Capitulo 14

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Manejó a una velocidad poco más alta de la permitida, estaba ansioso por llegar a casa. Estacionó el auto descuidadamente, siendo precavido solo por no aplastar las flores que Félix había plantado.

Cambió el aromatizante de la sala y puso uno en la cocina, dando, con esa acción, inicio a los detalles finales. Encendió la estufa y tapó el sartén; puso un poco de música y comenzó a limpiar los trastes que había ensuciado antes de irse.

Una hora después la mesa estaba adornada por un mantel, las copas ya estaban servidas con vino, la comida en los platos, las velas estaban encendidas y los pétalos de las rosas estaban esparcidos creando un camino de la habitación al comedor. Corrió al baño a cambiarse y cuando estuvo listo decidió que era momento de ir por su novio... futuro prometido.

—Félix, amado mío. —llamó, acercándose a la habitación. —¿Estas listo?

Al abrir la puerta el rubio ya lo esperaba. Se veía tranquilo, no era un manojo de nervios como Changbin, llevaba el cabello al natural, lacio, un poco de maquillaje, solo para darle color a la piel. Idéntico a su novio, Félix llevaba un traje, pero con aspecto menos formal: la camisa estaba entreabierta por los botones sin abrochar y el saco no le llegaba a la cadera, sino a la cintura, de no llevar una prenda debajo sus abdominales se mostrarían.

Tomó entre sus brazos a Félix, dejando unos cuantos besos en las mejillas, frente, nariz y boca antes de caminar juntos al comedor.

A unos minutos de la casa, en la parte trasera de una de las varias unidades de policías que conducían a través de la noche a toda velocidad, Chris mordisqueaba sus labios nerviosamente, jugando con sus manos.

—Tranquilo, chico, hiciste lo correcto. —le dijo el oficial que conducía.

—Es mi mejor amigo. —murmuró al borde del llanto.

—Por eso estás aquí. —respondió la oficial en el asiento del copiloto. —Tú amigo necesitará ver un rostro conocido.

Chris deseó con todas sus fuerzas estar equivocado; esperaba llegar a casa y encontrar a Changbin cenando solo, tal vez llorando, pero solo.

Para su desgracia Changbin estaba muy lejos de llorar; reía y conversaba plácidamente con Félix, disfrutando cada minuto de su cena especial.

—Félix, amado mío. —comenzó aclarándose la garganta. —Se que es uno de nuestros aniversarios, pero no es la razón principal de esta cena...

Bajo la mirada atenta de Félix, Changbin casi temblaba de nervios. Respiró profundamente, sujeto la pequeña y delgada mano del menor, tratando de calmarse. Inhaló y exhaló una vez más antes de escuchar a Félix preguntarle qué sucedía.

—Lamento haber tardado tanto en pedírtelo. —viendo a la persona frente a él las lágrimas se acumularon en sus ojos. —Deseaba tanto el momento correcto que solo retrasaba los planes... pero me di cuenta de que si estaba contigo cualquier momento era el correcto.

Con la mano libre sacó la cajita de terciopelo de su bolsillo.

—Lee Félix, te amo y te prometo que jamás, jamás dejaré de amarte, ¿me harías el honor de casarte...?

El ruido de las sirenas policiacas lo interrumpió. Sus cejas se arquearon al ver las características luces rojas y azules. Cuando llamaron a la puerta finalmente la confusión dio paso al miedo.

—Seo Changbin, policía. Abra la puerta, por favor, sabemos que está ahí.

Tardó en reaccionar, mas, no dejó que el pánico lo paralizara. Cuidadosamente jaló a Félix hacia él, corriendo a la habitación y encerrándose. Las lágrimas salieron sin permiso al escuchar como golpeaban la puerta de la casa. Besó desesperadamente el rostro de amado, temblando por lo que podría suceder.

Félix, amado míoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora