Los tres días de descanso los he pasado en la costa, en un hotel barato con vistas al mar.
Me he ido con lo puesto, directamente desde el hospital, sin pasar por casa. Me he sentido incapaz de encontrarme de nuevo con JiMin sin hacer algo de lo que me arrepentiré.
He tenido que reponer mi neceser, comprarme unas chanclas y un par de camisetas y bañadores, aunque no ha parado de llover. Mi intención ha sido borrar con semen el recuerdo de mi vecino de abajo y los rescoldos que JungKook hubiera podido dejar.
Me he instalado Grindr y una hora después de llegar he tenido una cita con «Cañero34» que ha sido un absoluto desastre. Me he encontrado con un tipo que me ha arrojado sobre la cama sin miramientos, me ha bajado los pantalones y me ha follado a pelo. Tampoco me ha dirigido la palabra.
Cuando se ha ido, me he quedado tumbado boca abajo, mientras el semen frío resbala entre mis muslos y mis ojos se llenan de lágrimas.
He tardado menos en desinstalar la aplicación que en tomar la decisión de dejar de joderme la vida. Tengo una sexualidad complicada, que bebe de lo desinhibido a partes iguales con el cariño y el afecto, y eso es difícil de hallar.
Al tercer día me he sentido incapaz de volver a mi hogar y encontrarme de nuevo con JiMin, así que he pedido dos días de vacaciones, aduciendo estrés.
Hoy regreso a casa con una intención tan firme como cobarde: he decidido mudarme.
Me conozco y me veo incapaz de encontrar la paz si en cualquier momento puedo chocarme con JiMin, o besarlo, o que me bese, incluso ceder a este deseo y follar como locos una vez más.
Cuando entro en el edificio olisqueo inconscientemente ese aroma de JiMin que he tenido tan cerca, en el que he hundido mi boca, que me ha llenado mientras otra parte de su anatomía hacía lo propio conmigo.
Decido apartar cualquier rastro emocional. Hay pocas cosas que empaquetar, las más personales. Lo demás, llamaré a alguien para que venga a recogerlas. Mientras tanto puedo quedarme en casa de una compañera. No he contado nada, pero seguro que lo entiende.Estoy organizando mi rompa interior cuando llaman a la puerta.
Sé que es JiMin y sé también que debo abrir.
No enfrentarme a la realidad soluciona poco. Seguirá en mi cabeza, taladrando, como él ha hecho con mi cuerpo, hasta cualquiera sabe cuándo.
Tomo aire y tiro del pomo, dejándola abierta de par en par.
JiMin está allí, arrebatadoramente guapo, como siempre, increíblemente sexy, como siempre. Se muestra muy serio mientras busca en mi rostro una señal.
—¿Puedo pasar?
Asiento y me retiro. Cuando entra en el salón ve las cajas que empiezan a apilarse en un rincón.
—¿Te marchas?
—He decidido empezar de nuevo en otro lado.
Tiene las manos en las caderas, en una actitud que puede ser tan defensiva como ofensiva.
—Y me has bloqueado.
Se refiere a WhatsApp, y a cualquier otra Red Social donde pueda contactar conmigo.
—No puedo permitirme estar pendiente de que quieras escribirme o te apetezca echar un polvo.
Ladea la cabeza. Parece un pandillero. ¿Cómo me he podido enamorar de alguien tan diferente a mí?
—¿Eso piensas? —me acusa—. ¿Así me ves?
Decido decirle lo que de verdad ronda por mi mente.
—Un buen chico hetero que siente curiosidad.Calcula si merece la pena responderme. Echa otra mirada alrededor, como si contara hasta diez, y me encara de nuevo.
—Yerin y yo lo hemos dejado, aunque supongo que ya lo sabrás.
La noticia me deja completamente desubicado.
—¿Cómo? No sabía nada. He estado unos días fuera.
Una expresión de extrañeza empaña sus ojos.
—¿JungKook no..?
—¿JungKook?No comprendo por qué el nombre del que fuera mi novio está en esta conversación cuando de lo que estamos hablando es de que mi vecino de abajo, el hombre por el que bebo los vientos ha contado con la mujer con la que estaba. A menos que...
—Quiere intentarlo con él —me explica—. El famoso fin de semana de congreso, fue una escapada entre ellos dos, al parecer.
Ahora encajan todas las piezas. La sensación de que se veían a menudo. La voz aguda que oí al otro lado del teléfono. La complicidad. No me extraña. Uno de los ramos de flores con el que intentó limpiarse la conciencia estaba a su nombre.
Lo peor de todo es que sé que para JungKook no es más que un capricho, como yo, como quien estuvo entre sus brazos antes que yo. Y Yerin me parece una buena persona.
—Eso no va a salir bien —le digo. No sé si para alentarlo a que luche por ella, o para que lo sepa y esté preparado.
