𝖮𝖭𝖤, 𝖳𝖶𝖮, 𝖳𝖧𝖱𝖤𝖤

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𝐂𝐇𝐀𝐏𝐓𝐄𝐑 𝐓𝐇𝐑𝐄𝐄

Ambos británicos estuvieron ensayando el guion y practicando el acento americano hasta altas horas de la noche, mejor dicho, madrugada

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Ambos británicos estuvieron ensayando el guion y practicando el acento americano hasta altas horas de la noche, mejor dicho, madrugada. Habían estado despiertos hasta aproximadamente las cuatro de la mañana. La hora había pasado muy rápido y ni siquiera parecía que lo habían notado. Solo disfrutaban de su compañía.

Charlotte al darse cuenta de lo tarde que era le ofreció a Joseph pasar la noche ahí, ya que no era para nada oportuno irse a esa hora. Él británico aceptó, sin pensarlo mucho, sabía que quizá era peligroso y no quería que nada le pasara ni a él, ni mucho menos a la chica que se le encontraba enfrente. Por lo que Charlotte se dispuso a guiarlo hasta la habitación de en la que se solía quedar Joe casa que iba a visitarla, habitación que se encontraba justo frente a la a de la rubia. Le dió un pijama limpio que tenía del anterior nombrado a Joseph y se despidieron deseándose una linda noche.

Actualmente son las nueve de la mañana. Charlotte se encontraba sentada en su cama acostumbrándose a la luz del día, pues acababa de despertar. Se dirigió al baño para así lavar su cara y dirigirse a la cocina donde se encontró a Joseph preparando el desayuno.

— Buenos días, bella durmiente. — Saludo alegremente mientras terminaba de cocinar. — Lamentó no tener un desayuno de cinco estrellas, pero era lo único que podía hacer con lo que había en la despensa. Por cierto, lamento entrometerme en tu despensa.

— Buen día, señor sol. — Bromeó Charlotte. — Hey, no te preocupes. Amo los waffles. Pero volviendo a la despensa, no he tenido tiempo de comprar cosas, apenas llegué hace dos días. — Justificó.

— Lo entiendo. Si quieres podría acompañarte cuando vayas de compras. — Se ofreció con amabilidad.

La rubia asintió. — Sí, por favor. Suelo ir con Maya pero entre nos... — Se acerca a él para susurrar. — Trae de todo lo qué hay menos algo comestible.

— No puede ser. — Susurró Joseph también, a lo que ambos rieron.

Después de eso sirvió los waffles en dos platos, mientras terminaba de preparar café. Ya era consciente de lo mucho que Charlotte amaba esté, así que no se le ocurrió nada mejor que hacer una de sus cosas favoritas.

— Disfruta de este rico desayuno preparado por el chef, Joseph Quinn. — Bromeó mientras se sentaba junto a la británica.

— Muchas gracias, Joe. Siendo honesta nadie había cocinado para mi jamás, aparte de mis familia. — Confesó mientras apoyaba su cabeza en el hombro del contrario logrando que su aroma sea captado por sus fosas nasales. — Dios, hueles muy bien. Es como una mezcla de perfume Dior y tabaco.

𝖽𝖺𝗇𝖽𝖾𝗅𝗂𝗈𝗇𝗌   |   𝗃𝗈𝗌𝖾𝗉𝗁 𝗊𝗎𝗂𝗇𝗇Donde viven las historias. Descúbrelo ahora