Al campamento Júpiter

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ADVERTENCIA DE SPOILER

El capítulo tiene un pequeño cameo que cuenta como spoiler de la tumba del Tirano, cuarto libro de las pruebas de Apolo. Si ni lo han leído y no quieren hacerse spoiler, EN SERIO, NO LO LEAN. No me esperaba que llegara a pasar esto, pero fluyó mientras escribía y pido perdón.

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Sus ojos se abrieron con el sonido del pequeño despertador que tenía en la mesa de noche que tenía a la derecha. Con un rápido movimiento, apagó el molesto pitar y se quedó mirando el techo de su cabaña. 

Pensó, con una sonrisa en la punta de la lengua, en lo aliviado que debía estar Lance por perderse de la lección de hoy y por no tener que levantarse tan temprano. Después de todo, hoy irían juntos al Campamento Júpiter. 

Pensó, inquieto, en el extraño comportamiento que el hijo de Poseidón había tenido desde hace un par de días, luego de salir, prácticamente, corriendo de su cabaña.

No solo fue ese día que se movía incómodo a su alrededor, sino también fue todo el día anterior: sólo habían cruzado unas cuantas palabras durante la lección de esgrima, con unas cuantas risas y balbuceos incómodos que no hicieron más que preguntarse qué es lo que le pasaba. Por un momento, pensó que había hecho algo malo cuando, después de la lección matutina, no volvió a acercarse a él en todo el día. 

Era raro. 

Lance había agarrado últimamente la costumbre de acercarse a su mesa al final del almuerzo para molestarlo un rato. En lugar de ello, se pasó todo el día fuera de su vista. Se encogió de hombros cuando supuso que estaría con Hunk y Pidge.

Pero aquello no cambió en la cena.
Keith frunció el ceño entre sus adentros cuando una cuestión surgió en su mente: «¿y si Lance se había dado cuenta que le gustaba y se sentía incómodo por ello?». 

Aquella pregunta le había estado rodando durante toda la noche y ahora que se había despertado. 

Tal vez eso era. Keith se tapó los ojos con el antebrazo y ahogó un grito de frustración. Maldijo a todos los dioses por lo obvio que se había vuelto los últimos días en sus sentimientos hacia Lance. Las palabras de aliento, los abrazos inesperados, las miradas (que según él eran imperceptibles para Lance), la tomada de manos de la última vez… ¡Dioses, por qué el amor debía ser tan complicado! Se imaginó los rostros de Afrodita y Eros regocijarse por su dilema.

No sabía qué tan diferente sería la interacción con Lance en todo el día. No quería perder… su amistad. Estaba feliz de todo lo que habían avanzado en estos meses y temía que aquello cambiara por sus estúpidos sentimientos.

Con pesadez, se quitó las ligeras sábanas de encima y se levantó de la cama. No sabía lo que vendría, pero habían quedado en algo hace dos días. Lance quería conocer el Campamento Júpiter y eso es lo que harían.

Se aseó y vistió antes de salir de su cabaña para desayunar. Antes de llegar a su mesa, observó la mesa de Poseidón aún vacía. Se sintió ridículo al pensar que Lance lo evitaría también ese día con tal de cancelar la visita al otro campamento. 

Minutos más tarde, Lance apareció con el sueño palpitando en su rostro y se hundió en su mesa, recostando su rostro y apoyándolo en sus brazos. Su mirada se encontró con la de Keith por un segundo y Keith prácticamente soltó un suspiro de alivio cuando los labios de Lance se curvaron para dedicarle una sonrisa a modo de saludo.

No pasó más de una hora para que ambos terminaran de desayunar y acordaran, a través de señas, el encontrarse en el campo de entrenamiento después de recoger sus cosas.

Sombras y OcéanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora