017.

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Sunoo no pudo pegar el ojo en toda la noche, los nervios de que viniera Sunghoon a conocer su departamento le daba nervios

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Sunoo no pudo pegar el ojo en toda la noche, los nervios de que viniera Sunghoon a conocer su departamento le daba nervios. Después de la cita que tuvo con Ni-ki—la cual no salió tan bien como él pensaba—llegó al departamento y se puso a limpiar de arriba a abajo para que no hubiera ni una sola minúscula partícula de polvo.

Estaba recostado en la cama que compartía con Ni-ki viendo hacia el techo cuando escuchó  dos pequeños golpes en la madera de la puerta. Se levantó al instante para evitar que sus amigos se despertaran, y salió del cuarto rodeando su propia cama y la cama dónde estaba durmiendo Jungwon.

Abrió la puerta cuando comenzó a dar otro golpe, del otro lado vió a Sunghoon con una sudadera y con el gorro puesto, y en cuánto lo miró le dió una sonrisa mientras levantaba una bolsa de compras.

—Tengo que admitir que al principio pensé que era una buena idea.

Sunoo rio y se hizo a un lado para que Sunghoon pudiera pasar.

—Bienvenido a mi humilde morada —alzó los brazos para presentar la pequeña sala de su departamento—. Aunque no es nada comparado con tu bonita mansión.

—Al contrario, aquí es más agradable.

Se sentaron en el sillón y Sunoo fue a buscar una cobija para cubrirse, por que si era sincero se estaba congelando y no quería volver a resfriarse. Frente a ellos estaba su pequeña televisión, donde Sunghoon comenzó a buscar algo que ver.

En la bolsa de compras había algunos cuantos dulces, y dos botes de helado, uno de chocomenta y el otro de vainilla. Sacó ambos de la bolsa, le pasó a Sunghoon su helado junto con una cuchara y él se quedó con el suyo.

—¿Qué quieres ver? —preguntó Sunoo.

—Jake me dijo que me hacían falta ver películas de Disney.

Sunoo levantó una ceja.

—¿Quieres ver Disney?

Sunghoon se encogió de hombros, no tenía nada de malo y tampoco tenía mucho tiempo de verlas después, y que mejor que verla con Sunoo. Así que al final se pusieron a ver La Sirenita.

—La verdad es que a mí siempre me cayó mal Ariel —Sunoo señaló con su cuchara a la pobre chica pelirroja en su pantalla—. Úrsula me cae mejor.

—¿Cómo te puede caer bien la villana?

—No es villana, se ve como villana por darle a Ariel lo que más quería. Pero a cambio le pidió su voz y enamorar a Eric en tres días, como cualquier otro contrato. Además, Ariel conocía las consecuencias —explicó—. Fueron cosas de adolescente impulsiva.

—¿No es lo que uno hace por amor?

—A los quince mandas al carajo todo por amor —dijo para después darle un bocado a su helado—. Y es por eso que cuando vió a Vanessa con Eric se le rompió el corazón.

—Oh, vamos, era una niña —se indignó Sunghoon apuntando a Sunoo con su cuchara—. No la vas a culpar por que le rompieron el corazón.

—¿A tí te han roto el corazón? —preguntó Sunoo en forma defensiva.

Sunghoon pensó en decirle algún tipo de frase graciosa pero no se le ocurrió ninguna.

—La verdad es que no, pero yo he roto uno —se puso a jugar con su helado, como si estuviera nervioso o arrepentido—. ¿Y a tí?

—A mí sí —suspiró Sunoo y en su mente viajaban imágenes borrosas de Ni-ki—. Por ese lado no la culpo, por qué cuando te rompen el corazón sientes que se te va la vida.

Sunoo hizo una pequeña pausa y después continúo.

—¿Tú romperás el mío? —preguntó Sunoo.

—Yo no lo haré.

Sunoo sonrió, deseando que él no preguntara de vuelta, y tomó todo el valor que tenía para recargar su cabeza en el hombro de Sunghoon y compartirle de su cobija. Este último se acomodó en el sillón para que Sunoo pudiera estar más cómodo.

Giró su cabeza para mirarlo al igual que como había hecho la noche anterior y se encontró con que él ya lo estaba haciendo. Ambos parecían estar en un campo magnético que no hacía nada más que atraer sus labios. Y esta vez no hubo nada que los interrumpiera.

No pasó más de un segundo cuando ya se estaban besando, tan suave, tan cálido. En un momento no hicieron más que besarse delicadamente, como si los labios ajenos se trataran de un pétalo delicado que se daña ante cualquier roce. Sunoo se levantó un poco más para quedar a una buena altura, y Sunghoon tomó a Sunoo por el cuello para intensificar el beso.

Un beso tan dulce, y tan tierno, que comenzaba a entender por que los diabéticos se resistían tanto a dejar el azúcar. Un beso que se sentía tan bien, pero que al mismo tiempo dolía tanto.

Sunghoon se separó muy lentamente y sutilmente pasó la lengua por sus labios.

—Sabes a chocomenta...

Sunoo no pudo evitar reir al escuchar eso, y le dió un golpe suave en el hombre.

—¡Ey! ¿Eso quiere decir que no te gustó?

—Quiero decir que si así saben tus labios, me declaro amante del chocomenta.

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ATTENTION, PLEASE! | sunsun auDonde viven las historias. Descúbrelo ahora