Recuperando a un Uiba

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Subió los escalones que daban a la pasarela dirigiéndose a la puerta. Ya había sacado el equipaje y lo había puesto a salvo, ahora solo debía buscar a Nalbrek y, si la reunión no había acabado, llevárselo a la fuerza.

—¡Ahí está! —exclamó alguien apenas entró en el edificio y, lo siguiente que supo, era que dos lobos lo sujetaban inmovilizándolo.

—¿Se puede saber qué ocurre? ¿Qué pretendéis? —preguntó luchando por soltarse mientras era arrastrado hasta la casa Uiba para ser llevado a la habitación donde dormían, solo que, en lugar de estar Nalbrek o alguien conocido, se encontró con varias lobas desnudas—. ¿Qué significa esto? —exigió de nuevo, cuando le pusieron unos brazaletes y al ver sus símbolos los reconoció de inmediato: eran brazaletes mágicos creados por humanos para evitar el cambio a animal. Miró a su alrededor mostrando sus dientes, retador, cuando lo obligaron a beber algo mientras le quitaban la ropa—. ¿Es que estáis locos?

Por un momento se detuvo demasiado sorprendido por su atrevimiento, pero, de inmediato, siguió intentando soltarse con todas sus fuerzas, evitar que lo desnudasen pero no pudo hacer nada mientras comenzaba a sentirse extraño y, cuando acabaron de desnudarlo, una de aquellas mujeres se acercó a él, de manera se obligó a centrarse enseñándole los dientes cuando uno de los lobos que lo sujetaba le cogió la barbilla obligándolo a mirar hacia arriba hasta tal punto que tenía la sensación de que le iban a romper el cuello, pero olvidó aquello cuando sintió como la chica comenzaba a restregar su cuerpo desnudo contra el suyo, dejándolo sin saber qué hacer por un momento hasta que comenzó de nuevo a luchar sin éxito sintiendo como las chicas pasaban una tras otra restregándose contra él mientras él luchaba por soltarse hasta que, por fin lo dejaron.

—Gracias por la ayuda. Si todo va bien, te devolveremos a ese Uiba mañana —dijo burlón el lobo que parecía estar al cargo—. Vamos —ordenó saliendo todos de la habitación y quedándose solo.

Sacudió la cabeza con fuerza antes de quitarse los brazaletes lanzándolos disgustado al suelo, al parecer le habían dado algún tipo de activador que hacía que se sintiese atontado después de tanto tiempo sin celo. Se obligó a dirigirse a la puerta cuando su visión se nubló por un momento. Se detuvo sacudiendo la cabeza ya que por más que le hubiesen dado un activador, lo que sentía era excesivo para alguien sin celo. Sintió como el calor, la incomodidad, seguía creciendo fuera de control, amenazando con volverlo loco cuando entendió qué estaba pasando.

—Nalbrek —murmuró tragando saliva en seco.




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—... suficiente... no es suficiente —gimió metiéndose más profundo el palo mientras las feromonas se extendían llenado la habitación—. Solo un poco...— gimió empujando para tensarse cuando escuchó en la lejanía la puerta abrirse así que miró hacia allí con ojos vidriosos—. Necesito —comenzó tendiendo la mano—. Necesito... —lo volvió a intentar.

Cambiantes Libro II. Vínculo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora