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Adentrada la noche, Aether dormía plácidamente, había tenido un día ocupado, estaba tomando su merecido descanso.
Exactamente a las dos de la madrugada comenzó a escuchar golpecitos en su ventana, sus ojos se abrieron lento, adormilado pudo vislumbrar una mirada azul fija en su persona.

Despejó cualquier rastro de sueño, se puso de pie y le bastó literalmente un paso para llegar hasta allí. Al momento de quitar el seguro, el hombre afuera abrió fugaz y de un salto entró; lo empujó hasta la cama, de forma en la que cayó sobre él.

Siempre tan brusco... Así lo quería.

—Ajax... —pegó su cabeza al cuello del pelinaranja, inhalando profundamente su aroma, su embriagador olor, que le ponía los pelos de punta y lo llevaba al cielo. —Finalmente viniste.

El mayor se separó para ver al rubio a la cara, con una sonrisa en los labios y una expresión de cansancio, habló.

—Aether, mi precioso Aether. Sé que te prometí visitarte hace dos semanas, pero... mi trabajo no me lo ha permitido. —dijo abrazándolo suavemente por la cintura, acomodándose entre sus piernas. —¿Te estuviste sintiendo bien? He estado observándote los últimos días, duermes demasiado tarde...

—Está todo en orden, Ajax, no deberías... —su oración quedó inconclusa, puesto que Tartaglia se encontraba devorando sus labios. El beso los consumió por completo, ambos entregándose a sus emociones. De una u otra manera, Aether terminó sentado en el abdomen del mayor, hundiendo sus manos por debajo de su camiseta. Adoraba sentir el trabajado cuerpo de su amante, una chispa se instaló en su corazón hasta que subiendo un poco más,
sintió con las yemas un líquido, el cual brotaba de su pecho. Era sangre.

Inmediatamente se separó.

—Tartaglia, ¿qué es esto? —preocupado quitó le quitó la camiseta, observando la herida reciente en el centro de su cuerpo. —¡Por dios! ¡Quién te hizo esto! —intentó levantarse para frenar el sangrado, pero fue jalado hacia la cama nuevamente.

—Shh, no hagas tanto escándalo... —susurró, queriendo restarle importancia.

—¡Cállate tú! ¿Cómo me pides tranquilidad? Sé, sí sé a lo que te dedicas, pero es la tercera vez que llegas herido a mí, ¿esperas que no me preocupe? —molesto se soltó del agarre y comenzó a buscar en los cajones de su cómoda medicamentos para atender la herida.

—Aether, estoy realmente bien, disfruto de esto, lo último que quiero es causarte malestar con mis problemas. —suspiró pesado.

—Pues lamento informarte que ya lo haces, verte herido, con el cuerpo lleno de cicatrices las cuales aumentan consecutivamente, me pone demasiado mal. —se sentó a un lado, rompió una vieja camiseta y con un poco de agua oxigenada intentó desinfectar, pero fue detenido.

—Te preocupas demasiado, deja de hacerlo. —dijo tomando su mano, evitando su propósito.

—Qué fácil es para ti decir algo como eso...

—No te pedí que lo hicieras de todas formas.

Los ojos dorados se llenaron de lágrimas, quitando una vez más su mano del agarre del mayor y soltándole una cachetada.

—No estás solo, estás conmigo; cuando estés soltero puedes irte a morir si deseas, pero a partir de ahora dejas tu egoísmo o no vuelves a entrar por esta ventana.

Ajax pudo jurar sentir su mundo detenerse, Aether pudo observar como su opaca mirada se iluminó por un segundo, tal y como nunca lo había visto.

Aprovechando el momento, rápidamente colocó los medicamentos sobre la herida, Tartaglia ya no se opuso, en silencio sonrió y lo dejó hacer lo suyo.

Bloom into you Donde viven las historias. Descúbrelo ahora