CAPÍTULO 8

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CAPITULO OCHO: NADA

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CAPITULO OCHO: NADA


    Jamás me he sentido más libre que rodeada de naturaleza. Y sentada en mi tejado esperando a que el sol estuviera listo para respirar otra vez, me sentí lo más real y tranquila que había conseguido desde aquella noche.

    Me tomé el tiempo de dar una última inhalación profunda antes de bajar la mirada al moreno que esperaba paciente, apoyado en la barandilla del balcón.

    Pareció darse cuenta de que lo observaba, porque se giró y me regaló una sonrisa preciosa. Amplia y perfecta. Solo entonces me di cuenta de cuánto las había echado de menos.

—Buenos días, amor. ¿Cómo estás?— Me encogí un poco de hombros, entrecerrando los ojos por la luz que ahora nos iluminaba—. ¿Quieres ir a por muffins?— Asentí y me deslicé hacia abajo apoyándome en la barra de metal. Conrad me agarró suavemente, ayudándome.

    Una vez estuve enfrente suya le miré a los ojos, estos brillando como hacía tiempo no veía. Sus manos se mantuvieron en mi cintura y yo me tomé el tiempo de observarle con detenimiento.

—Eres guapísimo —susurré, colocando el pelo de su frente suavemente. Su sonrisa creció y yo presioné, delicadamente, mis labios sobre ella. Luego acaricié su nariz con la mía y sonreí también.

    Conrad tomó mi mano y no la soltó en todo el camino hacia la pastelería. Recuerdo haberlo  escuchado hablar sobre colores del cielo y surf en la playa mientras yo me limitaba a escuchar y absorber la energía despreocupada y juvenil que le rodeaba.

—¿Qué vas a hacer hoy? —preguntó.

—Belly me ha pedido que la acompañe al ensayo de su baile por la mañana—. Él asintió atento—. ¿Tú?

—Voy a ir con Cleveland unas horas—. Lo vi agacharse a recoger algo del césped y luego volver a acercarse a mí, esta vez con una margarita en la mano tendida en mi dirección.

    Por un momento no supe qué hacer. Me bloqueé en la imagen del chico enfrente mía preocupándose en recoger una flor del suelo porque había notado que mis ánimos no eran los mejores aquel día. Luego la tomé entre mis dedos y él siguió su camino, dejándome unos pasos atrás, todavía en trance.

Turning Page || Conrad FisherDonde viven las historias. Descúbrelo ahora