—No me importa demasiado.
Que se encoja de hombros me llena de ternura. Todo él.
—¿Y cómo estás tú?
—Yerin y yo hace tiempo que no estamos bien. Esto solo ha sido un paso más. no podía imaginar que JungKook...
«Un buen chico hetero que no sabe cómo funciona el mundo fuera de su reducido círculo vital», aparece en mi cabeza.
—Es bisexual —le aclaro—. He conocido a muchas de sus novias. También de sus novios.
No le resulta extraño, lo que me tranquiliza. A veces me pregunto cuál es la distancia que nos separa a JiMin y a mí.
—No puedo quejarme —me dice—. Yo la engañé contigo. Fui un cabrón.
—¿Se lo has dicho?
Me refiero a lo nuestro, no tengo que especificarlo para que él lo entienda.
—Sí.
—¿Y cómo ha reaccionado?Una ligera sonrisa aparece en sus labios. puede que no sea verdad, que solo sea una invención de mi mente porque eso es lo que desea ver, pero ahí está.
—Yerin me ha dicho que lo sabía, porque nunca me había visto mirar a nadie como te miraba a ti.
El escalofrío que me recorre la espalda es similar a saltar a un pozo de agua helada. Una corriente que va de la cabeza a los pies, que tensiona y dilata, que corta la reparación y gusta.
—¿Y qué vas a hacer ahora?
Da un par de pasos hacia mí. Hasta ahora se ha mantenido a prudente distancia. Yo me quedo donde estoy, disfrutando de las ondas magnéticas que saltan sobre mi piel.
—Voy a intentar convencerte de que no te vayas.
Suspiro.
—No puedo estar pendiente de las escaleras el resto de mi vida si me quedo aquí. Lo que siento por ti es bastante jodido.
—Por supuesto que no —parece convencido—. Eso hay que solucionarlo.
—No te burles de mí.
Recorre la distancia que nos separa y pone las manos sobre mis caderas. No hace por acercarme a su cuerpo. Todavía no. Pero sí busca mi mirada, y la encuentra, y se queda prendado en ella.
—YoonGi, no tengo ni idea de qué es esto, pero nunca he sentido por nadie nada parecido a lo que siento por ti. Quizá haya sido marica todo este tiempo sin darme cuenta —sonríe, y me encanta—. Quizá es una cuestión de feromonas. O me has hecho un hechizo. Yo qué sé. Pero no puedo dejar que pase sin saber qué es.Es lo más bonito que me han dicho en mi vida. O quizá lo que de verdad ha encontrado respuesta, en forma de latido, en mi corazón.
—¿Y si me haces daño mientras lo pruebas? —me defiendo.
—Me partiré la cara.
—No lo digo en broma.
Me besa ligeramente en los labios. eso era exactamente lo que necesitaba en este momentos y me sorprende cómo JiMin sabe descubrirlo.
—No tengo in idea —me dice—, pero intentémoslo. Si no puedo dejar de pensar en ti será por algo.
Yo agacho la mirada. Hace unos instantes estaba decidido a irme para olvidarme de JiMin. Ahora no me largaría de aquí por nada del mundo. ¿Y si esto es de verdad? ¿Y si funciona?
Lo miro a los ojos parecen anhelantes. Esperan una respuesta, y yo se la doy.
—Me apetece comerte la polla.
Su sonrisa se ensancha y le brillan los ojos.
—Me encanta cuando te pones guarro.
—Y que te corras en mi cara.
Se muerde los labios.
—Puedo hacerlo en tu cara y, si me das media hora, romperte después el culo.
Le guiño un ojo.
—No te creo.
Me sorprende que llegue a ser tan guarro y que me guste tanto.
—No me retes —me amenaza—, porque me estoy bajando la portañuela.
Miro hacia abajo y, efectivamente, sus gordos y largos dedos están trasteando con el pantalón.
—¿Te han dicho alguna vez que tienes una polla increíble?
Se encoge de homros.
—Alguna vez. ¿Y a ti te han dicho que la mamas de maravilla?
—Es posible.
Con una mirada me indica la dirección. Vuelvo la vista hacia abajo. Allí está, el enorme carajo de JiMin. Esa maravilla de venas hinchadas, con el prepucio medio bajado y la gran boca ya humedecida por el deseo.
—¿Y a qué esperas? —me reta.
Y me pongo de rodillas y, cuando me llega su olor, sé que no le voy a permitir que se derrame en mi rostro, porque desearé tragármelo todo.
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Mi vecino de abajo | Adaptación Jimsu.
Fanfiction«Si me lo haces tú, lo que te apetezca, aunque me duela». A partir de que YoonGi se cruza con su nuevo vecino no tiene dudas de que se trata del muchacho más sexy que haya visto antes. Pero existen tres problemas: en primer lugar, es hetero, luego t...