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-Los nocturnos no deben ser tocados en el día- Continuó Marshall- Solo deben ser interpretados en la noche-.

Me quedé inmóvil frente al piano. No sabía que hacer, si seguir tocando, o dialogar con aquel chico o simplemente salir huyendo. Estaba nerviosa.

-Aléjate de mi- Logré decir luego de un tiempo- Te lo pido- La voz me temblaba, al igual que mis manos-.

-Vamos Stella, no sigas fingiendo que no me conoces- Contestó Marshall con voz seca-.

¿De qué hablaba Marshall? Yo nunca lo había conocido, e incluso, hace unos días no sabía de su existencia.

-Lo siento, pero no se a que te refieres- Me levanté de la silla con estremecimiento- No te conozco y te suplico de que te alejes de mi- Estaba cerca de la puerta para salir del salón, pero él me impidió el paso-.

-Mientes- Susurró Marshall con cierta tristeza-.

-Déjame salir, por favor- Pedí amablemente-.

-No puede ser cierto, Stella. Dime que todo esto es una broma-Dijo taciturno-.

-Lo siento, pero no te entiendo. No te conozco...

Marshall me sorprendió con un repentino abrazo.

- ¿Qué...haces..?-Pregunté desconcertada-.

-Dime que todo esto es una mentira, una farsa- Sentí una pequeña lagrima caer en mi hombro y eso me dejó aun mas confundida-.

-Creo que te estás equivocando de chica- Contradije- Y si me das permiso...-. Separé sus robustos brazos de mi y abrí la puerta cuidadosamente.

-¿Entonces todo esto es verdad?-Preguntó cuando me disponía a salir del salón- Ya veo...la verdad solo duele cuando has vivido mucho tiempo en la mentira...-.

Marshall no intentó detenerme, así que me alejé corriendo del salón de la música. ¿Qué había ocurrido? No lo entendía. Pero sabía algo, y era que mi corazón no dejaba de latir apresurado, y mis manos no dejaban de temblar.Las palabras de Marshall se repetían una y otra vez en mi cabeza.

A medida de que volvía a mi casa, pude tranquilizarme y pensar claramente lo que había sucedido. No encontraba solución. El camino a casa era largo, así que puse audífonos en mis oídos y reproduje una canción en mi dispositivo. La canción era melancólica y tranquila. Perfecta con el clima, que ahora era pálido con nubes amenazantes. Las primeras gotas comenzaron a caer lentamente, y crearon un paisaje asombroso. Triste, nostálgico, pero sorprendente. No pude evitar pensar de nuevo en Marshall y en sus palabras. La noche caía, y faltaba poco recorrido para llegar a casa, cuando apareció una persona que no deseaba ver.

-¡Hey, sorda!- Sasha estaba parada enfrente mío. Lucía una minifalda oscura y un saco que no cubría su abdomen- ¿Quién te creíste que eres?-.

Sasha se acercó a mi y escupió mis zapatos. En instantes, Roxane y Katherine aparecieron a mi lado, con la misma pinta de Sasha.

-Solo porque Marshall te defendió no quiere decir que las cosas van a cambiar- Amenazó Roxane moviendo su pelo de lado a lado-.

- Te lo advertimos, ¿verdad?-Intervino Katherine-.

Me quedé en silencio. Ellas querían que yo les respondiera, pero para pelear se necesitan dos y yo no iba a rebajarme al nivel vulgar de ellas.

-¡Joder! Me sacas de quicio, siempre aparentando que nosotras no existimos- Se quejó Roxane sacando un cigarrillo de su minifalda-.

-No por mucho seguirás con la misma actitud...- Sasha se arremango el saco y con su mano en forma de puño, golpeó mi vientre-.

El golpe me dejó sin respiración, haciendo que mi cuerpo declinara. Era débil físicamente y eso fue una gran desventaja.

Letras Color Escarlata ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora