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Un mes había transcurrido desde lo que fue la desastrosa fiesta en casa de Wooyoung y la primera clase del profesor de piano.

Nada a cambiado tanto, simplemente San tenía más confianza en Hongjoong pero no se lo decía y hacía todo lo posible para que este no se diera cuenta. Y es que de forma muy desprevenida comenzó a sentir cariño, aunque tampoco esperaba menos, el profesor de piano siempre está cuidando de él y cumple con su promesa de protegerlo.

Aún si lo trata mal, le insulta o le pega con su bastón el joven nunca cambia su actitud.

Muy dentro suyo deseaba que Wooyoung fuese como Hongjoong, porque así no sentiría miedo de estar encariñado. Tampoco sentiría la constante necesidad de alejarlo cada que tenían un acercamiento.

Hoy estaban en el centro comunitario, era día sábado y se hacía la entrega del último piano que la señora Min Hyena había donado.

— Otro piano de cola —hablo Hongjoong—. Es muy bonito, además parece nuevo.

— Estos estaban en mi casa —sonrió Hyena algo nostálgica—. A mi esposo le encantaba escucharme tocar todos los días antes de cenar.

— ¿Ya no?

— Lamentablemente no lo sé, dudo mucho —respondió desanimada—. Después del segundo bebé las cosas cambiaron mucho.

— ¿Aún se aman? —pregunto está vez San.

— Yo lo amo, es el primer y único amor de mi vida —respondió segura de sus palabras, mirando su anillo de compromiso—. No sé si es lo mismo de su parte, espero que si o eso me dejaría mal.

Eso puso pensar un poco a San, su relación últimamente estaba peor que antes.

Wooyoung discutía mucho con él porque San aún no comprendía como su novio permitía que un imbécil como Juwon siempre intentará tocarlo o seguir con insinuaciones asquerosas, sin recibir un castigo de su parte. También le parecía injusto que Hongjoong siempre se lleve todos los golpes y insultos, siendo que no son nada.

— Me voy por hoy, chicos —Hyena rompió el silencio que tenían—. Tengo varias cosas que hacer y ya estoy retrasada —tomó sus cosas para salir del salón de música que es dónde estaban, los jóvenes le acompañaron hasta la puerta—. El próximo viernes vendré de nuevo, Hongjoong me prometió que lo podía escuchar tocar.

— Él lo hace muy bien —San dijo con una sonrisa.

— Ya creo yo que sí —se despidió dándole un beso en la mejilla a cada uno de los chicos y se fue por la puerta principal.

Antes de salir, el chico de cabellos ahora bi color se encargo de revisar que todas las ventanas y puertas que daban al exterior estuvieran cerradas. Después regreso para tomar la mano de su compañero y poder salir.

— Te llevo a casa ¿no?

— ¿Me llevarías a otro lugar?

— Tú madre no está en la ciudad y Wooyoung me presto su carro a cambio de que te cuide —respondió el bajo—. Podemos ir a otro lugar, sólo si tu quieres.

— ¡Me gustaría mucho! —dijo emocionado.

Kim miró lo entusiasmado que estaba Choi, fue una idea bastante improvisada de su parte pero no tenía nada que hacer hoy y sabía que por parte del otro era lo mismo.

DÍAS DE LLUVIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora