Capítulo 53

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   ANASTASIA

Hemos terminado de desayunar y se acabó la discusión de cuantas veces hemos follado desde que nos conocimos.

  —Dame el número de Welch, —le digo.

  —¿Por qué necesitas el número de Welch?—  Christian me pregunta, creí haberte dicho anoche.

  — Porque necesito averiguar la vida privada de mis autores — me mira como si me hubiera crecido un tercer brazo. — Aprendí a desconfiar del mejor — también es verdad que quiero investigar a los autores que quieren  trabajar conmigo, no quiero que ningún psicópata escriba sus hazañas en un libro.

  Christian me sonríe.

  —Toma, sácalo de ahí,— dice, dándome su celular.

  En el salvapantallas de su celular tiene una foto de los dos. Ambos estamos sonriendo. Creo que tomó esa foto antes de irme de su lado por culpa de esa maldita mujer que me mintió.  Recuerdo que habíamos hecho el amor y estábamos felices haciendo planes, él quería que ese momento de felicidad quedara grabado en su celular y tomó la foto.

Guardo el número de Welch en mi celular, cuando llegue a mi oficina le marco.

  — ¿Hablabas en serio sobre la abstinencia?,—   me pregunta mientras entramos en el ascensor.

  —Sí —será muy difícil para mí, no creo que aguante tres días sin sexo— pero podemos negociar —añado.

  —Está bien, ¿qué tal si comenzamos la abstinencia el jueves por la mañana?—  Me río.

  — No seas tramposo, qué tal si empezamos el martes por la mañana.

  — Miércoles por la noche, — responde él.

  —Miércoles por la mañana,—  respondo.

  — Miércoles por la tarde — mmm, sí, creo que sí.

  — Está bien, ha sido un placer hacer negocios con usted, señor Grey, — le digo burlonamente, y él me sonríe.

  — Sabía que no me resistiría a mí. —  No, no lo haría.

— Engreído — le digo y el se ríe.
Está de muy buen humor.

Llego a la editorial, Hannah me entrega la agenda del día.
  Estamos muy emocionados con los nuevos escritores, aunque son pocos pero son muy buenos.
  Cuando Hannah sale de mi oficina, saco mi teléfono celular y llamo a Welch.

  — Marcus Welch, ¿quién habla?,—  me responde con un tono frío después del tercer tono.

  — Buenos días, señor Welch, soy Anastasia Steele, lamento llamarlo a su número privado,—  le digo tímidamente.

Creo que es un hombre rudo.

  —Señorita Steele, no sabía que era usted,—  me responde con voz amistosa, — ¿En qué puedo ayudarla?—

  —  Quiero pedirte un favor.

  — Por supuesto, dígame lo que necesitas.

   * * *

A la hora del almuerzo llego a un lujoso restaurante, observo los alrededores buscando mi objetivo. No me tardo ni medio minuto en visualizarla bebiendo champán.
Me acerco a ella, sabiendo que no tendré mucho tiempo antes de que aparezca mi novio.  Sé que Welch o Swayer le han informado dónde estoy, y también sé que vamos a tener una gran discusión sobre esto.

  — Señora Lincoln, — digo, fingiendo amabilidad, pero en realidad solo quiero estrangularla.

  —Anastasia, — me dice, sorprendida.  — ¿Qué estás haciendo aquí?—

MI DULCE REDENCIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora