MI DULCE REDENCIÓN

Capítulo 41

   CHRISTIAN

— Señor Grey, me voy ahora,—  me dice Jerry, sosteniendo una caja de cartón.

  — ¿A dónde vas?— Me mira sorprendido

  ¿De verdad crees que te dejaré ir?  Han arruinado ésta editorial y ahora quieres huir cómo una rata, pero no te lo permitiré, vas a trabajar para mí, hasta que saque a flote Sip.

— A mi casa,— me responde.

  — Creo que tú y yo no nos estamos entendiendo— le respondo.

  — ¿Que quieres decirme?—

  —Quiero decir que no te he despedido, te quedarás si quieres, no es mi intención obligarte— le digo

  Me mira sorprendido.

  — ¿En serio?  — ¿Parezco como si estuviera bromeando?

  — Claro, obviamente bajo mis condiciones, para empezar Anastasia se instalará en tu oficina, puedes instalarte en la oficina que era del maldito de Jackson Hyde. ¿Tienes alguna objeción?—

— No. Pensé que me echaría después de todo lo que pasó en la sala de reuniones.— Me responde solícito.

  —Olvidémonos de eso y concentrémonos en lo realmente importante—

  — Está bien.

  — ¿Qué traes en esa caja?—

  —  Mis pertenencias.

  — Puedes llevarlo a tu nueva oficina y luego nos vemos en la nueva oficina de mi novia para ver quién se va y quién se queda.

  — Lo que usted diga, señor Grey.

— Una cosa más, — añado.

  —  Si, diga —

  — No quiero, más bien te exijo y será un requisito para todos los empleados: no quiero que le falten el respeto a la señorita Steele, ella es la dueña de ésta editorial, por lo tanto puede hacer lo que quiera, ¿entendido?— Espeto.

  — Sí, señor—

— Que bueno que lo entienda.

— Llevaré mis cosas a la oficina de Jackson.—

  — Por cierto, ¿ese maldito ya se fue?  — No quiero verlo aquí.

  — Creo que sí, aunque no se llevó sus cosas —

  —Tíralo a la basura, no quiero nada de ese pendejo, — le ordeno.

  —No te preocupes, yo me encargo de eso.—

A trabajar.

   * * *

Termina mi jornada de trabajo, aunque pasé toda la tarde en la editorial, ayudando a Ana a solucionar el desastre que hay en SIP.
  Ahora estamos en casa, un poco agotados pero satisfechos de que las cosas se están calmando.

  — Cuando nos casemos quiero que SiP se llame: Grey Publishing.

— No está mal como se llama actualmente, pero sabiendo que tienes tendencia a apegarte a ciertas cosas, deduzco que no descansarás hasta que yo esté de acuerdo— me responde burlonamente mi novia.  Ella continúa: — Así que para evitar una discusión futura, estoy de acuerdo.— añade y se deja caer en el sofá.

— ¿Entonces estoy apegado a ciertas cosas? — Me siento a su lado —  enuméralos para mí — le digo con un tono seductor.

  —Mmm, no sé...—  dice con fingida inocencia y me mira con esos ojos azules hechizantes.

  — Creo que estoy demasiado apegado al sexo, especialmente si es con mi sexy y hermosa novia— le digo y fijo la mirada en sus deliciosos y carnosos labios.

Siento el impulso de besarla pero me contengo.

— ¿Así?— Se muerde el labio inferior, y como siempre soy poseído por mi encantadora y seductora novia.

   * * *

— Te estás acostumbrando a comer el postre antes de la cena—  me dice Ana mientras se pone unas converse.

  Nos estamos vistiendo para la cena, hemos follado duro.

  — La culpa es tuya por tener un cuerpo adictivo, una boca fascinante, unos pechos maravillosos, un ombligo precioso, una deliciosa...—

  —No sigas, — me interrumpe, sonrojándose.

  — Mención especial a esas piernas espectaculares, y ese lindo culo—

  — ¡Christian!  Te dije que no continuaras— me riñe.

  Nena, somos solo nosotros dos, nadie va a escuchar nuestras conversaciones con un doble sentido, y no es la primera vez que lo tenemos.

— Yo solo enumero lo que veo y me encanta— niega con la cabeza y se levanta del banco.

Joder, nuevamente tengo una erección.

Ella sale de nuestro vestidor, yo la sigo.  Mi nena ha cambiado su traje formal por un vestido largo negro estampado de flores en rosa palo y blanco, de escote redondo, tirantes finos y  cinturón de tela debajo del pecho. Yo llevo puesto vaqueros y una camiseta negra.

  — Vamos a cenar, — le digo.

  Cuando nos sentamos en el comedor la señora Jones nos sirve pasta alle vongole.

  —Se ve delicioso,—  murmura Ana.

  —Disfruten de su cena, —nos dice Gail.

  —Gracias.

  Ella se aleja dejándonos solos.

  — Nena, el sábado es la función benéfica de nuestro banquero,— le digo  mientras le pongo un poco de sancerre a su copa de cristal.

  —¿Este sábado?— Me pregunta

  —Sí, le dije a Whelan que asistiría contigo,— deja escapar un suspiro de resignación.

  — Sé que el proyecto y su objetivo de concienciar a la gente sobre la pobreza en el mundo es una buena causa, pero me aburre ver a viejos con sus esposas jóvenes completamente operadas. Ellos se dedican a hacer negocios, mientras sus esposas intentan seducirte con sus provocadores escotes.— Se queja.

— No es cierto, — recuerdo cómo la esposa de Whelan prácticamente me mostró sus grandes senos recién operados el año pasado.

  —¿No?— Dice frunciendo el ceño y esa linda V aparece entre sus cejas.

  — No todas, el caso es que él insistió tanto en que ambos fuéramos este año.— Le digo.

  — No sé si quiero asistir, además, se supone que Leila y el niño llegarán el sábado, ¿qué vas a hacer con ellos?— Añade.

  — Intentaré estar un rato con el niño, luego le diré a Leila que vuelva a su casa y si quiere que vuelva el domingo aquí—

— De acuerdo, lo pensaré — dice— en cuanto a Leila y el niño, me parece buena idea que les diga que regresen el domingo.

— Además necesito salir  de dudas cuánto antes.—

— Lo sé...  Vamos a cenar,— me dice.

   * * *

Es sábado, son casi las ocho de la mañana, Ana duerme plácidamente, anoche estuvimos en el cuarto de juegos hasta pasada la medianoche, mi nena quedó exhausta, tuvimos una gran sesión como siempre. La dejaré dormir un poco más. Me levanto sin hacer ruido.

  —Buenos días, señor Grey,— me dice Taylor cuando llega a la habitación.

  — Buenos días Jason, ¿todo bien?—

  — Ha llegado la señorita Williams en compañía de su hijo — ¿Tan temprano?

— ¿En dónde están?—

— Abajo con Reynolds — joder.

Suelto un suspiro. Por ahora me resignare.

— Que suban... Iré a despertar a Ana.