El fin

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—¡No puedo creer que nos mintieran para dejarnos solos!

—No puedo creer que hayan sido tan estúpidos para confesarse un día antes de que acabe el campamento —se defendió Pidge—. Teníamos que hacer algo, o los tendríamos dando vueltas el uno por el otro hasta el otro verano.

—Y ahora están juntos —añadió Hunk, quien sonrió cuando notó las manos entrelazadas de Lance y Keith—. Así que solo nos queda decir: «de nada».

Los hijos de Atenea y Hefesto habían esperado, ansiosos, el final del desayuno para acercarse a Keith y Lance. Ambos habían llegado por separado para no levantar sospechas a Quirón y Dionisio: Lance apareció caminando desde su cabaña, mientras que Keith viajó por las sombras directamente a su mesa. Minutos después, Pidge y Hunk los arrastraron a la zona del lago, y cuando Keith y Lance se miraron antes de entrelazar sus dedos, Pidge prácticamente chilló con euforia, mientras Hunk los abrazaba a ambos por los hombros.

El hijo de Hefesto estaba muy feliz por sus amigos. Se alegraba que el plan realmente hubiera funcionado, y que Keith y Lance finalmente hubieran admitido sus sentimientos por el otro. Habían sacrificado su tradicional noche de despedida antes del fin del verano, pero había valido la pena.

Hunk, al igual que Pidge, había sido testigo del corazón roto de Lance por no ser correspondido por Allura. Y no podían culparla, nadie está obligado a devolver los sentimientos a otra persona, aun cuando sean sinceros.

Hunk sabía que el amor del hijo de Poseidón era inmenso. Tenía mucho para dar, y quería que lo amaran de la misma forma. También sabía que sería cuestión de tiempo para ver que su mejor amigo superara su enamoramiento por Allura y que le volviera a gustar y querer a alguien más; pero grande fue su sorpresa cuando empezó a notar el acercamiento con Keith.

Fue tan repentino y espontáneo; y, a la vez, tan predecible y esperado.

Lance siempre había jurado una rivalidad con Keith, una que aparentemente el hijo de Hades ignoraba.

Pero cuando Keith empezó a pasar más tiempo con ellos, Hunk notó que al hijo de Hades no podía importarle menos la actitud de Lance hacia él. Realmente no estaba intentando provocarlo ni competir contra él. Simplemente le gustaba aceptar desafíos, y para Keith, enfrentarse a otro hijo de los tres grandes era algo que nunca rechazaría.

Luego, Hunk notó miradas sutiles por parte de Keith. Al comienzo pensó que, tal vez, lo estaba malinterpretado; pero no era el caso. Las miradas de Keith hacia Lance eran continuas, sobre todo cuando el hijo de Poseidón sonreía de oreja a oreja.

Había pasado un par de años desde que se dio cuenta de ello, pero no preguntó. Lance no tenía ojos para nadie más que Allura; y Keith parecía más que resignado a ello, incluso cuando la hija de Atenea se unió a las cazadoras.

Pero en los últimos meses, algo cambió, y Pidge fue la primera en notarlo y comentárselo una vez que ambos se encontraban en el Búnker 9.

Lance y Keith finalmente se habían convertido en amigos, y las peleas ocasionales provocadas anteriormente por Lance, se habían convertido en bromas. Ambos habían comenzado a llevar una amistad sana y sincera, hasta que Hunk volvió a notar las miradas furtivas de Keith mientras Lance no veía, pero más brillantes y anhelantes que antes.

Meses después, Lance involuntaria e inconscientemente empezó a dirigir las mismas miradas al hijo de Hades, disimuladas, pero cada vez más frecuentes.

No les tomó mucho tiempo ni a Hunk ni a Pidge sumar dos más dos, y notar que Lance finalmente había dado un gran paso, y se había permitido volver a gustar de alguien. Y, aunque él no lo supiera aún, ese alguien tenía sentimientos recíprocos para él.

Hunk alejó sus pensamientos, y se carcajeó cuando escuchó a Pidge mencionar lo irritantes que eran Keith y Lance enamorados y que esperaba que no se pusieran pegajosos.

Lance le sonrió traviesamente antes de decir que no le prometía nada, mientras Keith los miraba con diversión en sus ojos.

Pidge jadeó de indignación y, con fuerza, empujó a los semidioses al lago.

Oyeron una pequeña reacción de sorpresa de Keith, y luego el chapuzón del agua.

Hunk contó un minuto antes de acercarse a la orilla del lago para ver a sus amigos, sin encontrarlos cerca de la superficie.

—No creo que salgan muy pronto —le comentó Hunk después de otro minuto.

Pidge asintió con una sonrisa en los labios.

—¿Vamos con Coran? Estoy segura de que querrá enterarse de esto.

Los semidioses corrieron con dirección al bosque, ajenos del cariñoso beso submarino que dos hijos de los tres grandes estaban compartiendo.

Fin

*

*

*

¡Y se acabó!

Verdaderamente tomó más de lo que esperaba (lo que me decepciona, honestamente), pero se logró.

Como dije al comienzo, Percy Jackson es un universo que adoro, y los personajes de Voltron siempre tendrán un lugar especial en mi corazón. Me alegra haber podido culminar esta historia, y no haberla dejado inconclusa como muchas otras que tengo en mis carpetas de Drive. Publicar en cualquier plataforma es realmente intimidante y, de cierta forma, me alegra haber dado ese paso con Keith y Lance.

Algo que ciertamente he aprendido con esta experiencia es que primero voy a terminar una historia para luego publicarla. Así que lo pondré en práctica si alguna vez vuelvo a subir un fanfic —relativamente— largo.

En fin, ¡gracias a quienes se quedaron leyendo, votaron y comentaron! También fueron una gran motivación para esto. Espero que no les haya decepcionado (tanto) este intento de historia de una novata.

Un abrazo grande para todos, y cuídense mucho.

P.d: No puedo esperar para la serie de Percy Jackson

P.d. 2: LARGA VIDA A KLANCE

P.d. 3: Créditos de la imagen a nuestra diosa ikimaru

Sombras y OcéanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora