Todoroki Enji, el gobernante de la provincia roja se abre paso entre el caos que ha sembrado su ejército y él en el pequeño pueblo que es Musutafu, una de las aldeas ahora pertenecientes al territorio de su enemigo de guerra Toshinori Yagi, han realizado el asedio al pueblo durante el festival de la cosecha, su único objetivo, secuestrar al primogénito de su rival quien se encontraba en las festividades y darle muerte, vengarse así de todo lo que Toshinori le ha arrebatado en los años de guerra que han tenido.
Entre el caos que levanta en el pueblo que antes pertenecía a una de sus provincias no deja de pensar en lo que la guerra le ha arrebatado, desplazando más al norte sus tierras y llevándose a su gente, a su familia. Cuando los soldados traen ante él a un joven de cabellos verdes apenas y le mira, no le importa cómo se vea el primogénito de Toshinori, ahora es su prisionero. Pide a los guardias que lo lleven a su palacio mientras ordena la retirada a sus tropas, ha logrado su cometido y durante todo el viaje de regreso a sus tierras solo piensa en como matarle y tomar venganza, Toshinori inicio una guerra contra él por sus tierras, la última masacre le costó la vida de su esposa e hijos a manos del ejército que se proclamaba imponer paz, paz a costa de la sangre de su gente y las tierras de Shizuoka que le han sido arrebatadas.
Pide lleven al prisionero al salón del trono, quiere verlo antes de poder colgar su cabeza frente a las puertas del palacio para que cuando Toshinori llegue con su ejército, porque sabe que irá a buscar a su hijo, sea lo primero que encuentre, pero no contemplaba que se encontraría frente a sus pies con un doncel, el primogénito de su rival era un doncel de cabello y ojos verdes, mejillas llenas de pequeñas pecas, una piel blanquecina y suave que ha quedado expuesta del kimono azul que lleva ahora manchado de lodo y sangre al tratar de huir durante el asedio. Su plan inicial de darle muerte se esfuma, sonríe socarrón ante una oportunidad diferente para ver sufrir a su enemigo con más ahínco, la figura del doncel frente a él, a sus pies es lo que cambia todo y ahora sabe que la suerte estuvo de su lado dándole más de lo que esperaba lograr.
Fue al amanecer del segundo día a su asedio al pueblo de Musutafu cuando Toshinori y su ejército llegaron a caballo a la entrada principal de los terreros que rodeaban su palacio, aun desde la entrada principal pudo ver por la mira el horror en la cara de su enemigo al ver ondeando aun el futón blanco manchado de sangre desde la segunda planta del palacio. La satisfacción en su rostro no se hizo esperar, pero aún no estaba completa su venganza, no, aun quería tenerlo frente a él para saborear su victoria. Todoroki se abrió paso montando su caballo negro, con sus hombres tras él hasta la entrada de sus tierras para encarar a Toshinori, sonriendo triunfal al haber logrado su cometido.
- nada tienes que hacer aquí, él me pertenece ahora.
- ¡es mi hijo! ¡¿Como has podido…?!
- ¡¿que?! ¡¿Desflorarlo?! ¿¡Tomarlo para mí!?... ¡estoy cobrándome por todo lo que me arrebataste! Mi familia y mis tierras… ahora te arrebato lo que más amas… - Enji tiro de las riendas de su caballo para virar y volver a su palacio- se quedara aquí, ahora es mi consorte les guste o no, ya lo he tomado… por el honor de tu clan, lo dejaras a donde pertenece ahora – sin esperar respuesta volvió con sus hombres al palacio mientras Toshinori era sujetado por su comandante antes que intentara seguirle y desatar una guerra que no podrían ganar.
El gobernante rojo había ganado, se ha vengado por la masacre a su pueblo, por la destrucción de su familia y su palacio, y como premio ha tomado la flor más preciada del jardín de su rival. Desde la entrada de palacio observa al ejército de Toshinori volver a sus tierras pues no puede hacer nada sin desatar una guerra que terminaría por destruirles mutuamente y que Toshinori no se puede permitir, ahora el honor de su clan está en las manos del gobernante rojo quien se regocija en su victoria, en la seguridad de su palacio, y con un nuevo consorte que paga el precio de la guerra iniciada por su propio padre.
Después de que sus tropas han confirmado que el ejército enemigo a salido de sus tierras se dirige a sus aposentos en los que no ha puesto pie en dos días, cuando entra encuentra a una criada cambiando los vendajes de la mano del doncel que ahora es su consorte, aunque apenas y sabe que su nombre es Izuku pues fue todo lo que pudo decirle luego de ser traído al palacio. No lo ha tocado, no ha tenido el valor de tomarlo luego de verle llorar e implorar por su vida arrodillado frente a él, le ha bastado con esa sensación ahogándole el pecho para tomar su daga y cortar una de las delicadas manos del doncel para derrama su sangre sobre el futón que ahora cuelga frente a su palacio, como muestra de su virtud tomada, que gran mentira ha levantado.
Aquella treta ha sido suficiente para que el padre de Izuku, el gobernante de la provincia de Aichi, se rinda de iniciar una nueva guerra y selle su venganza, también para atar al joven doncel a su lado, como su consorte para permanecer a su lado y garantizar que Toshinori no derramara más sangre en sus tierras. Corre a la criada una vez esta termina de curar la mano del doncel, una vez quedan solos en la habitación Enji se acerca hasta quedar frente a él, le observa con detenimiento pues apenas y le ha mirado en los dos días que lleva en sus aposentos, no se parece en nada a su enemigo y agradece internamente por ello porque sabe que le hubiera dado muerte de ser así, le ha tratado como lo que es: un miembro de la corte, de su corte; le ha provisto de kimonos acordes a su estatus y le ha dado su espacio por dos días.
El sollozo de Izuku le saca de sus pensamientos, le escucha implorar nuevamente por su vida aun cuando ya le ha dicho que no lo matara, sigue mirándole, reconoce que es hermoso con esos cabellos y ojos verdes, con largas pestañas, y pecas en sus mejillas que apenas y ha podido contemplar porque el joven siempre mira al suelo implorando misericordia, dejando fluir aquellas palabras como algo natural.
- mírame – su voz sale más autoritaria de lo que quisiera, pero cuando los verdes ojos del doncel se alzan entre lágrimas Enji pierde la respiración, ojos tan verdes, tan profundos y tan tristes que siente ahogarse en ellos, le toma segundos recomponerse del abrupto sentir que se apodera de él al ver los ojos llenos de tristeza antes de volver a hablar – ahora este es tu hogar… eres mío, ante todos me perteneces, eres mi consorte ahora… - un sollozo mal contenido llega a él antes de que pueda seguir – y como tal serás tratado - salió de la habitación cerrando tras él la puerta mientras escuchaba el llanto del que ahora es su consorte, había ganado la guerra, se había vengado y en el camino había arrebatado de su hogar al doncel que garantizaba su venganza y la seguridad de su gente a costa de su libertad para pagar los pecados de su padre.

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La provincia roja
FanfictionUn gobernante en busca de venganza y un doncel que debe pagar el precio para lograrla, tal vez este sea el camino correcto.