Nerea estaba cubierta de sangre limpiando los pies de Andrea, destrozada, humillada, con ganas de llorar, pero con los ojos secos. Es cierto que después de tanto tiempo siendo poco más que un bicho pegado al pie de Patricia había hecho que esto no fuese nada nuevo para ella, se podría decir que se había acostumbrado a ser humillada, aplastada y al dolor en general, no le gustaba, más bien lo temía, pero había aprendido a lidiar con ello. Había odiado cada segundo de su vida desde que empezó aquel curso de inglés, había deseado que todo acabase de una vez. Ahora que la maldición que le impuso Patricia, que no paraba de regenerarla cada vez que sufría heridas, había sido anulada sería su oportunidad para acabar con todo. Solo tenía que dejar de lamer ese pie teñido de rojo para que se cerniese sobre ella la ira de Andrea. Pero no quería acabar así, no amamos de esta zorra, casi preferiría que lo hiciese Patricia, prefería darla a ella ese placer que a Andrea, empezó a pensar que tenía algo de síndrome de Estocolmo.
Siempre había tenido roces y desacuerdos con Andrea desde que todo esto empezó, parecía que se desquitaba con ella por lo que sufría. Pero esto era diferente, odiaba a Andrea incluso más de lo que podía odiar a Patricia. Patricia era una puta sadica cuyo mayor placer era torturar a las personas que encogía, Andrea en cambio había pasado una eternidad sufriendo como ella misma había sufrido bajo el cuidado de Patricia. ¿Como podía alguien no solo hacer lo que Andrea hacía, sino disfrutar tanto de ello? Ella más que nadie debería saber lo que sentían las personas que ha aplastado con su cuerpo desnudo o devorado. Tal vez todo este odio no sea por que su compañera disfrute tanto, sino por que igual ella disfrutaría lo mismo si Patricia le hubiese dado a elegir, como había pasado con Andrea, quería pensar que se hubiese negado como Marcos, pero dudaba... Al fin y al cabo lo más antiguo que recuerda es la mano de Patricia agarrándola por primera vez, estaba segura de que tenía una familia, aunque no recordarse sus nombres ni sus caras, sabía que había ido al colegio, aunque no recordase a cual, ni a qué curso, todo lo que recuerda de su vida es a Patricia. Es por ello que pensaba que habría aceptado la oferta de Patricia, sería la única oportunidad de no ser más un lame pies, una plantilla de unas playeras de gimnasio o una bola antiestrés.
- ¡Follar! -el grito de Marcos sacó a Nerea de su trance.
- ¡Así no lo digas! -se oyó gritar enfadada a la giganta seguido de un grito de dolor del pequeño que llego hasta los oídos de Nerea- Pídemelo bien.
- Andrea... ¿Querrías retomar lo que habíamos empezado pero no hemos podido terminar por que nos habían interrumpido? -un silencio inundó la habitación- ¡¿Querrías hacer el amor conmigo?! -la petición de Marcos, aún sabiendo que eran en contra de la voluntad del pequeño dejo en shock a Nerea, hasta el punto que dejó de lamer la suela de Andrea.
- Hay que ver que cursi eres. Pero ya que me lo pides así... -dijo la joven seguido de una risita- ...tendré que aceptar.
Tras un par de minutos se oyó gemir a la giganta de placer, sabiendo lo que significaba los deshidratados ojos de Nerea empezaron a llorar, allí se quedó, de rodillas frente al talón de Andrea y bajo sus dedos temblorosos, debido a los espasmos que precedían al orgasmo, intentando recomponerse sin mucho éxito. Quería salir de allí, no podía aguantarlo más, se dio la vuelta y salió ágatas mientras su cuerpo temblaba de irá, odio, rabia y... envidia...
Cuando estaba apunto de salir de debajo del pie de la giganta vio como la sombra de este se estiró frente a ella, se giró para mirar hacia arriba, solo para encontrar una pared de carne precipitarse contra ella. Intento saltar fuera de su alcance, pero su pierna derecha quedó atrapada entre el suelo y la masa cárnica con olor a queso. El dolor se hizo notar enseguida. Intentado pensar con la mayor claridad que podía, dadá la situación, se dio cuenta que Andrea había notado que había dejado de agasajarla como la diosa que se creía y este era su castigo. Empezó a lamer entre los dedos de los pies y los propios dedos de la joven mientras lloraba suplicando por que la liberase. Pero lo que Nerea no sabía es que al empezar a masturbarse con Marcos y no notar lamiéndole los pies, Andrea se había olvidado de ella y había bajado el pie por petición de su cuerpo el cual se preparaba para el orgasmo, era tal su trance del placer causado por Marcos que no notaba los inútiles intentos de Nerea entre sus dedos del pie.
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El nuevo curso de ingles
FantasyMarcos se prepara, después de unas relajantes vacaciones, para un curso más en la academia de ingles sin saber que este curso le viene demasiado grande.