Keith

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Tras descubrir que era un semidiós, Keith Kogane tenía dos cosas claras en la vida: Primero, tenía que aprovechar cada momento para entrenar y no ser devorado. Segundo y más importante, no dejaría a entrar gente a su vida ni a encariñarse de ellos. Había perdido a su madre siendo pequeño y no había tenido idea del paradero de su padre hasta que lo reconoció en su primera noche en el campamento. Sin embargo, era obvio que la vida lo odiaba y que le encantaba contradecirlo.

Es así como primero llegó Shiro. Shiro fue de los pocos campistas que se le acercaron una vez que el símbolo de Hades brilló sobre su cabeza y no se tardó en convertirse en alguien importante en la vida de Keith: una especie de hermano mayor que no sabía que necesitaba hasta que apareció. Luego, llegaron los demás: Allura estaba ahí para aconsejar y mantenerlo, junto a Shiro, con los pies sobre la tierra; Pidge se sentaba a su lado y se ponía a hablarle sobre cualquier tema mientras él la escuchaba con atención; Hunk, quien se le acercaba y le preparaba sus galletas favoritas mientras trataba de entablar una conversación con él y armaba algún aparato a la vez; Lance… 

Lance fue inesperado. Keith no puede pensar en otra palabra para describirlo.

Lance, el hijo de Poseidón, con sus grandes y bonitos ojos azules como el mismísimo océano y una pequeña galaxia de estrellas salpicada en su piel bronceada, había llegado a Keith a remecer y poner su vida patas arriba, pero no en un mal sentido. 

Sí, no tuvieron un buen comienzo y les tomó tiempo —4 años— dejar de lado su supuesta rivalidad impuesta meramente por los celos de Lance; pero ahora era otra historia. Hubo un momento en el interín de los últimos meses que ambos simplemente dejaron sus diferencias a un lado y se dieron cuenta que estar al lado del otro no era tan malo.

Sí, Lance era demasiado ruidoso y enérgico para lo que Keith estaba acostumbrado; y sí, Keith sabía que era muy callado y serio; pero casualmente eso parecía complementarse con la personalidad activa de Lance. 

Su amistad se había afianzado en los últimos meses y, cuando Keith se había dado cuenta, otros sentimientos lo embargaron. Ya no era solo entrenar con Lance y hacer bromas con las técnicas que tenía que mejorar, ahora se trataba de quedarse mirando cada una de las expresiones mientras hablaban: su carcajada escandalosa cuando encontraba algo divertido; el brillo en sus ojos cuando lanzaba una flecha y esta daba en el blanco; la mirada de determinación y rostro serio cuando entrenaba y trataba de superarse así mismo; su ceño ligeramente fruncido en atención cuando Keith le contaba algo de su pasado; el tono suave de su voz aquella vez que casi mueren y le dijo: «Somos un buen equipo»; el ligero acento cubano que se escapaba cuando hablaba de su familia; sus cejas arqueadas con su sonrisa ladina y coqueta cuando habla… cuando habla con Allura. 

Y ahí la burbuja de Keith se revienta y piensa que hace bien guardarse todos sus sentimientos para él mismo.
Era bien sabido por todo el campamento que Lance había tenido un tipo de flechazo inmediato por Allura en cuanto la vio. Habían pasado cuatro años desde entonces y sus intentos por enamorarla no parecían haberse detenido. Fuera de su fachada de infantil y superficial, Keith sabía perfectamente que Lance era una persona determinada que no se daba por vencida fácilmente. En el pasado, este hecho no hubiera sido algo que le importara demasiado… hasta ahora. Hasta ahora que sus sentimientos lo habían inundado y no podía más que pensar en el hijo del mar.

Se dejó caer en su cama. Las almohadas desparramadas y las colchas maltendidas le dieron algo de consuelo con su calidez. La idea del amor no correspondido siempre le había causado gracia a Keith. Le parecía estúpido que la gente se enamorara de alguien que nunca le haría caso en la vida. Oh, qué irónico todo. Las moiras debían odiarlo con fuerzas. 

Soltó un suspiro, resignado. Si la única manera de tener a Lance en su vida era como amigos, trataría de ser el mejor amigo de todos.

Sombras y OcéanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora