Capítulo 6

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Entre lágrimas y lloriqueos Sharon trataba de explicar su situación. Por más que preguntaba quién los mandó, qué querían de él y por qué estaban haciéndolo, no consiguió palabra alguna de sus secuestradores. 

Le vendaron los ojos en cuanto entró al automóvil, Sharon forcejeó para que no le taparan la vista pero sus múltiples intentos fueron en vano porque también le ataron las muñecas.

— Por favor, déjenme, tienen a la persona equivocada, yo no tengo nada que ver con lo que sea que sea esto — no dejaba de llorar — Que me dejen ir, déjenme ir ¡MALDITOS HIJOS DE PUTA! — Sharon se dió cuenta que había insultado a las personas que aprisionaban su libertad, creyó que sus secuestradores lo lastimarían por atreverse insultarles y tratar de arañar sus rostros pero no recibió ningúna reprimenda o amenaza. En un instante Sharon entendió que le querían llevar a un lugar donde les pidieron a los sujetos que no le lastimaran, esto no era un secuestro con un fin de tortura como muchas veces mostraban en las noticias.

Había pasado ya un rato desde la captura de Sharon y ninguna persona en el auto le dirigió la palabra, permanecían con la miraba al frente y de vez en cuando un llamado les llegaba por el audífono que tenían en el oído que provocaba una reacción en los sujetos captores.

— Díganme qué es todo esto — su voz ya era débil pero aún tenía la fuerza de hablar — Al menos conozco quién les pidió a ustedes hacer esto, ¿Para quién trabajan?, tengo diabetes e hipertensión, además tengo indicios de anemia, mis órganos no son sanos

No obtuvo respuesta, pero por su mente la idea de que haya sido obra de los señores del local, fue más que obvia, que hayan contratado a alguien para secuestrarlo y venderlo como mercancía de prostitución o algo ilegal, era demasiada coincidencia que justamente después de irse del local de Adán y Cecilia, estas personas fueran por él. Lo más probable quizá es que le quisieran para prostitución, por eso no lo lastimaron para no dañar su cuerpo.

Sintió el movimiento del coche al ser estacionado, el sonido de las puertas delanteras cuando salieron el piloto y el copiloto también cuando las azotaron. Sharon se asustó y acobardó cuando sintió el viento frío entrar al auto, ambas puertas de los asientos traseros con brusquedad y al mismo tiempo fueron abiertas, dejándolo solo en el coche por un pequeño instante, un minúsculo momento donde sintió un ligero alivio. Una persona lo cargó sobre sus hombros y caminó con él encima, escuchó nuevamente que abrieron una puerta pero ya no era de un coche ahora era una puerta más pesada.

— Llevenlo a su habitación — esa particular voz ya la conocía Sharon, pero estaba un poco aturdido y no razonó lo suficiente como para darse cuanta que le pertenecía a Alberic.

— ¿La principal, señor? — habló el hombre que cargaba a Sharon — De acuerdo

El hombre continuo caminando con Sharon encima, subiendo las escaleras y sosteniendo fuertemente al menor, la presión sobre su estómago hacía que se revolviera todo por no haber comido, y estaba empezando a marearse.

— Bájame, tengo ganas de vomitar — empezó a forcejear con más insistencia,
— ¡Que me bajes! — gritó, ese grito alarmó a Alberic que se encontraba en la planta de abajo, veloz alcanzó a los que estaban teniendo un percance justo en las escaleras.

— Dámelo — Exigió Alberic tomando a Sharon en brazos — Vete — le dijo al hombre, éste sin decir más se marchó.

-— Tranquilo Sharon, sh... sh... sh... — con movimientos suaves de arriba a bajo en la espalda de Sharon, Alberic intentó calmarlo.

La sola sensación de que fuera a vomitar, hacía que Sharon quisiera llorar. Cuando lo hacía la incomodidad de su garganta y el dolor de su pecho eran tan horribles que no le importaba en dónde se encontraba, en todas las ocasiones llorar era su única opción para calmarse.

Un bebé grande en proceso Donde viven las historias. Descúbrelo ahora