-Lo diré por última vez Scarlett -gritó Axel desde el otro lado de la puerta -o abres de inmediato o la tiro abajo -su voz adquirió un tono amenazante, pero de igual forma no pensaba abrir y dejar que me viera abrazada al inodoro. Aun tenía algo de dignidad.
El estómago se me había dado la vuelta por completo ante la sonora bofetada de realidad que acababa de recibir. Aún seguía negándome a creer que mi madre hubiese sido capaz de hacerme algo así, pero ante la inexistencia de pruebas que demostrasen lo contrario, no me quedaba otra que intentar asimilar mi nueva realidad.
Otra arcada seca me sacudió desde lo más profundo de mi ser. Llevaba alrededor de veinte minutos abrazada a la fría losa del sanitario y mi estómago estaba completamente vacío.
-Déjame sola, por favor -el intento de grito que pretendía salir de mi garganta se quedó en eso, en un simple intento.
Me levanté temblorosa del roto y frío suelo del aseo. Las losas en blanco y negro, dispuestas de tal forma que lo hacían parecer como un enorme tablero de ajedrez, me hicieron sentir que yo no era más que un peón que acababa de caer en esta absurda guerra de poder. Mis pasos lentos se dirigieron hacia el pequeño lavabo. Abrí el grifo dejando que el agua corriera mientras observaba mi demacrado aspecto en el espejo descascarillado que colgaba frente a mí. Unas enormes ojeras se habían dibujado bajo mis ojos y la palidez de mis labios no hacía más que acentuar mi estado actual. Una parte de mí había muerto y como tal mi aspecto actual reflejaba sin duda lo que sentía.
Tras refrescarme abrí la puerta para encontrarme de frente con él.
Apoyado sobre el escritorio y con los brazos cruzados sobre el pecho, Axel me observaba con algo en la mirada que no fui capaz de descifrar. Caminé despacio por la sala, queriendo ser completamente invisible, como si el hecho de no hacer ruido me hiciera pasar inadvertida.
A medio camino su potente voz me detuvo en seco.
-Tenemos que hablar de lo que haremos a continuación Scarlett.
Seguí caminando por la estancia. Sin rumbo ni destino, simplemente caminando para no pensar.
-¿Serías tan amable de prestarme atención? -su tono se elevó una cuarta erizándome el vello de la nuca. Detuve mis pasos en seco cerca de una pequeña ventana que daba al oscuro pasillo por el que se accedía a la oficina.
Escuche como la vieja madera del suelo crujía bajo su peso y como ese sonido se sentía cada vez más cerca.
-Entiendo que todo esto te haya caído como un jarro de agua fría -su voz se suavizó a mi espalda -pero no puedes dejar que la cosa termine así. Tenías una misión y era desenmascarar al asesino de tu madre, ¿cierto? -asentí levemente sin apartar la mirada del sucio cristal.
Mi cuerpo se tensó al sentir las cálidas manos de Axel posarse sobre mis hombros. Un gesto reconfortante que jamás habría esperado de alguien como él.
-No puedes permitir que quien esté detrás de todo esto se salga con la suya. -su agarre se hizo más fuerte -y yo te ayudaré a destaparlo.
-Sabes que quien sea me quiere, muerta...-la última palabra se me atoró en la garganta.
-No dejaré que eso ocurra -me interrumpió -no dejaremos que te pase nada Scarlett.
En ese momento, la realidad de nuevo cayó sobre mí como una pesada losa. Me giré pillando totalmente desprevenido a Axel, el cual no esperaba que le fuese a sostener como lo hice. Me daba igual lo que pensase de mí en ese momento. Si me veía como a la estúpida niña rica o como a la mimada heredera. Me agarré a su camiseta como si fuese el último reducto de cordura y estabilidad al que podía aferrarme en estos momentos, hundiendo mi rostro en su pecho, abrazándolo como si solo me quedase eso en la vida.
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EN ROJO
SonstigesUna historia de odio y venganza, donde nadie es lo que parece. Una historia en la que caperucita luce una chupa de cuero rojo, el lobo viste lo último de Armani y el cazador pelea cada noche a vida o muerte. Quizá no sea el cuento que nos contaron...