A veces pensamos mucho y decimos muy poco.
Estamos acostumbrados a oír, sentir, que nos hacen daño y no hacer nada, a decir "si le quieres déjale ir" ¿en qué mundo masoquista nos hemos convertido? ¿Qué es eso de dejar escapar algo que sin duda amas? A veces no pensamos que, cuando alguien se va, quizá te está esperando al otro lado de la carretera, por si decides seguirle.
Y es que vivimos en un lugar en el que los besos son solo eso, besos, donde los compromisos son solo en iglesias, donde amamos una mentira y somos capaces de vivir en ella; como si encontráramos la comodidad de un hogar, y no nos damos cuenta de que el verdadero hogar está al lado de quien más nos quiere. Juzgamos con los ojos vendados, sin darnos cuenta de que quizá lo que falla está en nosotros, gritando en silencio que necesitamos ayuda porque no tenemos el valor de pedirla.
Tenemos miedo al amor, cuando decimos "no encontrará a alguien como yo" o cuando afirmamos que "el amor es una mierda", sin darnos cuenta de que quizá la mierda son las personas. Y para consolarnos creamos guías y libros para sobrevivir a una ruptura en doce días, cuando en el fondo sabemos que nunca se olvida, solo se aprende a vivir con ello.
Por eso siempre me he enamorado de las personas huracán, esas que llegan un día y te desordena de arriba a abajo, esas que te rompen los esquemas, esas que no se pueden estudiar. Esas personas que igual que un día viene, mañana se va; y sabes que, aunque se vaya y posiblemente no vuelva, ha sido el mejor desorden que te han ordenado nunca; y que no hay día que no le esperes al otro lado de la carretera, por si decide seguirte.
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1001 formas de quedarse
Poetry“No existen más que dos reglas para escribir: tener algo que decir y decirlo”. Oscar Wilde.