Daphne Tyson, una chica con una vida normal, una adolescente como cualquier otra. Vive en un pueblo pequeño de Indiana, Hawkins, con su abuela, un pueblo en el que supuestamente "no pasa nada".
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Capítulo 7: La bañera
— Nancy — la llamé.
Todavía seguíamos donde la policía, ya que Jonathan estaba siendo interrogado por ellos.
Habían encontrado en su coche productos de caza, muy peligrosos. Estaba con su madre y Hopper, pero igual las dos estábamos nerviosas.
— No lo van a encerrar — le agarré la mano, al notar que no dejaba de temblar — Lo tienen que soltar, no ha hecho nada malo — me miró.
— Lo sé, lo sé — suspiró y rodó los ojos — Pero todo esto me pone muy nerviosa, ademas, tardan mucho — explicó, sin dejar de mover la pierna.
Es verdad que estaban tardando mucho, pero perder la calma no serviría de nada.
— Por cierto — dije y la miré, ella suspiró y me miró, todavía nerviosa — ¿Qué era lo que me tenias que contar tan urgente? Que como ha pasado todo eso... — comenté, tratando de desviar su mente a otras cosas.
— Oh — exclamó y se incorporó en la silla — Anoche no pude dormir, pensando en todo lo que había pasado y, he descubierto que aquella cosa que te atacó es un depredador — explicó, pero yo no entendía a que se refería. Alcé una ceja confusa.
— Aha, si, con depredador — hice una pausa y bufé — ¿A que te refieres exactamente? —
— Que le atrae la sangre — dijo y yo seguía confundida — Ataca a sus víctimas cuando tienen alguna herida o algo. La sangre les llama — explicó y yo asentí — Por eso hemos ido a por todas esas cosas Jonathan y yo, para poder cazarlo —
— O sea que, ¿hay que estar herido para que esa cosa te ataque? — dije y ella asintió, yo bufé y empecé a mover la pierna, nerviosa — Pues que bien — añadí sarcástica.
— Si... lo que no entiendo es porque atacó a Barbara — dijo, algo confusa.
— No se, ¿se hizo alguna herida en la fiesta? — pregunté, tratando de unir alguna pieza que nos faltaba, pero ella negó.
De pronto, Hopper y Joyce salieron, indicándonos que entráramos con ellos. Nancy y yo nos miramos nerviosas, pero obedecimos sin rechistar.
Nos llevaron a una sala cerrada, con poca luz, y algo siniestra. Jonathan estaba ahí, sentado en una de las sillas. Nancy y yo, cuando llegamos, nos sentamos en otras dos que había libres. Hopper, que tenía una. fotografía en la mano, nos ma enseñó. Era la que Jonathan había hecho a Barbara la noche de la fiesta.
— Dices, Jonathan, que esa cosa se siente atraída por la sangre, ¿verdad? — indicó Hopper, con ese tono de voz intimidante que tiene.
— No lo sabemos — contestó él — Solo es una teoría, no sabemos nada aun — siguió y nosotras asentimos.
