El Primer Dia Del Resto De Vuestras Vidas

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Los rayos de luz que se colaban entre las rendijas golpearon a Patricia en la cara, de mala gana se levanto por lo molesta que era la luz. Al incorporarse de la cama se estiró mientras bostezaba, al mismo tiempo que le crujían sus huesos.

Una vez despejada se puso de pie y se fue al baño. Cerro la puerta tras de sí, levantó la tapa del váter y se sentó a hacer sus necesidades. Estuvo un buen rato, sobre un cuarto de hora, más del necesario, pero su teléfono móvil hacía que no se levantase. Una vez aburrida del móvil termino, se levanto y tiro de la cadena.

Se quedó un rato mirándose frente al espejo, estaba ligeramente despeinada y con cara de dormida, al fin y al cabo hasta que no se tomaba su primera taza de café no era persona. Se lavó un poco la cara y fue a la cocina a desayunar.

Se preparó su taza de café bien cargado y se sentó en el sofá, subió sus pies al sofá quedando sus piernas flexionadas de modo que sus pies quedaban cerca de su culo y dejo caer su cuerpo en el respaldo del sofá para acomodarse mejor. Tenía la taza de café agarrada con las dos manos, le gustaba el calorcito que desprendía. Se dispuso a darle pequeños soplidos, debido a que estaba ardiendo, seguidos de sorbitos para no quemarse la lengua mientras veía la tele.

Cuando más relajada estaba empezó a notar algo moverse en sus calcetines. Ella se sorprendió y asustó, pero poco duro, ya que en seguida se dio cuenta de lo que estaba pasando. Su rostro de sorpresa pasó a un rostro de malicia con una sonrisa.

Se sentó derecha en el sofá, dejó la taza de café, con la que todavía no había terminado, sobre la mesita que estaba enfrente del sofá y recogió sus piernas de manera que junto las plantas de los pies quedando en frente de su cadera. Mientras se acariciaba los pies y las piernas suavemente empezó a frotar las plantas de los pies entre sí. Los movimientos dentro de sus calcetines se hicieron más rápidos y bruscos.

Tras unos minutos de jugar se quieto los calcetines lentamente. Una vez sus hermosos pies, los cuales brillaban debido al sudor, quedaron al aire, un escalofrío recorrió el cuerpo de Patricia, esto fue debido al cambio de temperatura de cuando vestía los calcetines al quitárselos.

Recogió ambos calcetines, uno en cada mano, por los extremos y los elevó hasta la altura de su cabeza. Una vez en el aire soltó el extremo por donde está el agujero del calcetín de ambos calcetines. Se oyeron dos golpes secos contra la mesa.

Al bajar la mirada pudo ver los cuerpos sudorosos y malolientes de Nerea y Andrea, estaban jadeando en busca de aire y de agua.  Apenas podían moverse, menos aún ponerse en pie. Era divertido desde el punto de vista de Patricia ver cómo se retorcían sus juguetes.

Para lo que patricia había sido una noche relajante y tranquila, para las pequeñas había sido un infierno. Tanto lamer la pared de su prisión, que no era más que la planta del pie de su torturadora, las había dejado sin saliva y cuando el pie empezó a sudar las obligó a estar tragando gotas de sudor que más que hidratarlas las deshidrataban más debido a lo calientes que estaban y a su amargo sabor.

- Buenos días pequeñas, ¿que tal la noche... ? -antes de que pudiesen decir nada la giganta continuó hablando dando a entender que no le importaba la respuesta de las jóvenes- Yo he dormido bastante bien, aún que habéis holgazaneado un poco... bueno un poco bastante la verdad.

Las pequeñas podían dar gracias de seguir con vida, habían echo todo lo que pudieron desde dentro del calcetín, al fin y al cabo estaban pegadas a la planta de su gigantesca captora, es más había momentos en los que parecían ser parte de la planta de su diosa, lo que dificultaba mucho el movimiento para complacer, si es que se podía, a su secuestradora.

- Supongo que tendréis sed, ¿no? -pregunto la joven, a lo que las pequeñas no pudieron hacer más que asentir- Bien, espero que os guste el café.

El nuevo curso de inglesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora