Escucho el agua salir del grifo y siento como recorre mi espalda dejando mi piel mojada por el contacto de ésta.
Fue como volver a la realidad. Lo único que recuerdo es que estaba leyendo el diario y de un momento a otro me encuentro bañándome.
Cuando termino la ardua tarea de bañarme a las 3 de la tarde en un día domingo, mis ojos se cruzan con el espejo haciendo que vea mi rostro. La imagen se me torna nostálgica, no por mi rostro, ese lo veo casualmente todos los días. Si no porque en mi cabeza me imaginaba a Abril, trataba de imaginarme el momento en que descubrió su rostro golpeado y maltratado por los golpes frenéticos de su padre borracho.
Al salir del baño y terminar de vestirme bajé a la cocina. Tenía hambre. Para mi grata sorpresa no me encontré a nadie, así que cogí tres galletas y subí otra vez a mi habitación.
El diario está sobre mi cama, en la misma posición en la que lo dejé, me siento a su lado y me le quedo viendo. Era increíble el cómo, todos los acontecimientos que ocurren en este pasaron desapercibidos por todos.
Siento como mis puños se cierran con fuerza haciendo que mis uñas se encuentren con mis palmas, dolerá más adelante, pero ahora no me importa. Mis dientes rechinan por la presión que mi mandíbula ejerce sobre estos.
¿Qué necesidad había de ocultarlos? Él sabía que podía confiar en mí, o por lo menos eso pensaba.
Miro el diario de reojo y lo unico que pienso es que ya quiero terminar con todo esto, ya es suficiente, estoy cansado de ver todo lo que le pasaba a mi amigo a mis espaldas. Por favor que se acabe ya.
Agarro el libro y retorno mi lectura.
***
Las manos de Rose son muy suaves y con la forma en que me tocan la cara me hacen sentir consolado, me dan apoyo sin siquiera saberlo. Aunque el dolor sigue presente y cada toque es como un cuchillo perforándome el cutis, me siento feliz de que me esté ayudando. Creo que es la primera vez que dejo que alguien verdaderamente me ayude.
-Listo, ya está-
-Rose, de verdad, muchas gracias-
-No hay de qué, ¿somos amigos no?-
Al decir eso su expresión cambia un poco y aunque trata de ocultarlo con una sonrisa no puedo dejar de sentirme culpable.
-Sí...igual, gracias -
Rose y yo volvimos al comedor y mi osadía de comportarme bien y hacerle caso omiso al dolor que sentía continuo.
Las otras últimas horas fueron un infierno, si bien no me tocaba gimnasia, la profesora de literatura nos llevó a un auditorio para empezar a ensayar nuestro proyecto final, un musical. Cantar nunca fue lo mio, pero lo que más odié y que me causó bastantes molestias fueron esas interminable y muy dinámicas coreografías; ¡las odie tanto! Sí, cada paso que daba era como clavarme un cuchillo esos odiosos pasos de baile eran como meterme en una trituradora. Agradecí tanto cuando sonó el timbre que indicaba el fin del día, que me sentí como si hubiera tenido mil orgasmos al mismo tiempo.
El camino a casa fue un poco menos doloroso, al parecer ya me empezaba a acostumbrar un poco al dolor. No hablamos mucho en el camino así que como en la mitad decidí sacar mis auriculares y tratar de safarme un poco de este asqueroso mundo, me sentía un poco mejor aunque no podía dejar de sentir como Rose no dejaba de mirarme. Me hacía sentir un poco incómodo.
Si el timbre del final de clases me hizo sentir múltiples orgasmos, el llegar a mi casa me produjo un nuevo sentimiento indescriptible. Lo único que quería hacer era ir a mi habitación y dormir por toda la eternidad, pero tenía que hacer algo primero.
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figuras en servilletas
Teen Fiction¿Realmente conocemos a las personas? Esto mismo se pregunta Isaac mientras lee el diario de su difunto mejor amigo. > Se le escucha decir mientras duerme, su débil hilo de voz casi como un susurro; producto de otra pesadilla causada por el remord...