Insisto, vamos a tu casa-dijo Jen, se le notaba un poco nerviosa.

-Bueno, si tú lo dices. ¿Qué te parece si tomamos el autobus en lugar de caminar?-sugerí. Mis piernas me estaban matando por la clase de gimnasia de hoy, y no tenía las fuerzas para ser caballeroso y cargar su mochila y la mía todo el camino a casa.

-Claro, por qué no-dijo, mientras levantaba sus hombros.

El autobus se detenía frente a la escuela, en una pequeña estación. Así que solo atravesamos las rejas de la puerta de el frente, y cruzamos la calle sin mucho problema.

Eran alrededor de las 2:30p.m, el cielo estaba nublado como de costumbre, y la humedad brotaba de el suelo de las calles. No se distinguía ni un alma andando por allí, más que uno o dos señores con trajes que se dirigían a almorzar ya tarde a la cafetería de la cuadra.

La estación estaba un poco oxidada por la nieve ya derretida que caía allí noche tras noche. Las sillas de debajo del techo no lo estaban por supuesto, así que pareció buena idea sentarnos allí a esperar. Mientras esperabamos, comenzamos a hablar.

Algo que especialmente me encanta de ella, es su forma de hablar. Su dulce voz, pero fuertes palabras. Naturalmente, hermoso.

Reímos durante unos minutos de cosas que nos contabamos entre nosotros, hasta que Jen soltó una pregunta.

-Así que, ¿no te agradaron mucho los chicos?-dijo, con un aire de decepción en el rostro.

-¿Eh?, ¿Por qué lo dices?-pregunté, algo nervioso.

-Por como te fuiste ahora, parecía que estabas desesperado por salir de allí-dijo

-No, no es eso. Peter, Brad, Liz y Claire me agradaron, en serio. Pero...-siendo interrumpido por Jen.

-Ronald no, ¿verdad?-dijo ella, con una sonrisa en su rostro.

-No, lo siento. ¿Es un problema?-dije.

-No en realidad, es comprensible que un chico tan inteligente como tú, se sienta molesto por uno tan cabeza hueca como él-expresó, con mucha seguridad-Ah, mira. Allí viene.

Jen intentó levantar su mochila, pero yo la detuve y la tome por ella, con la mía ya en mi espalda.

Ella me sonrió, a lo que yo le devolví el mismo gesto. Ambos subimos al autobus, y sorprendentemente, ella me dejó pagar. Tomamos asiento, y mientras ella miraba el paisaje, y yo no me sacaba una idea de la cabeza, esperamos a llegar a nuestro destino.

¿"Inteligente"?, no me quiero precipitar pero, ¿será algo de coqueteo? No, no creo. Solo trató de ser amable.

Si, eso debió ser.

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⏰ Última actualización: May 02, 2015 ⏰

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