Sunoo es conocido por tener una carrera lucrativa siendo la manzana de la discordia entre las parejas. Un día viéndose envuelto en una deuda, se ve obligado a aceptar el trabajo de romperle el corazón a la joven promesa del patinaje de hielo.
✿ Pare...
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Sunoo de verdad intentó no tomarle importancia, se repitió mil veces a sí mismo que solamente era una salida como amigos pero no pudo evitar arreglarse más de la cuenta. Había estado en un montón de citas, pero esta era la primera que conseguía por su cuenta, y además, con la persona de la que estaba enamorado.
Pensaban irse juntos del departamento, pero Ni-ki salía apenas de trabajar, entonces decidieron irse cada quién por su lado y encontrarse allá.
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Esta vez Sunoo no tuvo que esperar tanto, pasados unos cinco minutos de que había llegado, Ni-ki había llegado también. Compraron los boletos de la función y todavía les alcanzó para comprar un bote de palomitas. Sunoo no podía borrar la sonrisa de su cara, estaba muy feliz por el hecho de que lo hubiera invitado.
—¿Cómo te fue hoy en el trabajo? —preguntó Sunoo.
—Me fue bien, ¿cómo te fue a tí ayer?
Entraron en la sala del cine y Ni-ki prendió la linterna de su celular para poder encontrar sus lugares, y también bajaron la voz para no molestar a nadie.
—Me fue bastante bien —sonrió, pero no le explicó nada de lo que había pasado, y tampoco lo haría.
Encontraron sus lugares hasta atrás de la sala, ya que Sunoo había pedido que fueran hasta atrás por qué cuando estaban hasta adelante el cuello le terminaba doliendo después por mirar hacía arriba.
Sunoo no pudo evitar agarrar su celular y ponerlo frente a sus ojos como si se tratara de un espejo. La verdad es que Sunghoon tenía razón, sus ojos eran claros solo si los mirabas de cerca.
—¿Mis ojos son claros? —se le escapó preguntar a Sunoo.
Ni-ki volteó a verlo sin interés, como si lo que hubiera dicho era la cosa más común del mundo.
—No lo sé, ¿eso importa?
Aunque era algo ridículo, en ese momento sintió que se le rompió el corazón un poquito más. No le quedó nada más que encogerse en su asiento.
—Si... —murmuró, pero Ni-ki no se dió cuenta.
Era casi gracioso pensar que algo que lo hizo sonreír la noche pasada, ahora mismo lo hacía sentirse triste. Creyó que si se había sentido bien cuando Sunghoon se lo dijo, si se lo decía alguien a quien quisiera se sentiría aún mejor. Pero estaba equivocado, y se sintió desanimado por eso.
