Un año más tarde.
Había pocas cosas, a esas alturas de la vida, que me otorgaran cierta paz mental y espiritual.
Una de ellas consistía en estar sola, lo cual resultaba técnicamente imposible de lograr cuando a tu alrededor pululan decenas de personas, de las cuales la mitad intentan manejar los hilos de tu vida a su antojo.
La otra, sin duda alguna, era nadar y esta, gracias a dios, era mucho más sencilla de alcanzar, sobre todo cuando tu segundo hogar es uno de los clubs de campo más grandes de la costa este.
Podía pasarme horas nadando hasta que los calambres en las piernas se hacían tan intensos y dolorosos, que apenas podía moverlas. El desgaste físico me agotaba y entumecía de tal manera, logrando que apenas tuviera tiempo de pensar. Toda mi energía y mi fuerza estaba concentrada en alcanzar el otro extremo de la inmensa masa de agua. Brazada, tras brazada un largo y otro hasta que no podía más.
El último par de metros hasta el bordillo siempre lo hacía buceando. El silencio y la paz que reinaba bajo el agua era realmente liberador.
Según ascendía, observé una silueta masculina que permanecía sentada en mi hamaca, mandando al carajo la paz, la estabilidad y mi escaso buen humor.
—Tu padre te está buscando Scarlett —comento Owen mirándome con los ojos entrecerrados por la intensa claridad mientras emergía del agua. Su mano viajó hasta el respaldo de la tumbona.
—No es mi padre —respondí toscamente mientras tiraba de la toalla que me ofrecía.
Me sequé el cabello con detenimiento, retirando el exceso de humedad, sin prestarle atención ninguna. Enrolle la toalla alrededor de mi pecho bajo su escrutadora mirada y busqué hasta alcanzar las chanclas verde lima que había dejado bajo el asiento.
—Scarlett, ya hemos hablado de esto un centenar de veces —dijo pellizcándose el puente de la nariz en actitud desesperada.
—Y un centenar de veces te diré que mi padre fue y siempre será Jonathan Sinclair, por más que él se empeñe en haceros creer lo contrario.
—Nadie insinúa eso pequeña —su mano se posó suavemente sobre la parte baja de mi espalda, provocando un escalofrío y no precisamente placentero. —Sabes que se preocupa por ti y por tu bienestar.
—¡Claro! —escupí irónicamente mientras me zafaba de su agarre, —es por el cariño hacia mi persona, por lo que me tiene retenida en mi propia casa, ¿cierto? —presioné con fuerza el dedo índice sobre su duro pecho con la intención de hacerle daño, mientras caminaba por el borde de la piscina. —¡Soy su puñetera prisionera!, o es que estás tan ciego que eres incapaz de verlo.
—Joder Scarlett —gruño tomándome de la muñeca con demasiada fuerza — ¡Porque no me haces el jodido favor y obedeces!
Su comentario me cayó como si hubiesen soltado una losa de mil kilos sobre mi cabeza.
La realidad me sobrepasó y alcanzó como un rayo. Sentí en ese momento que para él siempre fui la perfecta novia, sumisa y obediente.
Hasta que falleció mi madre.
Hasta que necesité tiempo para mí, para sanar, para cerrar una herida que aun a día de hoy seguía abierta. Un tiempo que no fue capaz de darme, que por su maldito egoísmo no quiso darme y como consecuencia de este y otros muchos factores que ahora no venían al caso, rompí nuestro compromiso. Algo que a esas alturas seguía sin perdonarme.
![](https://img.wattpad.com/cover/313473720-288-k187639.jpg)
ESTÁS LEYENDO
EN ROJO
RandomUna historia de odio y venganza, donde nadie es lo que parece. Una historia en la que caperucita luce una chupa de cuero rojo, el lobo viste lo último de Armani y el cazador pelea cada noche a vida o muerte. Quizá no sea el cuento que nos contaron...