Capítulo Quinto: Esquinas de las sombras

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Había pasado casi un mes desde la maravillosa prueba con Will Shane y Thaddeus Blakk no había escuchado del más mínimo rastro de su enemigo entre varios planes que ya había llevado a cabo.

O la babosa había terminado de forma excelente su trabajo o Shane estaba al borde de morir en algún otro sitio. De cualquier manera, no le podía importar menos, mientras Will estuviera fuera de sus asuntos todo podía seguir como estaba.

Las babosas no podían hacer nada más que negar con su cabeza y tratar de esconderse en la jaula que las encerraba, Blakk las transformaba una por una con calma e interés en las nuevas formas que adquirían. El sonido de la puerta le interrumpió su diversión.

- Disculpe que lo interrumpa, jefe.

- Ya lo hiciste – gruñó el hombre.

- Me preguntaba si había visto al niño.

Los ojos verdes se abrieron un poco más al recordar que no había visto al mocoso durante todo el día.

- ¿Qué quieres decir con eso Maurice?

- Uno de los nuevos me preguntó algo, Eli estaba junto a mí y cuando terminé de explicar él ya se había ido.

No era como si le preocupara el bienestar del pequeño, pero el puño de Blakk golpeó la mesa en la que estaba trabajando.

- ¡Encuéntralo ahora mismo! Y que el sujeto que provocó esto obtenga su escarmiento.

- Entendido Doctor. Lo buscaré de inmediato.

El pelirrojo seguía las ordenes rápidamente, pero en el fondo sinceramente estaba preguntándose a dónde había ido Eli y si estaría bien.

- ¡Auch! Ugh... tonta roca.

Burpy no pudo evitar reírse de Eli, se había golpeado el pie contra un pedazo de roca que el niño no había visto y había saltado cómicamente en una pierna por unos momentos.

- Ja ja, si claro, ríe mientras podamos, si mi padre se entera que salí de casa yo seré el castigado no tú – suspiró Eli, agachándose para recoger a la infierno y ponerlo en su hombro.

Todo comenzó con una idea sencilla, estaba al lado de Maurice, con una cara mortal de aburrimiento al tener que esperarlo cuando volteó a ver a Burpy que le hacía gestos con los ojos para la dirección dónde estaba la entrada de la fortaleza.

Eli abrió ligeramente boca, pensando que tal vez no era mala idea hacerle caso a Burpy en esto, siempre parecía querer llevarlo afuera. ¿Y si quería enseñarle cosas divertidas e interesantes que se estaba perdiendo por estar siempre encerrado en casa?

La babosa anaranjada le sonrió y dijo algo que no entendió completamente. Aunque, con cada año que pasaba parecía entenderlo mucho mejor, seguramente pronto sabría descifrar incluso aquellos extraños y tiernos sonidos que hacía.

Sus ojos azules se desviaron a su tutor que le explicaba al nuevo empleado de su padre que hacer, con el silencio de lo que había aprendido para escabullirse y atacar por sorpresa en uno de sus entrenamientos, Eli se alejó de los adultos y con cuidado puso el código que usaba Maurice para salir de la fortaleza.

"Es genial que estas puertas sean super calladas" Eli pensó al salir y seguir a Burpy que se iba alejando como si no hubiera un mañana, disfrutando sus primeros momentos de libertad.

Ahora estaban muy cerca del límite oscuro y tenebroso de la caverna dónde vivían. Eli estaba algo preocupado por perderse y ya no poder volver, pero se olvidó de eso en cuanto notó que comenzaban a aparecer algunos cristales con algo muy raro que le emocionó mucho.

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