Capítulo 7

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Evidentemente, no fue la mejor manera de integrarse a esa nueva forma de vida para Sharon. Pero la determinación de Patrick y su esposo, al querer tener a Sharon como parte de su familia, fue abrumador de sobrellevar, para ambas partes. Por un lado, una pareja que le encantó la idea de convivir con una persona y tratarla con las características propias del ABDL, sin experiencia en el campo y con muchas preguntas al respecto. Por otra parte, Sharon, alguien que justo llegó a la vida de los esposos, en el momento indicado, siendo precisos, cuando los casados decidieron hacerlo posible, con la carga de adaptarse a una nueva vida ajena a todo lo que conocía con anterioridad.
Quizá no era lo correcto, pero sí lo que Sharon necesitaba, el amor incondicional que de niño nunca sintió.

No a muchas personas les pasa, que cuando se avientan a su cama, la cobija les quede encima, cubriendo su cabeza o parte de su cuerpo. Muy convenientemente eso le ocurrió a Sharon.
A veces lo único que necesitas es cubrir tu cara con tus manos y gritar internamente que te trague la tierra, que te conviertas en ave para volar muy lejos de ahí o que te vuelvas invisible para escapar sin ser capturado.
A Sharon le fue concedido aquello que no muchos tienen, estaba en su propio espacio lejos de las personas, dentro de su cárcel personal y con una cobija que le permitía cubrir su rostro petrificado. Qué más podría desear en un momento como ese, a excepción de estar en su casa, era lo que más quería.

" Esto debe ser un sueño " fue lo único que su mente alcanzó a razonar.

Tal vez olvidar que fue aseado por otra persona y que previo a eso fue secuestrado,  el creer en la reencarnación era una idea un poco menos terrible.

— Sharon, lamento llegar hasta ahora — Patrick no se detuvo en ningún momento, en cuanto vió a Sharon caer de espalda en el colchon, corrió hasta la cuna — ¡Sharon!, ¡Cuidado! — bajó de prisa los barandales y quitó la cobija del rostro de Sharon. — ¿Estás bien, bebé?

— Esto es tan irreal  — susurró al aire el menor.

A Patrick se le vino a la mente, la idea de que Sharon había despertado porque su pañal estaba mojado o que tenía hambre. Según sus cálculos no había probado comida desde antes de haber firmado el contrato, y no hubo oportunidad de alimentarlo por la fatiga que tuvo Sharon luego de su escape.

El mayor aproximó su mano al pañal, lo apretó suavemente para checar si estaba mojado. Sharon se exaltó por el atrevimiento de Patrick, no creía que le fuera a tocar de esa manera.

Golpeó bruscamente la mano de Patrick y se hizo bolita en una esquina de la cama, su mirada expresaba temor y desconfianza.

— Qué te pasa estúpido idiota —  exclamó Sharon alzando la voz  — No creí que fueras un pervertido a este nivel, ¿enserio?, vestirme así para complacer tus malditas fantasías sexuales, me das asco — le costaba poder hablar, sentía impotencia y enojo, la garganta se volvió pesada, su lengua tenía una sensación de entumecimiento, su situación le hacía creer que estaba en extremo vulnerable, le dolía tan sólo pensar que tendría que defenderse utilizando uno de sus pocos recursos disponibles, el habla, esto fue percatado por Patrick, quien atónito veía como los ojos y nariz del menor se tornaron rojitos.

— No, no es así. Sharon, eso no es verdad, lo que trato de hacer es revisar el pañal. Juro que nunca fue ni será mi intención tocarte de esa manera, sólo quiero que seas mi bebé, mi niño, parte de mi...

Sharon hizo callar a Patrick con un llanto desgarrador, la manera en la que lloró hizo temblar a Patrick. El sentimiento de haber causado el llanto a alguien menor, le fue desagradable, la culpa interna era de lo peor.

Sharon tenía una expresión de dolor, como el rostro de un niño a quien se le es arrebatado una de sus personas favoritas. Con el entrecejo fruncido y sus ojos levemente cerrados, sus brazos trataban de  proteger su cuerpo aunque el temblor de sus extremidades hacían desvanecer sus fuerzas, no le daría la espalda a Patrick para al menos defenderse por si volvía a intentar tocarlo.

Un bebé grande en proceso Donde viven las historias. Descúbrelo ahora