IX

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Lo siguiente que siente Kirishima es un torbellino en la cabeza.

Saliendo con un sobresalto de la parálisis que lo ha dejado congelado frente al pasillo, regresa con rodillas temblorosas hasta el despacho de Fat Gum, como si allí fuera a encontrar una explicación a lo ocurrido durante los últimos diez minutos. Lo único que consigue es tirar por inadvertencia el vaso de agua que Monoma había dejado en el suelo, extendiendo así el caos que lo recorre por dentro y derramándolo a su paso.

Del otro lado del ventanal, las vistas de la ciudad ya no le parecen el mismo paisaje pacífico de antes. Ahora que se fija, puede distinguir el tumulto de los viandantes, cómo se cruzan y chocan y caminan desordenados; y, si presta atención, puede oír incluso los pitidos impacientes del tráfico. Es un bullicio que se superpone al de su cerebro, derribándolo hasta dejarlo de cuclillas junto al cristal y con la cabeza entre las manos.

Nunca se da cuenta de sus sentimientos hasta que le estallan en la cara, ¿verdad? Ha necesitado estar a dos centímetros de los labios de Monoma para darle al fin un sentido a las noches ansiosas, a lo punzante de su ausencia y la sensación de estar pasando algo por alto en cada pensamiento relacionado con él.

Y ahora se han besado. Kirishima se esfuerza en enterrar al fondo de su cabeza la idea de que ha sido su primer beso real (quitando prácticas con amigos y despechos alcoholizados), porque este no es en absoluto el momento para tales niñerías. Sin embargo, no logra detener la cascada de dudas adolescentes que viene después. ¿Y si Monoma finge olvidar qué ha pasado? ¿Y si no lo hace y siguen adelante? Por Crimson Riot, ¿¿qué significa seguir adelante?? ¿Y si Kirishima le decepciona? ¿Y si deja de gustarle? Un segundo, ¿realmente le gusta a Monoma? ¿No está habiendo ningún malentendido? Todo ha sucedido tan rápido que no ha tenido tiempo de explicarle sus sentimientos. ¡Lo ha besado sin más! La incertidumbre le oprime el pecho al preguntarse qué habría ocurrido si Monoma no hubiera recibido esa llamada de emergencia.

Kirishima sabe que no está siendo objetivo, pero eso no le impide morderse las uñas y encogerse en sí mismo. De repente tiene miedo. Esta es sólo la segunda vez que siente algo así por alguien, y la primera vez salió mal. Bastante mal.

Durante un instante se apodera de él el impulso de llamar a Monoma y aclararlo todo de inmediato. Pero no es eso lo que necesita. No ahora mismo, mientras Monoma está de misión urgente y él con un nudo en la garganta. Así que Kirishima piensa en Hanta, piensa en Mina; piensa en la casa de sus madres, que apenas está a media hora de la agencia. Su instinto, no obstante, actúa más rápido que su cerebro, y antes de que pueda pensarlo mejor sus dedos ya han decidido por él.

Su móvil emite un pitido largo al iniciar la llamada y en la pantalla aparece, de entre todos los nombres posibles, el de Bakugou Katsuki.


...


¿Kirishima?

Bakugou descuelga dos segundos más tarde y con un tono confuso plasmado en la voz.

(Normal, normal. Hace años que sólo se comunican por escrito. Ni siquiera le ha llamado por su nombre.)

Oi, ¿Kirishima?

Esto es una locura. Kirishima debería colgar...

Si me has llamado al sentarte encima del maldito móvil, te juro que voy a-

— Ah... — Y ya lo ha fastidiado. Kirishima toma aire, en busca de un saludo que suene natural tras una pausa tan dramática. La voz de Katsuki suena distinta, más madura, y a él le faltan las palabras —. Yo... Hola, ¿qué tal?

Los días felices | Monokiri | KirimonoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora