Cuando de apostar se trata, perder, no es una opción, y Amelie lo tiene muy claro. Sobre todo cuando la apuesta es respecto al chico que dice odiar. Por ningún motivo quiere dejar que se salga con la suya.
Él es arrogante, tosco, mujeriego, insopor...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Mis ojos se sienten pesados cuando poco a poco comienzo a despertar. Soy consciente del olor a alcohol que inunda mis fosas nasales y eso me provoca que arrugue la nariz. Al abrir los ojos el rostro de Byron me queda de frente. De inmediato retira el algodón.
Lo observo en silencio durante algunos segundos mientras mi mente intenta recordar qué ha pasado. Qué fue lo que me provocó el desmayo.
Tardo algunos segundos en recordar y cuando lo hago...
¡No!
—Dime que no fue real.
Mi voz es casi una súplica. Me niego a creer que eso fue cierto.
Byron esboza una sonrisa de disculpa.
—Lo lamento, pero parece que lo es.
No. No. No.
¿Cómo puede ser eso posible? ¿Cómo puede ser que mi padre esté vivo? ¿Y por qué mamá me dijo que estaba muerto? ¿¡Por qué!?
Las sensaciones dentro de mí se vuelven abrumadoras, asfixiantes...
—Tengo que hablar con ella.
Me levanto de la camilla donde estoy acostada de un solo movimiento.
—Oye. Con calma.
No le presto atención a lo que Byron me dice y continúo mi camino a la salida. Sigo recto por el pasillo y, sin pedir autorización de nadie, irrumpo en la habitación donde está mi madre. Para mi suerte la encuentro despierta.
—¿¡Por qué me mentiste!?
Soy incapaz de contener mi furia y la encaro sin mayor preámbulo. Ella me mira confundida mientras termino de ubicarme al frente.
Ah. No sabe de qué hablo...
—¿Por qué dijiste que mi padre estaba muerto y ahora resulta que no es así?
Su rostro se llena de entendimiento.
Yo estoy furiosa… o más bien dolida. No lo sé. No soy capaz de controlar ni mucho menos definir mis emociones justo ahora.
Veo cómo traga grueso y se esfuerza por hablar.
—Tuve que hacerlo.
—Dame una buena razón de por qué lo hiciste o te juro que esto es algo que jamás te voy a perdonar.
Ella suspira.
—Él no te quería. Me pidió que abortara.
Un nudo se forma en mi garganta pero me obligo a tragármelo.
—Me sorprende que no lo hicieras si al parecer tú tampoco me querías.
—Pero no lo hice porque yo no era capaz de algo así. —Suspira y luego de una pequeña pausa continúa con la historia—. Él estaba en el mejor momento de su carrera, a punto de graduarse y ya le habían ofrecido una vacante en el hospital de San Francisco. Dijo que tener un hijo en ese momento era truncar sus sueños. Que eso le arruinaría la vida porque todavía no estaba preparado para esa responsabilidad y no la quería.