Capitulo 8

51 12 5
                                    

Changbin apagó el cigarrillo cuando vio a Jeongin acercarse a él. El menor se sentó a su lado, jugueteando con sus manos.

—¿Cómo estas, Innie?

El de cabello negro pareció pensarlo un poco.

—Bien... ayer fuimos a ver a Lix. —Changbin asintió con la vista baja. —Hyunjin dijo que lo extrañaba y creo que lloró un poco.

Changbin acarició la pierna del menor al notar como, a pesar de sonreír, sus ojos le traicionaban, cristalizándose.

—Es fácil extrañarlo; lo veíamos todo el día aquí. —Jeongin asintió, limpiándose las lágrimas discretamente, antes de que escaparan por sus mejillas. —Él también los extraña.

—Querrás decir "nos". A ti también te debe extrañar.

—Ah, sí, a todos nosotros.

Changbin observó el cigarrillo apagado, aún entre sus manos lo paseaba.

—¿Qué es lo que más extrañas de él?

Aquella pregunta no le extrañó viniendo de Jeongin. Si bien el menor solía amenazar con golpearlos ante la mínima muestra de afecto, era una persona emocional y de vez en cuando necesitaba desahogarse. O al menos eso asumía Changbin.

—La forma en que llegaba corriendo por detrás para abrazarme después de haber tenido clases distintas.

Jeongin sonrió tristemente, asintiendo.

—Extraño como siempre nos pedía un beso a todos para hacerte enojar. —Changbin rio, recordando como Félix ponía los labios en pico hacia la persona más cercana solo porque le disfrutaba ver las reacciones de todos.

—Extraño como imitaba ciertos movimientos de los demás. —Jeongin asintió con emoción, comprendiendo a que se refería.

—Como cuando Minho aplaudía al reír o Hyunjin se estremecía. —hizo una pequeña pausa, viendo a la nada. —Extraño cuando traía esa vieja lonchera metálica de planetas, ¿la recuerdas? —Changbin asintió. —Sus brownies siempre serán mis postres favoritos.

—Podría pedirle... —Jeongin alzó la vista, con una ceja levemente alzada. — a su madre que me pase la receta, ya sabes, Félix siempre dijo que jamás compartiría su secreto.

Jeongin asintió.

—Debo irme, tengo clase.

Esta vez fue el turno de Changbin de asentir. Se despidieron con un ademán.

Félix, amado míoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora