capitulo 30

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*Advertencia: Éste capítulo contiene narración explícita.*

A pocos metros de distancia, pude ver una de las cabañas de madera que estaban acondicionadas como baños. Mi corazón latía fuerte contra mi pecho, las manos me sudaban y me sentía completamente nervioso. Minho lucía tan decidido y yo no sabía exactamente que esperar.

Entramos al baño silenciosamente e inspeccioné todos los compartimentos para ver si no había alguien más ahí. Estábamos completamente solos.

—¿Estamos solos? —me preguntó apretando mi mano.

—S-Si —susurré.

Enredó sus dedos en mi muñeca para tirar de mí hacia él. Sus brazos se envolvieron en mi cintura y sus labios se fundieron con los míos en un beso fiero y urgente. Mis manos se posaron de inmediato en sus cabellos mojados haciéndome cosquillas entre los dedos.

Su lengua exploró mi boca a conciencia mientras sus manos se aferraban a mi cintura.

El beso disminuyó su intensidad y comenzó a ser lento, pausado, calmado... Como si tuviéramos todo el tiempo del mundo. Podía sentir su cuerpo frío por el agua y deslicé mis manos por su pecho, sintiendo las suaves y pequeñas gotas de agua surcando sus firmes pectorales. Sus besos descendieron lentamente desde mi mandíbula hasta mi cuello y sus manos se deslizaron por mi espalda una y otra vez, calentando la piel sensible por el sol con su toque.

Ahogué un jadeo cuando succionó mi cuello dejando marcas el calor subió por mis mejillas y me sentí sonrojar. susurró —Eres tan suave...

Sus dedos se deslizaron suavemente por mi piel y susurró una maldición cuando sus dedos tocaron mis pezones. Me tensé por completo ante su caricia pero no me importó haber echado mi cabeza hacia atrás intentando absorber la sensación placentera que me recorrió.

Sus labios buscaron los míos y me dejé llevar por el lento ritmo de sus caricias sus besos húmedos descendieron por mi mandíbula, mi cuello y el hueso de mi clavícula antes de bajar poco a poco Me mordí el labio inferior para no gemir cuando sentí su lengua deslizarse por mi piel haciendo que la sensación placentera se extendiera por todo mi cuerpo. Todo era tan nuevo, tan increíble, tan dulce...

—Ven aquí —susurró mientras me guiaba y sentaba delicadamente en una banca de madera que se encontraba en una esquina del improvisado vestidor dentro de los baños, se hincó frente a mí y lo miré mordiéndome el labio inferior, Puso una mano en cada una de mis rodillas mientras las abría delicadamente sus manos trazaron círculos por mis pantorrillas y mis muslos. Antes de deslizar suavemente una mano por el punto en el que mi pierna se unía a mi cadera.

Me estremecí por completo y entonces, sentí su mano frotar suavemente por encima del delicado material de la parte de abajo de mis bermudas dejando mi ereccion ya visible.

Me sorprendí a mi mismo alzando las caderas para encontrar su toque, y apreté los puños mientras cerraba mis ojos intentando digerir la enorme sensación abrumadora que me recorrió.

Minho apartó su mano y esperó mi reacción.

Cuando vio que no me quejé, volvió a hacerlo; ésta vez con más seguridad, arriba y abajo mis caderas volvieron a alzarse con su delicada caricia. Poco a poco, bajo mis bermudas y me estremecí al sentir sus dedos rozando mi entrada.

Un gemido involuntario salió de mis labios cuando sus dedos entraron tan despacio sobre aquella sensible área.

—¿Te gusta? —susurró Minho con la voz enronquecida, mientras volvía a repetir aquel suave movimiento.

Otro suave gemido se escapó de mis labios y me llevé una mano a la boca para silenciarme. Comenzó a mover sus dedos suavemente, y una extraña sensación de placer comenzó a recorrer mi cuerpo. Todo era tan nuevo, jamás me había sentido de aquella forma.

Mi respiración comenzó a subir y bajar mientras intentaba reprimir los gemidos que amenazaban por salir de mis labios; era involuntario. Por más que trataba de quedarme callado, no podía.

Me di cuenta de que tenía los ojos fuertemente cerrados cuando busqué su mirada. Él lucía tenso, sus labios entreabiertos me pedían a gritos que los besara, su mirada oscurecida se teñía de algo que no pude reconocer sus mejillas estaban ligeramente ruborizadas y un creciente problema n su pantalón.

—¿Se siente bien? —preguntó mientras cambiaba el ritmo de su caricia por una más lenta.

—S-Si —tartamudeé en un gemido.

Mis piernas comenzaron a temblar y mis caderas comenzaron a alzarse en busca de mas contacto íntimo y, por sobre todas las cosas, delicado.

Se levantó del suelo y su toque desapareció mientras se sentaba a mi lado.

—Ven aquí —susurró mientras me hacía sentarme sobre sus piernas.

Lo rodeé con mis piernas sintiendo un gran bulto debajo de mi, inclinó la cabeza contra mi cuello haciéndome cosquillas con su cabello húmedo por la piscina. Su aliento golpeaba contra mi oreja y el estremecimiento me recorrió.

Deslizó su mano por mi vientre y entre mis bermudas rozando con las suyas. Eché mi cabeza hacia atrás, sobre su hombro y él comenzó a besar mi cuello mientras me acariciaba.

Mi respiración era agitada, entrecortada, sonora. Mis caderas se movían por voluntad propia intentando encontrar su toque, y su brazo libre me aferró contra un jadeo salió de mi boca.

—¡Min! —exclamé en voz baja.

—¡Oh, cariño!, ¡Te voy a hacer sentir tan bien! —gimió mientras nos movíamos buscando más.

Mis piernas comenzaron a temblar. Todo mi cuerpo se sentía débil sobre el de Minho, mi respiración era pesada, de pronto hacía mucho calor. Sentía la piel sensible ante su roce y un hormigueo en el vientre me distrajo. El placer recorría mi cuerpo por completo.

Su pulgar comenzó a acariciarme y apreté en un puño la tela de su taje de baño.

—Vamos, Hanji. Déjalo ir. —susurró contra mi oreja.

Su cabello me hacía cosquillas en la nuca y su respiración contra mi cuello enviaba escalofríos por todo mi cuerpo.

—N-No puedo —susurré, sin saber exactamente qué era lo que él quería que sucediera.

—Estás a salvo, amor. Yo te cuido; sólo déjate llevar —murmuró con la respiración entrecortada.

El ritmo de sus movimientos se aceleró un poco y el hormigueo en mi vientre se hizo más intenso, y de pronto todo mi cuerpo se tensó en la espera de algo que ni siquiera yo sabía que era.

Mis piernas temblaron aún más y ya era imposible quedarme callado. Pequeños gemidos salían de mis labios y de pronto, sucedió. Todo mi cuerpo se tensó ante la oleada de placer que me golpeó y me desplomé en espasmos contra el pecho de Minho.

aunque no pueda verte |minsung| Donde viven las historias. Descúbrelo ahora