Tenerlo sin intentarlo

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Nunca me había tomado la oportunidad de describir mi tiempo en ese lugar, ya que se sentía como un sueño que ni si quiera era mío. Yo en la rama cultural, jamás se había visto, a mis 15 años de repente cambiar de carrera fue demasiado imprevisto, nuevamente, era algo que nunca fue mío. 

Y sin embargo lo convertí en mi fortaleza.

Empecemos, por que por fin, puedo ponerlo en palabras y dejarlo de tomar como lo que fue físicamente, para aprender y seguir, aquí vamos. 

Todo comenzó como una confusión, un día soleado se convirtió en un remolino de nuevas emociones, yo pensaba que era por mi bien, siempre la niña buena, la atlética y aplicada, jamás la desconfiada. Las tres pruebas fueron bastante fáciles, de verdad intente pasar, pensé que era por mi bien. 

Pensé que haría muchos mas amigos, que aprendería cosas nuevas, que podía seguir creciendo, y lo hice, tuve amigos que luego me odiaron, aprendi cosas que se conviertieron en trabas mentales, creci, demasiado, rapido. 

Yo no entendía el mal que existía en el mundo, mi vida anterior a eso fue estricta y cerrada, siempre encaminada a un mejor futuro, siempre en movimiento, nunca estática.

Nunca he sido una persona callada, poco abierta, siempre trate de llevarme bien con todos, de llevar la vida por la paz por que claro, eramos adolescentes, no entendíamos que tanto daño nos hacíamos con los comentarios que decíamos, las etiquetas que nos poníamos y las amenazas que nos tendiamos.

Entendí que la vida que llevaba no era la suficiente, tenia que ser mejor, tenía que dar todo de mí y así fue como caí en el error de disfrutar del precipicio.

Si somos sinceros no nací con ese tipo de dones, de la danza y el canto, yo no tenía la intención de volverme buena en eso, pero mi don era ese, tenerlo sin intentarlo, y vaya que enfurecia a mucha gente.

Yo no le prestaba la suficiente atención a los demás como para percatarme del magnetismo que me cargaba, era rara, si, única, no diferente, simplemente original, eso lo entendía, me esforcé antes por no ser una más, por ser aquella de la minoría.

Pero cuando te aplastan por ser tu, por caminar y hablar como tu, por tener esa mirada altanera y justiciera, vuelves a preguntarte, ¿de verdad quiero ser tu?

Si quería y me aferre a ese pensamiento, noche tras noche, día tras día, viaje tras viaje, me aferre al pensamiento de que quería ser como yo, como si ser yo fuera otra persona, la personalidad que se encarga de hacer ver todo fácil, de crear y destruir en un parpadeo, de desaparecer y volver con mil y un trofeos.

Esa era yo.

La que de un momento a otro estudiaba lo que muchos querían, viajaba a donde otros no podían y hacia lo que todos, bueno, intentaban y no conseguían.

¿Pero de donde?

¿Talento?

¿Don?

¿Miedo?

Años después me doy cuenta de que fue todo, intente ser todo, intente ser buena hija, buena hermana, buena amiga, buena estudiante, buena deportista, buena bailarina, buena cantante.

Misión que se me daba, misión que la completaba con éxito.

Por que era era yo, no importaba que tan mala era la misión, yo siempre ganaba.

Y termine ganando hasta el último momento.

Disfrute mucho mi estadía por que nuevamente comprobé que podía ser todo lo que quisiera, pero no entendía por qué todo a mi alrededor de repente estaba oscuro y frío.

La lluvia comenzó a tornarse en el único clima en todo el día, las personas que me rodeaban ya no estaban presentes, la comida era desabrida, la ropa sin chiste, los viajes solitarios y mi voz...

Oh mi voz, ya no era igual, las noches eran cada vez más cortas y los días más largos, los entrenamientos más cansados y las notas me nublaban la vista.

Cuando quise recuperarme ya estaba en el fondo, hacia todo lo que se me pedía, jamás falle en nada.

Entonces, ¿qué fue lo que pasó?

Me fragmente, me hice la idea de que podía ocultar los hechos, los dolores y las ansiedades, de que podía volar sin caminar, pero me faltaban alas.

Perdí tanto, perdí tiempo, perdí la vida de adolescente que quería.

Y gané un carácter frío y detonable, gané el pensamiento de ser la número uno en todo, gané noches en vela, gané miedo al amanecer, a los baños solitarios, a las personas empalagosas.

Encontré tranquilidad en la música, a pesar de que se me calificaba con ella nunca la odie, no podía enojarme con lo que salvó mi vida, como podía darle la espalda a lo que me salvaba una y otra vez, en lo que empecé a ser buena para sobrevivir.

Esta vida llena de deseos ajenos, de triunfos nublados y envidia externa era lo que yo acostumbraba a tener, cuando no lo tienes llega el desequilibrio.

Llego el fin de ese tiempo, en donde aprendí a como manejar mis alrededores, de como apagar esta sensación de pertenencia, de cómo seguir sin mirar atrás, de cómo olvidar que las demás personas son humanos por el hecho de que a mi se me trato como todo lo contrario.

Mi tiempo había llegado a su fin, no todos sabrán de lo que pasé, lo que tuve que hacer para sobrevivir y las veces que me olvidé de mi misma para seguir adelante pero gracias a eso es que llevo la paz hoy.

Quisiera decir que el "Tenerlo sin intentarlo" es mi maldición por la envidia que surge tras ver los hechos, pero el don me pesa más.

Me pesa más saber que hoy me estoy recuperando y que soy capaz de lograr lo que los demás no pueden.

Me gusta más saber que tu vas a querer ser lo que yo soy, tener lo que yo tengo e ir a donde yo vaya, y jamás vas a poder ser, tener e ir a donde yo elija.

Tenerlo sin intentarlo suena bien como resumen de vida.

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⏰ Última actualización: Jul 13, 2022 ⏰

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