El infierno en la Tierra

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Hoy era un día extraño; Marcos, Nerea y Andrea se encontraban una vez más en el cajón de la mesita de la sala, si su Diosa no precisaba de ellos siempre les dejaba allí, se podría decir que era el cuarto de los pequeños, con un calcetín sudado de Patricia que hacía de cama y manta al mismo tiempo, el cual se encargaba de cambiar a diario, todo fuese por sus pequeños, y un tapón con un escupitajo de la giganta por si les entraba sed.

Lo extraño del día es que estaban los tres juntos, llevaban sin estar todos juntos, sin la presencia de su captora, desde el comienzo de esta pesadilla, de lo cual hacía ya demasiado, demasiado incluso como para saber cuanto tiempo había pasado. Al fin y al cabo no tenían manera de saber cómo transcurría el tiempo, casi todo el rato estaban en sitios oscuros, ya fuese en el cajón, en el bolso de la giganta, en sus calcetines o calzado y en el caso de Marcos en el culo de Patricia.

Cada vez estaban más apagados, ya ni se resistían... Llevaban demasiado sufriendo, deseando incluso que todo acabase de una vez por todas, que su vida se desdibujaba en sus cabezas. Todo lo anterior a aquel primer día de ingles parecía tan lejano, que los rostros de sus familiares se veían borrosos en sus recuerdos.

Había pasado ya tiempo desde que fueron arrojados a ese maldito cajón, estuvieron en silencio desde entonces, sentados los unos al lado de los otros con Marcos en medio, prácticamente a oscuras, iluminados solo por la luz que se colaba debido a que Patricia no había cerrado bien el cajón. Hace tiempo tiempo sería una oportunidad de escapar, pero ya no.

- ¿Creéis que algún día nos dejará marchar? -interrumpió Nerea el silencio.

Durante un tiempo no hubo respuesta alguna y el silencio volvió a envolverlo todo.

- ¡¿Aún sigues pensando que habrá un final feliz?! ¡¿Que un día te devolverá tu tamaño y podrás irte a tu casa?! -pregunto Andrea a Nerea, se notaba que todo lo hecho por Patricia la había desquiciado.

- No me refiero a eso... me refiero a si algún día nos dejara... morir...

Esas palabras de Nerea impactaron a sus compañeros, sobre todo a Marcos, siempre la vio como una optimista y que pensaba que volvería a su antigua vida, ahora al verla con la mirada vacía no la reconocía, tampoco podía culparla por ese cambio tan drástico.

- Cuando dejes de entretenerla... -dijo Andrea mientras se ponía de pie.

Estuvo dando vueltas por la "habitación" unos minutos, se la notaba nerviosa.

- ¡Dios! -gritó- Llevamos aquí una eternidad.

- Llevamos tres horas... -contestó Marcos.

- ¿Perdona? Llevaremos por lo menos doce horas.

- No, llevamos tres, lo he estado contando.

- ¿Pero que dices? Si hemos dormido y llevamos ni se el tiempo despiertos.

- Habéis dormido, yo no, y habéis dormido una hora, es parte del hechizo de Patricia, recuperamos antes la energía, llevo tiempo notándolo...

Durante unos pocos minutos el cajón volvió a quedarse en silencio.

- ¡La puta que la parió! ¡A ella y a su magia! -gritó Andrea para seguido pegar un chillido hasta que sus pulmones no pudieron más.

- ¿Pero que haces? No chilles, te podría oír. - dijo Nerea mientras se encogía de miedo.

- Me estoy volviendo loca ya -decía Andrea mientras reía y lloraba al mismo tiempo- No hay nada que hacer... seremos torturados hasta desear la muerte y más, cuando a ella le plazca seremos encerrados en un cajón donde ni dormir podemos ya, hasta que final mente se aburra de nosotros y nos mate o nos abandone en el cajón hasta que muramos, si es que podemos por su puta magia...

El nuevo curso de inglesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora