Capitulo 4

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Esa noche en especial fue sumamente difícil conciliar el sueño. Incluso sentía envidia de ver a su amado descansar tan pacíficamente. Cuidando de no hacer mucho movimiento para no despertarlo se levantó de la cama dispuesto a ir a la cocina para prepararse un té. Tal vez eso lo ayudaría a relajarse.

Mientras esperaba a que el agua hirviera se distrajo observando una de las fotografías pegadas en el refrigerador: su rostro y el de Félix se veían borrosos por el movimiento, pero se podía apreciar la sonrisa del rubio, las nubes grisáceas y a él mismo, poco más atrás de su novio.

Aquel día habían decidido tener una cita inesperada. Félix hizo pucheros sin parar hasta que finalmente lo convenció de ausentarse al trabajo solo para ir a ver una obra de teatro musical.

Changbin marcó para reportarse enfermo y una vez que salieron de la escuela fueron a comer a un restaurante cercano.

—Ni siquiera sabía que te gustaban los musicales. —comentó Changbin, repartiendo la comida entre sus mejillas para hablar sin escupir.

—No hables con la boca llena. —le regañó. —Yo tampoco sabía, pero me gustó Vaselina...

Changbin río ante la precipitada conclusión.

Luego de ir a comer fueron caminando al teatro. No quedaba precisamente cerca, pero tenían tiempo de sobra. Además, a Félix le encantaba pasear por la ciudad, ¿y quién era Changbin para negarle algo a su solecito amado?

Cuando la obra concluyó Félix salió cantando y tarareando el tema principal, asombrando a Changbin por su capacidad de memorizar.

—¿Podemos comer un helado, Binnie?

El mencionado asintió besando la pequeña y pecosa naricita de su novio. Caminaron nuevamente, deteniéndose en una heladería, para seguir su trayecto esta vez hasta un parque cercano a su casa. Por desgracia la calma no duró mucho, pues una tormenta se acercaba rápidamente hacia ellos, provocando que nubes grises comenzaran a rodearlos y poco a poco la lluvia los empapara.

Al principio no le tomaron la importancia debida, terminaron su helado rápido y dirigieron su camino hasta casa. Sin embargo, cuando el viento también se hizo presente, Changbin apresuró el paso, notando como Félix temblaba de frío.

—Pidamos un taxi, amor. —dijo al notar que aún les faltaba un buen tramo para refugiarse.

Félix negó con un puchero, asegurando el agarre y echándose a correr. Changbin gritó temeroso de que alguno de los dos se cayera y terminara arrastrando al otro, provocando que el rubio riera.

—Guarda eso, Lee. —le gritó, viendo como el menor sacaba su celular para tomar una fotografía.

Félix obedeció. Después de retratarlos corriendo bajo la lluvia, claro.

Changbin soltó un suspiro cuando el sonido burbujeante del agua hirviendo lo regresó a la realidad. Preparó el té en silencio, aun con los recuerdos de aquel día lluvioso en su mente.

Alzó la vista cuando escuchó a Félix llamarlo, sonriendo ante aquel "Binnie, ¿dónde estas?" ronco y adormilado.

—Ya voy, amor.

Tomó la taza de té y volvió a la habitación.

Félix, amado míoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora