Julieta, 25 de agosto de 1654.
Abro mis ojos con dificultad, me siento agotada, conciliar el sueño se me hizo imposible, he llorado toda la noche y ahora que el llanto finalmente cesó, estoy más impaciente por la llegada de la mañana. Me siento con cuidado en el incómodo colchón, miro a mi alrededor adormilada, el harem está sumido en tenue oscuridad y silencio, solo puedo escuchar las respiraciones de las muchachas dormidas a mi lado, debe ser muy temprano para que ningún eunuco o kalfa este merodeando por aquí. Abrazo y apoyo la cabeza en mis piernas, esperando pacientemente a que la madrugada pase y vengan a despertarnos para hacer nuestros deberes.
Una o dos horas pasan, débiles rayos de sol entran por las ventanas del lugar, lo cual me avisa la llegada de la mañana, sonrió con debilidad mientras bostezo, me levanto del suelo, estirando mi cuerpo de la posición en la que estaba, acomodo el vestido con las manos, intentando quitar las arrugas que tiene.
Una joven mujer de cabellos cafés y vestida de manera sencilla, ingresa al harem, da un rápido vistazo al lugar para luego posar su mirada en mí con extrañez durante unos segundos, rápidamente gira su vista a las esclavas, quienes aún siguen dormidas, frunce el ceño y grita pero no comprendo el idioma en que habla.
Las muchachas que tienen conocimiento del idioma, se levantan con dificultad y hacen una fila, mientras que las otras jóvenes que no entienden que está diciendo se despiertan asustadas y aturdidas, al no saber que hacer, simplemente me quedo quieta, intentando comprender algo.
—¡He dicho que se despierten! —volvió a gritar, esta vez en italiano, para mi sorpresa—. ¡Que se levanten y vengan aquí! —elevó aún más su tono de voz.
Aprendí el italiano cuando era pequeña y realmente nunca lo utilicé alguna vez en mi día a día pero parece que ahora me será útil.
Todas hacemos lo que dice y caminamos hacia ella con cautela, nos da una leve sonrisa cuando estamos frente a ella.
—Las mujeres que hayan sido traídas del mercado anoche, estén de este lado —habla y señala su derecha.
Apartándome de las otras esclavas, me acomodo a su lado, miro de reojo a Alexandra, quien está completamente confundida pero al ver que me posiciono en la fila camina hacia mi lado, observo a ocho chicas más dar lentos pasos y acomodarse junto a mí, todas con rasgos bastante similares entre sí, portan cabelleras oscuras o rubias, ojos azulados y grisáceos resaltan significativamente en sus caras, sin duda, su belleza es innegable.
—Soy Gülfem Kalfa, soy la encargada de cuidarlas porque ahora están en el harem otomano, cada una de ustedes se educarán para ser buenas esclavas, para servir de manera correcta a la gran dinastía otomana —dice mientras nos mira de arriba a abajo.
Escucho a mi alrededor suspiros de sorpresa pero me mantengo tranquila, el pensar que soy afortunada al saber como funciona el harem, me da un sentimiento de calma, conozco como comportarme, que actividades haré y enseñarán, aunque el precio para llegar ha sido muy caro, debo saber como actuar para poder sobrevivir.
—Pronto les explicaré más —nos mira— por ahora acomoden sus camas, luego todas vayan a los baños —pronuncia en italiano y después en turco, para que las demás entiendan.
Imitando a las demás, recojo el colchón que se encuentra en el piso, lo enrollo y lo entregó a un eunuco. La kalfa nos guía por los pasillos del harem hasta llegar al hamman, nos da leve instrucciones y nos avisa que nuestro baño debe ser corto.
—Princesa —susurra Alexandra— tome mi vestido para que se cubra.
Me siento mal por ella, sé que también se encuentra apenada pero termino aceptando su propuesta por el pánico que siento de que otros me vean desnuda, se desviste lentamente mientras yo aparto la mirada para no incomodarla, estira la mano y me entrega el largo vestido.
ESTÁS LEYENDO
Amor entre el poder del Imperio.
Ficção HistóricaUna mujer, con sueños, metas y ilusiones, la cual fue quitada de todo lo que amaba, su hogar, sus seres queridos y su vida. Por error ella viaja al pasado y consigue una privilegiada identidad. Tiempo después es secuestrada y se convierte en una es...