Capítulo VII: Reino de fuego.

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Abrio sus ojos color negro, tanteo el lugar donde estaba dormido sintiendo que no se sentía como su dulce cama, abrió los ojos con pesadez enfocando un techo de paja, miro al rededor viendo que estaba en una cabaña, los recuerdos del día anterior ...

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Abrio sus ojos color negro, tanteo el lugar donde estaba dormido sintiendo que no se sentía como su dulce cama, abrió los ojos con pesadez enfocando un techo de paja, miro al rededor viendo que estaba en una cabaña, los recuerdos del día anterior llegaron como el viento.

Se levantó con pereza, quería seguir durmiendo pero sabía que no podía, tenía que llegar a la casa de su abuelo y entregarle los medicamentos, no podía tardar más, busco su canasta hallandola encima de una mesa de madera, la agarro entre sus manos, y sin despedirce se dirigió a la puerta de la cabaña.

- ¿Tan rápido te vas, Mikey?-

Escucho una dulce voz a sus espaldas, volteo la cabeza encontrandose la brillante sonrisa de la bruja, no respondio, la chica no le agradaba, era muy pegada al vampiro que lo llevaba siguiendo desde que piso aquel bosque.

- Necesito llegar a la casa de mi abuelo -

Dijo con un tono que no había planeado para nada, la sonrisa de la chica no decallo y solo se dirigió a la cocina con paso lento y relajado, Mikey se puso alerta ante esto, no sabía que podía llegar a hacer la bruja, la vio salir minutos después con una bolsa en su mano.

- Te dará hambre en el camino, espero te vaya bien ¿No te despediras de Takemichi?-

Pregunto la bruja confusa, vio al chico al frente suyo recibir la bolsa sin quejas, su mirada reflejaba duda.

- No, nos veremos después seguramente, Takemicchi es así -

Hablo agarrando la manija de la puerta y abriendola, se despidió de Hinata con un asentimiento de cabeza y se dispuso a seguir el camino que ahora era rojo, se había aconstumbrado tanto al frío que el calor en ese lugar era insoportable.

Camino y camino como toda su rutina de aquellos días, observo con admiración el paisaje a su alrededor, era tan rojo y brillante, lo único malo era el maldito calor que ya lo estaba cansando.

Miro de reojo la canasta viendo la bolsa que horas antes la chica le había otorgado, no le entraba mucha confianza pero tenía intriga de que podría haber en ella.

Bufo y solo la agarro entre sus manos, la observo por fuera, sin más la abrió dejando ver su contenido, eran refrescos y una caja de dorayakis, retiraba todo lo dicho antes de la bruja, era un ángel caído del cielo.

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Caperucita roja y el Vampiro feroz  (Takemikey)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora